Psicoanálisis: preguntas desde Chile.
Estimado Marcelo, quisiera hacerte algunas peguntas para saber tu
opinión, (no es para formarme una a base de tuya, solo que me interesan tus
respuestas e ideas por lo ludicas y rupturistas que son) me divierte mucho
escucharte/leerte. Las preguntas son en relación al psicoanálisis, y que
supongo que solo le interesarían a psicoanalistas. David Bros / Chile.
¿Crees que sea coherente algún consenso
en la teoría psicoanalítica o entre los distintos autores, al menos los más
clásicos o no son homologables ni relacionables?
Hablar de “consenso” creo que puede resultar un harto pretensioso. Me
parece que se pueden extraer conceptos de todos los autores, pero homologables
no es lícito –a mi entender- de un paradigma. Freud era cartesiano; Lacan está
instalado en otro paradigma. Klein no se puede comparar con Winnicott y los dos
eran ingleses. Es como pensar que podemos comparar a Copérnico con Newton o a
Galileo con Einstein. Son paradigmas diferentes. Por otro lado: si bien Lacan
no existe sin Freud; tampoco Freud sin Lacan: por lo tanto no podemos los
lacanianos leer a Freud sin la enseñanza que aportó Lacan. Es otro Freud.
¿Qué opinas que se enseñe teoría
psicoanalítica en carreras como por ejemplo, psicología, considerándola solo
como un enfoque psicológico, siendo que los mismos psicoanalistas se distinguen
de los psicólogos o de la psicología?
Pienso que está bien porque en las carreras de Psicología también se enseña
Neurofisiologia y nadie será médico neurólogo. O en las carreras de Arte se
enseña Filosofía o en Filosofía se enseña Arte. Lo que tiene que quedarnos
claro, como bien decís, que el psicoanálisis NO es una escuela psicológica.
Pero insisto: es como pensar que las Neurociencias o la Estadística (que
también se enseña en Psicología) es una versión de la Psicología, o viceversa.
El psicoanálisis nace como psicología freudiana (de hecho Freud habló de “psicología”)
pero con Lacan rompe epistemológicamente con eso.
Respecto de la lectura de la Obra de
Lacan ¿Hay más de una manera de leerlo? ¿Crees que hay alguna forma correcta de
leerlo? ¿Es cierto que las versiones oficiales están mal redactadas? si así
fuera ¿Esto dificulta la concepción de su teoría a quien quiera acceder a ella?
Respondo primero parafraseando a Jorge Luis Borges: si un libro no está
destinado para alguien, mejor abandonar su lectura. El verbo “leer” no debe ser
imperativo, decía el Maestro, porque
sólo puede hacerse por placer. De lo contrario nada nace. Por lo tanto
no podría decir si hay modos correctos de entrar a la obra de Lacan. Yo lo
conocí a partir del Seminario XI cuando estudiaba Ingeniera en la U.T.N. Otros
entraron por los Escritos que son mucho más encriptados y que, de hecho, no
fueron escritos nunca, sino conferencias. Algunas versiones tienen errores de
traducción; los Seminarios fueron tomados a mano alzada por sus alumnos, ni
siquiera grabados, así que es imposible una versión posta de ellos. Por otro
lado Lacan nunca autorizó la publicación de tales. Yo creo que cada uno debe entrar a cualquier texto (no sólo de Lacan) como mejor le plazca. Incluso muchas veces se entra con odio, y es la mejor manera.
¿Crees que hoy en día, la psiquiatría
está divorciada del psicoanálisis?
Hay psiquiatras que funcionan como analistas: no medican obviamente y se
formaron y forman en los textos de Freud y Lacan. Esos no son, obviamente, los
psiquiatras a los que te estarás refiriendo. Después tenemos un eslabón
intermedio entre psiquiatras que gustan del psicoanálisis pero aún siguen
medicando por miedo (obviamente siempre es por algo narcisístico olvidándose
del dolor del Sujeto) o simplemente porque no terminan de creer en la causa
freudiana o quizás porque creen que el analizante de vez en cuando puede ser medicado sin que eso interfiera en la transferencia analítica. El psiquiatra es un médico. En Argentina –a diferencia que EUA donde
muchos psiquiatras se dicen analistas sin haberse formado como tal- el
psiquiatra tiene su campo bien delimitado. Si bien dentro del rubro médico es
el último eslabón (estudiar medicina y dedicarse a la psiquiatría es una
herejía), no deja de ser un profesional de la Salud. Y, como sabemos, en
psicoanálisis no hay Salud y menos Mental: hay ética del Goce. Por otro lado nunca
podría estar divorciada la psiquiatría del psicoanálisis porque nunca se han
casado. Lacan era psiquiatra, pero empezó a ser Lacan cuando reformuló a Freud y abandonó por completo la medicina. En su pequeña y magristral conferencia Psicoanálisis y Medicina, expone claramente la falla epistemosomática de ésta última que no toma en cuenta las dos variables con que el sujeto se aproxima al análisis: Demanda y Goce.
Sobre el auge que ha tenido la
neurociencia esta ultima década ¿Esta atenta con extinguir la figura del
psicoanalista? ¿Crees que esto hace que el psicoanalista se aferre cada vez más
a un enfoque biológico como sustento teórico?
