Un Monstruo Llama y Sostiene...












Monster Calls
[ España / EE.UU., 2016 ]
Juan Antonio Bayona
[ Barcelona, 1975 ]


Algunos han llegado a decir que el maestro Chuang Tzu fue precedente al pensamiento de Locke. Fue, eso sí, quien enunció: "Lo único que no debemos hacer es entrometernos con el corazón de los hombres. El hombre es como una fuente; si la tocas, se enturbia; si pretendes inmovilizarla, su chorro será más alto…" Y fue también quien habitó los versos de 1965 de la Antología de la Literatura Fantástica de Borges, Bioy Casares y Silvina Ocampo, al quedar plagado en este breve apotegma: "Chuang Tzu soñó que era una mariposa. Al despertar ignoraba si era Tzu que había soñado que era una mariposa o si era una mariposa y estaba soñando que era Tzu." 


Como en La Mariposa de Chuang Tzu, la película A Monster Calls (traducida de diversas maneras en español; la cual preferiría transcribir como “Un monstruo llama” –para jugar incluso con el verbo en su polisemia lenguajera donde quien llama también arde; en su connotación inmediata con la Demanda-) despliega sus coloridas alas para doblegar una pesadilla que no se sabe si es un sueño que no se sabe si es soñado o vivido. Lo cual, nobleza obliga, sería mera sinonimia de lo inconsciente. El director de Barcelona imprime rápidamente dos pivotes objetivos en la escena de un niño que se debe disponer a enfrentar a la Muerte metaforizada, en este caso, por la enfermedad de su Madre. Los dos ejes que dominarán todo el celuloide podríamos nombrarlo como Realidad y Fantasía. Sólo que, desde Freud, sabemos que se amalgaman para constituir la estofa misma del Sujeto: la Realidad es fantasmática y así su ruta…

En “El creador literario y su fantaseo”; Sigmund Freud nos relataba ya en 1907 que el fantasear del adulto reemplaza el juego del niño o –para decirlo diferente- que en todo Neurótico se esconde un Poeta. Es decir también: el Sujeto-Adulto no renuncia al Sujeto-Niño sino que esconde en su fantasear la proeza pretérita del juego, donde el artista –el soñador, el lírico- no deja de asomar su virtual personaje de héroe o anti-héroe. En el marco de estas vicisitudes se mueven los fotogramas de la obra de Antonio Bayona. Sólo que –como bien lo permite el séptimo arte- “el héroe de todos los sueños diurnos” (“Su Majestad el Yo”) se desplaza aquí con destreza y libertad colorida.

En este mismo texto Freud se preguntó "¿De dónde tomaron los griegos todo el material legendario de Homero, y de dónde los grandes dramaturgos áticos elaboraron sus inmortales obras maestras?". No falta en esta obra fílmica, el elemento épico permanente que imprime el tono perfecto a la cámara y al discurso.


Es necesario que asome “el creador literario” para que el joven protagonista pueda comenzar a elaborar un duelo anunciado. Y es necesario que las palabras salgan a luz, es decir: sean dichas. De allí que uno de los aciertos del guión fue, creo, haber creado a un monstruo cuya Demanda y cuyo Don se enuncien en contar historias. Lo que no es dicho produce dolor: el significante se reprime,  más no el afecto. De allí que con Jacques Lacan aprendimos –en La instancia de la letra en lo inconsciente o la razón desde Freud- las razones del lenguaje metaforizadas en aliteraciones, asonancias, oposiciones de sentido, oxímoron, hipérbaton, elipsis, hipálage y neologismos de rigor; sin olvidarnos de la Denegación que hace del YO la instancia privilegiada de Desconocimiento. Tropos y Figuras del lenguaje que el bicho parlanchín padece y hacen a su pasión cotidiana y neurótica.

De allí que la película abarca también la discriminación al campo de la Psicosis: recordemos al Freud de 1915: perdido el objeto (y esto sirve también para el duelo donde “la sombra (…) cae sobre el YO”) si la libido va a la fantasía estaríamos en el campo de la Neurosis; si va al Yo, en la Psicosis. Para ser más Lacanianos recordemos que la libido no es la energía sino el deseo. Y que no existe sin el lenguaje que nos toma; el cual habitamos: que nos aguarda antes de nacer. Se ve claramente en esta obra cómo existe el sujeto del verbo y el que califica: “Estoy llamando al monstruo” o “El monstruo es convocado por mí”. Es decir, para decirlo con Borges: “Cervantes sueña a Alonso Quijano y Alonso Quijano sueña a don Quijote. Pero esos dos sueños tienen como raíz la conciencia de Cervantes".  En muchas escenas la novela de Patrick Ness nos recuerda la metafísica que Borges estampó en tantos poemas. Y las ruinas circulares del sujeto lo llaman –como la ley del corazón de Hegel- a ilusionarse y seguir soñando. De allí que todo sujeto es de deseo; que todo deseo es histérico y marca su división, y así su ruta… De allí también que el FALO es el significante privilegiado que marca el goce; gracias a su detumescencia: es decir pues que algo debe des-fallecer para que algo brote, como el árbol-monstruo. Ese pasaje –claro- no es sin angustia ni sin pesadillas, ni sin dolor.

Y aquí, finalmente, entramos al meollo del film: la Verdad del sujeto (que es su ficción, es decir: su realidad) esconde un deseo. Y, como todo deseo, también de muerte. Ante su poderoso y permanente dolor, el niño no puede más que gritarle al Monstruo su Verdad: el deseo de muerte de su madre. O, para decirlo más técnicamente: el niño es tomado por el Monstruo-Super Yo –metáfora de su imperativo de Goce- que no hace más que transformar una Negación (la del YO) en una Verdad (la del Sujeto con su trazo, con su barradura, con su Falta-en-Ser).


En la Psicosis –seguimos a Freud- el lenguaje inviste las palabras (la palabra es equivalente al Das Ding) y hace a la omnipotencia del pensamiento; mientras que en el Neurótico, la Fantasía prevalece como axiomática prínceps. El niño llama al Monstruo y éste llama a la Neurosis: “Un niño ES siendo llamado” (parafraseando el artículo freudiano “Pegan a un niño” o “Un niño ES siendo pegado”); es decir: soy Sujeto en la medida que mi deseo se confronte –vía la Angustia- con mi goce; que el Otro –lo Inconsciente- pueda venir a mí y produzca, vía la palabra, la causa de mi deseo. Pero claro, para ello es necesario un acto de arrojo (castración mediante) donde el Sujeto pueda evaluar, actuar y saber-hacer-con su pérdida. No es lo mismo un niño arrojado, deyecto; que un Sujeto advertido que pueda hilar el entretejido de la razón que lo con-voca a seguir a-postando a la Vida.


Marcelo Augusto Pérez
Un Monstruo que custodia el deseo.
Sobre el Film: A Monster Calls.
II / 2017

Arte:
Jim Kay
Derbyshire, Reino Unido, 1974 ]

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