Psicoanálisis, Dios, Nombre del Padre...
Querido Marcelo, saludos desde
Bilbao!
Respecto a toda la historia de los
nombres del padre, lo real simbólico imaginario, la historia de Abraham e Isaac
y el nombre impronunciable, el origen de la palabra...etc…
La palabra es simbólica y por lo
tanto parcial... Cómo podría hablar Dios a través de ese canal? No es una
contradicción en sí mismo? Hay como una doble visión a la hora de pensarlo... Si
Abraham habla realmente con Dios, tampoco parece tan meritorio lo que hace. Si
todo está en su mente, no sé ni qué decir al respecto. Habría que verlo como
una metáfora?
Y esa mezcla de un Dios insaciable
que quiere sangre con ese otro Dios compasivo, Dios padre que indica el camino
a seguir… Y todo esto unido al momento personal en el que Lacan decide abordar
el asunto.
Serías tan amable de dar un poco de
luz a este asunto tan particular? Gracias, como siempre, por todo,
Marcelo. Por estar ahí, como un faro en la noche. Y disculpa si resulta
ingenuo lo que pregunto. Cada uno va por donde va. Abrazo fuerte!!! Jon
Castaños Lopez / Bilbao / España.
Hola Jon. Gracias por tus poéticas palabras y tu siempre inteligente interrogatorio en torno a las Preguntas por la Falta-en-Ser. Complejo
abordar en un breve correo todo este tema del Nombre-del-Pladre, Dios y las
rivalidades imaginarias expresadas en lo simbólico. Podríamos –pienso ahora-
tomar un texto elemental en donde Jacques Lacan expone sintéticamente algunos
puntos los cuales creo que sirven para abordar estas cuestiones.
En un encuentro con estudiantes de la
U. de Yale –en 1975- Lacan expresó que “La
religión es un síntoma. Todo el mundo es religioso, incluso los ateos. Creen
suficientemente en Dios para creer que Dios no está ahí cuando están enfermos.
El ateísmo, es la enfermedad de la creencia en Dios, creencia de que Dios no interviene en el mundo. Dios interviene todo el tiempo, por ejemplo bajo la forma de una mujer.
Los curas saben que una mujer y Dios es el mismo género de veneno. Ellos se deslizan sin cesar. El análisis puede ser capaz de hacer un ateo viable, es decir alguien que no se contradice.”
También allí recordó que “Hay verdades que son del orden de lo real.
Si yo distingo real, simbólico e imaginario, es que hay verdades de lo real, de
lo simbólico y de lo imaginario. Si hay verdades de lo real, es que hay
verdades que no se confiesan.” Pero
habría que recordar, siempre, que –para nosotros- “La
verdad tiene estructura de ficción”. Por lo cual no sólo estamos de acuerdo
que Dios no podría hablar en lo simbólico (el significante engaña, Dios no
puede engañar; la palabra falla, Dios no puede fallar; y así su ruta…) sino que
–volviendo up supra- hay algo en el orden de lo real que no puede confesarse.
Sólo que –claro- no hay real sin simbólico ni imaginario. O, creo, también: La
religión es Dogma, el Dogma no se refuta ni se analiza; “Dios es la Verdad” y
así la misma ruta.
El Dios que no engaña de Descartes,
el amor intellectualis Dei de Spinoza podría equipararse al
Otro: Lacan ha dicho una vez “El Otro es Dios”. Allí es donde habita el Nombre
del Padre: el Dios Garante con el cual el neurótico cree sostiene al padre.
Pero hay otro Dios, el del goce. El del sacrificio: sin garantías, como en el
pedido de Isaac. El Dios que se presenta ante Moisés como el enigma mismo de lo
real. Mientras que el Dios de Abraham es un Dios ignorante (Lacan habla en el Seminario
17 de la feroz ignorancia
de Yahvé), un Dios incluso a Quien no le importa el bien del sujeto; el
Dios del Sujeto-supuesto-al-Saber no solo es un Sujeto que se supone que Sabe
sino que también querría el bien del hombre.
Creo que hay que pensar que –para Lacan-
Dios como significante remite a un imposible, a un real: en su Seminario XI, en
la clase del 12 de febrero de 1964 expresó: “"La
verdadera fórmula del ateísmo no es Dios ha muerto (Nitschze) -pese a fundar el
origen de la función del padre en su asesinato, Freud protege al padre-, la
verdadera fórmula del ateísmo es Dios es inconsciente". De allí
que también enunció que “los verdaderos ateos son los teólogos pues hacen de
Dios un objeto de conocimiento”. “Dios no existe” es una denegación
ligada al Padre Muerto. O en otras palabras: el ateísmo siempre entra en
dificultad ya que siempre se necesita un significante para nombrar la ausencia,
o la falta en el Otro. Dios es un
significante, no un significado.
