Algunas Cuestiones Lacanianas...
Con el colega
Juan Manuel Martínez seguimos coincidiendo: como decía la otra vez en un Grupo,
esperemos que en no-todo sino alguno de los dos estaríamos un poco locos…
Quizás –como ocurre con muchos colegas/amigos (Daniel Gerber, Rolando Karothy,
Beno Paz, entre otros…) dentro de un tiempito no muy lejano nos merezcamos una
charla en conjunto… En su video sobre “El
significante...” -recientemente subido a su Face-; encontramos
párrafos puntualmente muy potentes, que da gusto escuchar de colegas jóvenes
que no escatiman palabras para pegar el salto de Freud a Lacan.
En tiempos que corren, donde
como coordinador de Grupos tengo colegas –en general recién recibidos
aún alienados a esquematismos y discursos Amos- que pagan para aprender Lacan y
critican a Lacan todo el tiempo (histeria desafiante mediante, obvio) donde se pone en
juego la transferencia y uno como analista/coordinador sabe que cuanto más se
defienden hay más deseo; afirmar y sostener ciertos enunciados vale la pena
subrayarlos. Uno de esos enunciados –que los analistas que recibimos muchos
correos mensuales hacemos acuse- es sobre cómo leer a Lacan, donde Juan Manuel
responde, y no puedo más que citar
porque me parece una respuesta redonda y sintética: “Para empezar a leer a Lacan no hay que elegir un texto en particular
sino hay que quitarse de una aptitud, y la aptitud es la aptitud que nos
enseñan: temerle al autor.” Esto es lo que más se escucha de los colegas
que recién se aventuran a Lacan: “Es
difícil, es barroco, es…”- Todo fantasma histérico.
En este sentido tenemos
que rescatar las palabras de transmisión que nos proponen analistas como
Alfredo Eidelsztein que –como buen investigador de la letra de Lacan- entiende
que la Ciencia no es mala palabra. Saben mis lectores que yo considero –y no
por simple doxa- que el psicoanálisis no es una Ciencia. Pero también saben que
respeto y escucho y cito los argumentos que llevan a considerar al
psicoanálisis lacaniano como una ciencia. (Con muchos analistas que no
coincidimos somos amigos. No vamos a descubrir ahora que el lenguaje nos
divide. Saben también quienes me siguen que a pesar de no tener ningún apego ni
coincidencia técnica en los colegas Millerianos –como bien dice Juan Manuel:
parten de un esquema pre-discursivo-, puedo rescatar un par (¡un par entre
miles!) porque me parece que no todos son Amos de Miller.)
Pero volvamos
a la charla del colega. Mucho antes de este párrafo, Juan Manuel nos propone volver
a re-pensar el tema del Significante; que –como dijimos- en la clínica representa
a un Sujeto, no para otro Sujeto, sino para otro Significante. Recordemos el
ejemplo de las macetas del Seminario XIV: un Significante no es necesariamente una Palabra. Lo hablábamos el sábado
en uno de los Grupos. Las macetas representan a un Sujeto (la amada) para otro
Significante (el amante) Como analista puedo tomar el sombrero rojo –que nunca vi en la cabeza del paciente- que un día trae el analizante como
significante de la sesión. De allí que –como la banda de Moebius que bien
define (justo en el Acto de agujeramiento) al Sujeto- los significantes que
toma el analista van a definir algo en el orden del goce del analizante. Por
eso es que no es tan importante quién habla, sino –más bien- qué se dice: y eso
depende –lo decimos una vez más-de quién escucha. (“La palabra es mitad de quien la dice, y mitad de quien la escucha”-
Michel de Montaigne.)
Cito a Juan Manuel:
“Ciertos esquemas conceptuales teóricos permiten y habilitan ciertas
preguntas. Otros esquemas conceptuales y teóricos bloquean esas preguntas y
habilitan nuevas preguntas. Pienso que la pregunta por si lo hace el analista o
lo hace el analizante no es una pregunta que
esté permitida en el planteamiento de Lacan. Porque como ya no se opera en
una lógica de individuos (…) es difícil establecer bien quién dijo qué cosas.
Ustedes lo pueden experimentar como analista o como pacientes: la sensación de
que en esa sesión se dijeron cosas pero nadie sabe bien quién las dijo: y es un
efecto de la propuesta de Lacan. (…) Es
difícil establecer quién es el autor de las cosas que se dicen; si las cosas
que se dicen las dice alguien o más bien las cosas se dicen así mismas a través
de nosotros. Es decir: si nosotros operamos sobre el lenguaje o el lenguaje
básicamente lo que hace es operar sobre nosotros. (…) Ni siquiera sé si es la
intención determinar quién dijo qué… sus palabras, mis palabras: esa es una
lógica que aquí no opera.”
