Hablar / Demandar
En efecto, lo único que hacemos en el discurso analítico es hablar
de amor. Y, ¿cómo no percatarse
de que, con todo lo que puede articularse desde el descubrimiento del discurso
científico, ello es, pura y simplemente, perder el tiempo?
El aporte del discurso analítico es que hablar
de amor es en sí un goce, y quizá, después de todo, esa es tal vez la razón de
que emergiese en un punto dado del discurso
científico.
Jacques
Lacan [i]
Hablar
de amor, sobre el amor, desde el amor, por el amor… En “De un
diálogo de(sde) el lenguaje. Entre un japonés y un interrogador”[ii]
Martin Heidegger propone el sentido
de la diferencia entre “hablar sobre” (Sprechen
über) y “hablar de(sde)” (Sprechen von). Hablar
sobre transforma el lenguaje en un objeto (al ponerse encima de él). Hablar
de(sde) significa escuchar al lenguaje poniéndose en la posición de quien
recibe un “mensaje” (Botschaft).
En nuestra lalengua española,
enunciar “hablar de amor” suele querer decir también “hablar sobre el amor” más
no “hablar desde el amor”. Sin embargo
podríamos forzar las cosas (en última instancia ejercitar la lalengua no es más que violentar el
diccionario -y la lingüística-) y pensar en cierta sinonimia entre esta
polisemia lenguajera; ya que en
psicoanálisis importa más desde qué lugar el sujeto habla (o, mejor dicho, es hablado) que la recta misma del
enunciado. Es decir que, en primera
instancia, “hablar de” importa más por su origen que por su destino;
sin desdeñar el horizonte que todo analista –vía el deseo del analizante- puede
vislumbrar en la dirección de la cura.
Hoy
día, como alguna vez también nos recordó Jacques Lacan, hablar de amor (e
incluso el mismísimo vocablo amor)
suele pronunciarse con cierto pudor.
Isidoro Vegh[iii]
también nos recuerda que en la época de Freud había casi que disculparse al
hablar de sexo y que hoy suele pasar lo mismo con el amor: nadie se escandaliza
que los chicos preadolescentes consuman pornografía en internet, pero parece que el discurso amoroso causa cierta
inquietud. Sin ir más lejos, hace muy
poco dictando una clase ante colegas y tratando de explicar que a mi modo de
ver en el Modelo Óptico Lacaniano, el Espejo-Esférico es espejo de goce y el Espejo-Plano es espejo de amor; uno de los colegas interrumpió y,
con un tono de asombro pero que particularmente me causó mucha compasión,
preguntó: “¡¿De amor?!” Bien, retomaré desde aquí: De amor, sí.
Porque primero, el Otro –vía significante fálico- goza de su objeto-infans: un goce muy particular
porque deberá morir: deberá renunciar –vía castración y por amor- para no
tragar al bocadito-bombón. Esa vía (amorosa) la constituye, como
sabemos, la Metáfora Paterna (es decir, se completa a través del Espejo-Plano)
con Otro que, a diferencia del primer Otro (y aún aunque imaginariamente sea el
mismo) ahora es un O(/)tro barrado. Como
se ve, sin demasiado preámbulo, el amor
está en la base de la significación fálica que, como también sabemos, no es lo
mismo que el goce-fálico. Es decir, no
es lo mismo que el Otro goce al Sujeto que –vía el amor y la castración- puede
hacer que el sujeto entre en los desfiladeros del deseo; es decir, del
significante. Por eso también es necesario aclarar que en un análisis no se
trata sólo de escuchar, de leer un texto; sino de empalmar, de suturar.
Siguiendo
en esta línea llegamos al marco princeps
de todo dispositivo analítico: la transferencia. Ya conocemos la famosa cita
lacaniana al filósofo y duque aristócrata: "hay gente que jamás se
hubiera enamorado si nunca hubiesen oído hablar del amor"[iv].
La transferencia no hace más que crear o –si asusta demasiado el verbo podemos
cambiarlo-, reinventar este principio.
La invención (no olvidemos que lo Inconsciente es un saber –S2- que se
inventa) viene de la mano de dos axiomas necesarios: la palabra y el saber. Es
decir: la ausencia y la ignorancia: el pa(de)ciente consulta porque –sin
desconocer un síntoma- desconoce su causa. Esa ignorancia, motor del
tratamiento y del deseo, se entrelaza con el amor vía el saber. Para Lacan la transferencia es amor por un saber. De allí que para el
maestro francés, Sócrates fue el primer analista. El amor por un saber se imaginariza en el Otro y se transforma en amor a un saber. Y a un otro. Un otro que
debe responder desde un Otro para no seguir generando sentido pero sin dejar al
desamparo al que clama por la salvación de su alma o –como nos señalará Lacan,
para el caso del psicótico- por el que clama por un alma.