El psicoanalista que se aferra a lo biológico no es psicoanalista. Lacan
nunca descuidó el plano biológico, no era un necio. De hecho al espejo cóncavo del
Estadio lo llamo “córtex”. Eso no quiere decir que lo biológico determine a un
sujeto, de hecho –y como sabemos- no es así: es el Lenguaje, es el (deseo del) Otro.
Por otro lado, que la población mundial tienda a la ciencia (y a su
medicalización, vía los laboratorios que son parte del dominio de la economía
capitalista), es asunto de la sociología poblacional y sus avatares
conyunturales.
El psicoanálisis es un síntoma, no una solución. Porque la
neurosis es estructural y no tiene cura, por eso no hay ni salud ni enfermedad.
Por lo tanto Freud vino a traer “la peste”, y no la medicación. El analizante
que semana tras semana se aventura a la pregunta por su Verdad, y que encima
paga para eso, es casi un hereje social. En términos de deseo, diría que es un kamikaze,
porque –como también sabemos- el deseo es algo a lo que el neurótico le huye.
De allí que se defiende permanentemente. La neurociencia es uno de los modos de
esa defensa, de postergar la inevitable Castración que acontece; o –como decía
Antonin Artaud, la sideración de nuestro
Espíritu.
¿Por que (mirado desde el exterior) da la
impresión que el psicoanálisis tiene mayor fuerza en Argentina que en cualquier
otra parte de América, y en especial en Buenos Aires, a diferencia de otros
países, como Chile o Colombia por ejemplo? ¿idiosincrasia, cultura, influencia
europea, razones políticas, etc?
Ya me han hecho esa pregunta un par de veces. Buenos Aires –incluso antes
que Paris- es la ciudad de mayor auge psicoanalítico. Hay historiadores, como Hugo
Vezzetti, que pudieron escribir algo de esto. Yo no podría responder en términos
sociológicos.
Si el psicoanalista se autoriza a si
mismo, y el discurso del analista es contrario al discurso universitario, ¿Crees a pesar de ello que debe haber un
sistema formal para la formación de analistas? ¿Los sistemas actuales, como
centros con convenios IPA, APA, ICHPA, etc, son sistemas privilegiados respecto
de otras formas de acercarse al psicoanálisis como alternativa de formación? ¿Crees
que hay quienes se autodenominan analistas, solo por un titulo o diploma, pero
que en realidad no son analistas?
El psicoanalista se autoriza ante otros, como todos los oficios. Un señor
puede pintar muy bien (pongamos por caso que “muy bien” quiere decir “al menos
no es para el ceso de basura”) o un escritor puede ser un gran poeta; pero si
no otorga su obra –si no extiende su saber-hacer ante sus otros- no queda
autorizado puesto que sólo puede ser nombrado dentro del lazo que lo une con sus
colegas. Un significante por sí mismo no significa nada. Ahora bien: una
Escuela psicoanalítica no garantiza –a mi entender- esto ni mucho menos. De
hecho conozco analistas de escuelas que no tienen analizantes y viven de sus
maridos o esposas y creen que son analistas por el sólo hecho de estar alojados
allí. Y ni hablar, obviamente, de lo “bueno” o “malo que puedan ser en su
clínica: nada garantiza eso. Fundar una Escuela es un acto político, como todo
acto del sujeto. Las Escuelas eran la solución que Lacan encontró para
separarse de la IPA y de los Freudianos que con sus patéticos axiomas de hace
doscientos años, pensaban al psicoanálisis como una religión. De hecho hoy aún
algunos –incluso lacanianos- lo siguen pensando así. La Escuela otorga dos títulos:
AME y AE, que son significantes que se les pide al Otro para que atestigüe que
el Otro está barrado, inusual paradoja. Partiendo de aquí ya no estoy de
acuerdo con esos títulos que se agregan al apellido del analista. Pero -claro- esto también es fantasma: lo dice alguien que nunca fue a ningún acto de colación en ninguna institución académica. La experiencia
de Escuela es subjetiva, por lo tanto cada analista deberá sacar sus
conclusiones de eso. La enseñanza en psicoanálisis sólo es bajo transferencia.
Hay quienes hacen transferencia con autores, otros con apellidos, otros con un
discurso, otros con una Escuela. El psicoanálisis es así y no puede borrar con
el codo lo que Freud escribió con su puño. De allí a creer que pertenecer a una
Escuela habilita ipso facto a ser analista me parece que es un simple delirio megalómano
que, como todo síntoma, es defensa contra la Castración.
¿Crees que hay alguna manera ideal o
forma privilegiada para que un psicoanalista pueda obtener pacientes?
El príncipe azul, destiñe. El Ideal es un fantasma.
Para algunos es ideal Buenos Aires para
ejercer psicoanálisis; para otros es Paris, para otros es un consultorio cerca
de un río donde no falte un balcón. No hay fórmulas. Si decoramos el
consultorio en función de lo que –nuestro fantasma mediante- pensamos que le va
a gustar al potencial paciente, es como pensar que un escritor escribe pensando
en su lector. Obtener analizantes es tan contingente como enamorarse o como la arbitrariedad
que existe en el signo lingüístico Saussuariano al que Lacan subvierte. La pulsión, el goce, la angustia, no tienen
nada que ver con el Ideal. Y esto son los parámetros con los que se mueve
nuestra clínica. Muchas veces lo que deseamos no es lo Ideal.
Marcelo A. Pérez
XI / 2016
ARTES VISUALES:
Sixto Aurelio Salas
[ Tucumán, Argentina / 1924 ]