También es
importante detenernos en esta cita, que viene a cuento en función del núcleo de
la charla de Martínez: “Sería ingenuo para nosotros pensar que operamos con palabras que
remiten a cosas… bueno, básicamente es la lógica freudiana y por eso entiendo
que las dudas que surgen sean en relación
a él. (…) Sé que hay un freudolacanismo imperante que lo único que genera
es confusión. (…) Si Lacan viene a decir lo mismo que Freud no tiene sentido
estudiar Lacan, estudiemos a Freud y listo. Que es la postura de algunos colegas:
son freudolacanianos pero en realidad son básicamente freudianos.” Entender la
clínica Lacaniana es entender en primera instancia, que la interpretación no es
Freudiana. Cito nuevamente:
“La intención de la interpretación no es más que producir oleaje, pero
si se trata de producir oleaje pueden producir oleaje con cualquier cosa. (…)
Lo verdaderamente problemático seria creer que estoy interpretando sin ningún
objetivo y no darme cuenta de cuál es mi objetivo. Eso es lo más trágico de la
situación.”
Y aquí les
pido vuelvan a escuchar esto: estamos agarrotados de analistas (ya no digo
freudianos, de ellos esperamos hasta la psicopedagogía; sino lacanianos) que no
tienen idea dónde apunta la cuestión del tratamiento. De la apertura de un
análisis depende su final. Si yo me dispongo a abrir un análisis por X síntoma;
estoy en concordancia (y en responsabilidad) de sostenerlo en función de eso.
Siempre cito un ejemplo genial que dio Juan Carlos Indart (uno de los dos o tres
analistas de la EOL que considero vale la pena escuchar) donde comentó sobre una mujer cincuentona que en la primera entrevista habla del insomnio y en un
momento dice: “…no sé por qué lo tengo”.
Indart –entonces- decide no comprometerse con el insomnio; eso le causa sueño. Y como en su fantasma él cree que una mujer de casi 50 años no
debería ser virgen; le señaliza: “¿Pero
cómo usted es virgen?”- Ella queda atónita y él abre un análisis. Es decir:
ella hablaba del insomnio, el analista escuchó el himen. Doy un ejemplo de mi
clínica: Hace muchos años, el analizante presenta su primer sueño, que trae muy
angustiado: “No sabés… soñé que me comía
un tiburón… no sabés con qué susto me desperté…”- “Claro, no es para menos:
debe ser terrible comerse un tiburón.”- Digo. El analizante, riendo,
aclara: “Nooo, no me entendiste: ¡un
tiburón me comía a mí!”- “Eso no es lo que dijiste, al menos no lo que
escuché.”- A partir de aquí el analizante sabe que su fantasma se apoya en
comerse-tiburones: mujeres fálicas, trabajos “éxitosos”, etc. Estamos
trabajando –como se imaginan los lectores- de cómo tener caña para pescar y
sostener un tiburón o –en todo caso- cómo bancarse las mojarritas.
En esta
charla, Juan Manuel responde a una pregunta sobre el Edipo. Parece increíble
que aún haya colegas que sigan hablando de lo Pre-Edípico. Me ha tocado
escuchar cosas similares, afirmando y reafirmando postulados que ni siquiera
tienen argumentos lógicos. Colegas que no son Klenianos sino que se dicen
Lacanianos. (Pre-edípico o pre-discursivo son homomórficos y discursivamente
sinonímicos.) ¿Serán los mismos colegas que creen que el objeto-a es tangible? Es obvio que salen de la Universidad: le
podemos perdonar todo, como dice Germán García –otro de los pocos colegas de la
EOL que por su vuelo cultural y teórico (y provocador) admiro y respeto- “…la Universidad es una fábrica de chorizos…
sobre todo la Facultad de Psicología.”-
Finalmente,
me gustaría rescatar un párrafo que resume también muchas cuestiones que nos
preguntan sobre lo Autodidacta. Dice Juan Manuel: “Cuando uno lee a solas ¿no está en diálogo constante con el (A)utor?” (Me
permito la licencia semántica de la traducción.) Es decir, y transpolando términos: hay una diferencia entre
onanismo y masturbación. Después de constituido el fantasma ya no somos monos
onanistas: nadie está sin el Otro, aún –y sobre todo- cuando el goce fálico
está en juego. El sujeto cuando se masturba pone en juego su fantasma. Y si hay fantasma es porque hay Otro. Después de todo el fantasma no es más que una axiomática gramatical donde se engarza el Sujeto al Objeto de su goce. Por eso: “En la lógica de
Lacan no sabría decirles qué sería lo propio, me parece que todo es ajeno.”- Y
aquí llegamos al núcleo mismo de la cuestión de lo Inconsciente: lo éx-timo. El
sujeto ex/iste.