Pensemos esto: el Padre de Freud y el
Padre de la Teología se equiparan: unen el deseo a una Ley. La religión Romana (“la verdadera”, según
Lacan) hace que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob “se encuentre en lo
Real” (Discurso a los católicos, 1960).
En su
texto La ciencia y la verdad, Lacan compara religión, magia, ciencia y
psicoanálisis en relación a la “verdad como causa”. Refiriéndose a la religión,
dice: “… la función que juega en ella la revelación se traduce como una
denegación de la verdad como causa, a saber, que ella deniega lo que funda al
sujeto a tomarse como parte activa en ella – entonces hay pocas
posibilidades de dar límites, cualesquiera sean, a lo que se da en llamar la
historia de las religiones, es decir, cierto rigor”. Y agrega: “Digamos
que el religioso deja que Dios se encargue de la causa pero corta el
propio acceso a la verdad. Es así que es llevado a entregar a Dios la
causa de su deseo, lo cual es propiamente el objeto del sacrificio”.
Ahora. Toda esta cuestión podría ser
mera filosofía sino la circunscribimos al dispositivo y al síntoma del sujeto.
Recuerdo algo que algunas veces comentó Slavov Zizek: circuló entre los
lacanianos un chiste clásico que ejemplifica el papel clave que tiene el saber
del Otro: un hombre que cree ser un grano de cereal es llevado a una
institución mental donde los médicos hacen todo lo que pueden para convencerlo
de que no es una semilla sino un hombre. Cuando el hombre se cura y es
autorizado a dejar el hospital, vuelve inmediatamente temblando de miedo.
Afuera hay una gallina y tiene miedo de que se lo coma. "Pero mi amigo -le dice su médico- si usted sabe bien que no es un grano, sino un hombre". "Claro que yo lo sé -responde el
paciente-, ¿pero lo sabe la
gallina?" De donde Zizek concluye: “El
tratamiento psicoanalítico reside precisamente en esto: no basta con convencer
al paciente sobre la verdad inconsciente de sus síntomas; el inconsciente mismo
debe ser llevado a asumir esta verdad.”
De allí que en esa misma Entrevista
que mencionaba, Lacan habló del Síntoma y su cara de Demanda y que habría que
relacionarlo con toda la Religión del
Neurótico –si puedo calificarla así-. Copio esos párrafos porque también
nos lleva a comprender que ningún analizante demanda un análisis para
conocerse; como siempre digo “nadie se conoce más que si mismo”. Cito: “Trato
que esta demanda obligue a los analistas a hacer un esfuerzo. Yo no les prometo
ser desembarazados de un síntoma. Porque, incluso para un síntoma obsesivo, por
más severo que sea, no es seguro que ellos hagan un esfuerzo para salir de él.
En esta filtración hay una apuesta, una parte de suerte. Yo pongo el acento en
la demanda. Es necesario que algo empuje. Y esta demanda no puede ser conocerse
mejor; cuando alguien me demanda esto, lo despido.”
Finalmente, también habría que pensar
que hay algo llamado Fantasma en donde el Sujeto coloca su Mito (y su goce): “Si
hay fantasma, es en el sentido más riguroso de instituir un real que cubre la
verdad” (Subversión del Sujeto…) O
–expresado por Lacan en su Seminario XX-: “Mientras hablemos, la hipótesis Dios estará
siempre presente”. O, expresado en RSI: “Dios no es otra cosa que
eso que hace que a partir del lenguaje, no se pueden establecer relaciones
entre seres sexuados”.
Asocio esto también con algo más que
ha dicho Lacan en Yale. Cuando le
preguntaron por las implicaciones políticas de sus investigaciones
psicoanalíticas, el Maestro respondió: “En todo caso, que no hay progreso. Lo que se gana de un lado, se lo
pierde del otro. Como no se sabe lo que se ha perdido, se cree que se ha ganado.”
Como se ve, hay una amistosa relación
entre todo este conjunto de significantes que llevan al sujeto a preguntarse
por su traza, por su Ser. Como dice
Norberto Rabinovich: “La apuesta ética del psicoanálisis también es tributaria
de la estructura de su objeto conceptual, das
Unbewusste , el inconciente freudiano, que Lacan traslitera al francés como
“l’une-bèvue”, “la unequivocación”.
Dijo Lacan: “El deseo del analista no es un deseo puro. Es un deseo de obtener
la diferencia absoluta, la que interviene cuando enfrentado al significante primordial [ el significante del
Nombre del Padre] el sujeto viene por primera vez en posición de someterse a él; ahí sólo puede surgir la
significación de un amor sin límites, ya que está fuera de los límites de la
ley, donde sólo él puede vivir.”
Cordiales saludos y nuevamente
gracias por tu correo que me permite expresar un poco estos temas tan debatidos
y que –imprudentemente, por la brevedad del caso- me atrevo a perfilar aquí. Marcelo A. Pérez. Feb / 2017.
Artes Visuales:
Remedios Rodriga Varo
[ España, 1908 / México, 1963 ]