Amor e Inconsciente. Lenguaje y LaLengua.
Por lo
general, se enuncia que el lenguaje sirve para la comunicación. ¿Comunicación a propósito de qué, debemos preguntarnos, a propósito de cuáles ellos?. La
comunicación implica la referencia. Sólo una cosa está clara: el lenguaje no es
más que lo que el discurso científico elabora para dar cuenta de lo que yo
llamo lalengua. Lalengua sirve para otras cosas muy diferentes de la comunicación.
Nos lo ha mostrado la experiencia del inconsciente, en cuanto está hecho de lalengua, esta lalengua que escribo en una sola palabra, como saben, para designar
lo que es el asunto de cada quién, lalengua
llamada, y no en balde, materna.
Si la
comunicación se aproxima a lo que efectivamente se ejerce en el goce de lalengua, es porque implica la réplica,
dicho de otra manera, el diálogo. Pero, ¿lalengua
sirve primero para el diálogo? Como lo articulé en otros tiempos, nada es menos
seguro.
(…)
Si dije que el
lenguaje es aquello como lo cual el inconsciente está estructurado, es de
seguro porque el lenguaje, en primer lugar, no existe. El lenguaje es lo que se
procura saber respecto de la función de lalengua.
Es cierto que
así lo aborda el propio discurso científico, aunque no hay que olvidar que le
es difícil realizarlo plenamente porque desconoce el inconsciente. El
inconsciente es testimonio de un saber en tanto que en gran parte escapa al ser
que habla. Este ser permite dar cuenta de hasta dónde llegan los efectos de lalengua por el hecho de que presenta toda
suerte de afectos que permanecen enigmáticos. Estos afectos son el resultado de
la presencia de lalengua en tanto que
articula cosas de saber que van mucho más allá de lo que el ser que habla
soporta de saber enunciado.
El lenguaje
sin duda está hecho de lalengua. Es
una elucubración de saber sobre lalengua.
Pero el inconsciente es un saber, una habilidad, un savoir-faire con lalengua. Y lo que se sabe hacer con lalengua rebasa con mucho aquello de que
puede darse cuenta en nombre del lenguaje.
(…)
Todo amor, por
no subsistir sino con el cesa de no escribirse, tiende a desplazar la negación
al no cesa de escribirse, no cesa, no cesará. Tal el sustituto que —por vía de
la existencia del inconsciente, y no de la relación sexual, que son distintas—
hace el destino y también el drama del amor.
Por la hora
que es, la hora en que normalmente deseo despedirme, no seguiré más adelante;
indicaré solamente que lo dicho del odio no corresponde al plano con que se
articula la aprehensión del saber inconsciente.
Es imposible
que el sujeto no desee no saber demasiado en lo tocante a este encuentro
eminentemente contingente con el otro. Por eso, del otro pasa al ser prendido a
él. La relación del ser con el ser no es la relación de armonía que desde
siempre, no se sabe muy bien por qué, nos adereza una tradición en la que Aristóteles,
que no ve en ella más que goce supremo, confluye con el cristianismo, para
quien es beatitud.
Esto es
prenderse en la aprehensión de un espejismo. El amor es quien aborda en el
encuentro al ser como tal. El amor que aborda al ser, ¿no surge de allí lo que
hace del ser aquello que sólo se sostiene por errarse? Hablé de ratas hace
poco, era eso mismo. No por nada se eligió a la rata. Se eligió porque con ella
es fácil hacer una unidad: a la rata se la errata. Ya me di cuenta en una época
en que tenía conserje, cuando vivía en la rue
de la Pompe: aquel hombre nunca erraba una rata. Las errataba todas. Tenía
por la rata un odio igual al ser de la rata.
Abordar al
ser, ¿no estriba en esto lo extremo del amor, el más grande amor? Y el más
grande amor —es claro que no lo descubrió la experiencia analítica, su reflejo
se percibe muy bien en la modulación eterna de los temas sobre el amor— el más
grande amor acaba en el odio.
Ya está, los
dejo.
¿Les digo
hasta el año que viene? Fíjense que nunca lo he dicho. Por una razón muy
simple, y es que nunca he sabido, en veinte años, si iba a seguir el año
siguiente. Eso forma parte de mi destino de objeto
a.
Jacques Lacan
[ Paris, 1901 / 1981 ]
Seminario XX: Aún. Encore.
Clase del 26 de Junio de 1973
La rata en el laberinto
ARTES PLÁSTICAS:
Juan Ezcurdia
[ México, 1962 ]