Esto nos
lleva, pero es tema para otro posteo, a la cuestión de la Autorización de
Analista. ¿Se puede autorizar en sí mismo, para sí mismo? ¿Será posible –en
última instancia- un Otro sin Otro? “La
palabra PROPIO (…) no puede ni siquiera articularse en la lógica del
desarrollo… ¿Qué sería lo propio?”- Nos recuerda Juan Manuel un rato antes.
E invito al lector a remitirse al Grafo de la Angustia del Seminario X: ¿Qué
queda del lado del Sujeto? ¿Qué sería lo propio? “…Todo es ajeno (…) No sé si tiene sentido preguntarse lo qué es mío, lo
qué es tuyo…”- recordará Juan Manuel apuntando –sutilmente- al núcleo del
goce narcísistico; donde más de uno hemos conocido gente que se ha brotado porque
le han sacado una aceituna de su plato de comida, gente que ¡oh casualidad! luchaba
contra su obesidad. Gente que se dice “socialista” pero son harto más
conservadores en su goce y en su ego que los más aferremos capitalistas. “Todo es
ajeno”- O con Lacan: “Lo inconsciente
es el discurso del Otro.”- Otro que –como venimos discurriendo- depende del
Significante que elige el Analista; de allí que lo inconsciente “…es lo que viene del futuro.”- Podríamos
volver siempre al Estadio del Espejo: entender que sin el Otro, no hay Sujeto. Es decir: no hay Sujeto por fuera del discurso. "¿Qué sería pre-discursivo? (...) Antes del niño había discurso..."- Es decir, con Umberto Eco: el lenguaje es Estructura Ausente. No podemos explicar su origen, que es lo mismo que decir: no hay real sin simbólico. Y esto para el horror de muchos analistas -de muchos, no de algunos- que creen en el famoso "real" puro. Sólo el aparato del discurso puede hablar de eso. La vía láctea siempre existió: cierto. Pero si hoy la llamamos real es porque primero hay una palabra que la nombre. De allí a pensar que una astasia-abasia es un real puro, lo juzgo directamente un disparate ecolálico. Para que exista la Histérica fue necesario que haya alguien llamado Freud que la escuche. ¿De dónde sacan los analistas que se dicen Lacanianos, eso del real puro? "No crees en lo real"- he llegado a escuchar de colegas; no puedo menos en pensar qué malos analistas han tenido. Si creer en el real es creer que hay un no-simbolizable, una psicosomática, una vía láctea que tiene un Saber Propio; entonces no creo en el real. Sería como creer en la Astrología, que aún ni ella puede prescindir de lo Simbólico. Ahora: si real es la angustia, si real es la muerte; y si la muerte es una palabra, entonces, ¡ese es mi real! Recuerdo que alguna vez A. Eidelsztein enunciaba algo así como: "¿Ustedes escucharon eso de el cuerpo en lo real? ¿Qué significa eso?"- Cierto que Lacan dijo que "...el síntoma viene de lo real" pero -al menos en mi lectura- creo que nunca dejó de considerar que está estructurado -que tiene forma- de lalengua.
Los invito a escuchar este video de Juan Manuel Martínez y agradezco la gentil cita que Juan otorga a mis palabras:
creo que ambos nos respetamos y esto vas más allá de protocolos
formales. Nunca tuve inconveniente en citar a autores que apenas coincidimos
en un mínimo porcentaje –si me sirve la cita para transmitir a Lacan, la tomo-;
así que me alegra –en esta ocasión- poder acercarles a un analista donde la
afinidad teórica hace a una conexión muy sólida.
En lo particular, me impacta
escuchar hoy lo que he dicho y grabado hace más de 10 años, que se puede
resumir en el siguiente apotegma que obviamente no es mío (ojalá hubiese
inventado algo) sino de nuestro Maestro: “El
lenguaje no existe. Existe LaLengua.”- Y ese es -justamente-el borde real del Sujeto. Marcelo A. Pérez - VII / 2017
Artes Visuales:
Cristiano Tweny
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