Como
vemos el circuito del discurso es coherente en lo que al amor se refiere: hablar es demandar. No importa qué se
diga ni cómo ni cuándo ni dónde. Enviar una carta, un mail, un mensaje de
texto; es ya pedir una respuesta, aunque no se exprese explícitamente. El
pa(de)ciente que por primera vez golpea a nuestra puerta está ya en posición de
demanda: quiere saber por qué sufre. Lo que el susodicho desconoce es que en
ese padecimiento hay una doble implicación significante: queja y satisfacción; es
decir, demanda y goce. Sabemos desde Freud que en todo síntoma hay goce (de ahí
también que el síntoma se nos presentifica como una (mal)solución de la
estructura) y por eso encontramos en Lacan que justamente estas dos variables
(demanda y goce) son las que separan al Psicoanálisis de la Medicina, en su
falla epistemosomática[v], variables que no existirían sin el a-premio del significante.
Y
aquí podríamos relacionar la otra cuestión derivada del hablar: se habla por
amor a un Otro, se habla de amor y se habla porque “hablar es en sí un goce”[vi],
goce ligado a la existencia de una falla -si hay inconsciente es porque hay
falla- es decir que hablamos porque lo Inconsciente nos determina. Ahora: lo
Inconsciente es también el discurso del Otro.
El Otro que, vía castración, cedió: “El
amor, que en opinión de algunos hemos querido degradar, sólo puede postularse
en ese más allá donde, para empezar, renuncia a su objeto. Esto también nos
permite comprender que todo refugio donde pueda instituirse una relación
vivible, temperada, de un sexo con el otro, requiere la intervención de ese
médium que es la metáfora paterna; en ello radica la enseñanza del
Psicoanálisis”.[vii] Cedió el goce (sobre su objeto) para
transformarlo en deseo y posibilitar que el Sujeto acceda –vía la falta que le
dona- al amor.[viii]
Es decir que aquí también volvemos sobre el mismo punto: en un análisis se
habla siempre de amor porque siempre lo inconsciente determina al sujeto (“es lo psíquico real”[ix]),
porque el sujeto no puede más que estar sujetado a la lalengua y porque, en definitiva, no hay palabra que no circule y
atraviese el a-mor que es también
muerte porque implica castración.[x]
Cuando
hablábamos antes de la significación fálica y de la sutura que el analista
deberá realizar en su praxis; debemos
recordar que no es sin castración. Que
la castración es siempre positiva porque, justamente, posibilita la sutura y la
condescendencia del goce; y que esa significación se produce con ciertas
palabras (y también ciertos actos) que el analista –con el poder que la
transferencia le dona- enuncia y semblantea, juega, en la escena de la ficción
(del artificio) analítica. Por eso Lacan ha enunciado ya desde sus primeros
seminarios que la curación tiene que ver con una palabra que atraviesa al
sujeto y le llega del Otro.[xi]
Marcelo
Augusto Pérez
¿Por qué de lo único que se habla en un análisis es de amor?
Publicado en:
Revista del Campo Grupal, Nro. 161
Buenos Aires. XI / 2013
Artes Visuales:
Susana Llano Sáenz
[ Cáceres, España. ]
[i]
Lacan Jacques; Seminario XX: “Aún”; Clase 7 del 13 de marzo de 1973.
[ii] Heidegger, Martin; Aus einem
Gespräch von der Sprache. Zwischen einem Japaner und einem Fragenden. En:
Ibid.: Unterwegs zur Sprache. Pfullingen: Neske (5a. Ed.), 83-155.
[iii]
Vegh Isidoro; El Yo, El Ego, Sí-mismo. Distinciones en la clínica. Paidós, Bs.
As., 2010.
[iv]
De La
Rochefoucauld Francois , "Réflexions ou sentences et maximes morales", 1664
[v]
Lacan Jacques; Psicoanálisis y Medicina. Intervenciones y
textos. Ed. Manantial, 1985.
[vi]
Lacan Jacques; Seminario XX: “Aún”; Clase 7 del 13 de marzo de 1973.
[vii]
Lacan Jacques; Seminario XI: “Los cuatro conceptos fundamentales del
Psicoanálisis”; Paidós; 1972
[viii]
Lacan Jacques; Seminario X: “La Angustia ”, clase del 13 de marzo de 1963: “Sólo el amor permite condescender el goce al
deseo”
[ix]
Freud Sigmund, La
interpretación de los sueños, Bs. As., Amorrortu, tomo V, 1982;
página 598.
[x]
Lacan juega con la homofonía de los vocablos: amor (amour), a'mour (amor),
a'mur (a'muro), la mort.
[xi]
Lacan Jacques; Seminario II: “El Yo en la teoría de Freud y en la técnica
psicoanalítica”; Paidós; 2003.