Pulsión no es Instinto.
Me llegan siempre algunos correos en relación al concepto Freudiano de Pulsión.
Hemos escrito mucho en esta Blog sobre él. Incluso un posteo muy extenso sobre la cuestión técnica/clínica y teórica:
Quiero aclarar una vez más que no existe nada natural en el ser que habla, incluso respirar o comer o defecar, no tienen nada de natural cuando se entra al Lenguaje, a la cultura. Por eso un sujeto puede estar sin cagar o sin comer por mucho tiempo o ahogarse en un ascensor por más que exista "naturalmente" aire suficiente para respirar: se llama fobia. El otro día un colega, supervisando conmigo a un analizante, me decía que su analizante pensaba que la enfermedad era algo natural. Mi colega, que además de ser psicoanalista es médico, le respondió con una obviedad: "Si la gripe es natural, para qué recurris al parecetamol o al ibuprofeno?"- Es decir: el hecho de que haya medicina, de que haya discurso médico, ya nos está indicando que nada es natural. Sino el sujeto debería "curarse" (o sanarse, como dirían los Griegos) sólo, naturalmente, sin recursos químicos.
No hay nada más antinatural que comer o cojer en el ser que habla; habría que recordar que el animal sólo puede cojer por instinto; es decir: si la hembra está en celo; y que además sólo coje sin fantasma mediante; o habría que recordar que el único ser que se masturba es el ser humano -los monos tienen onanismo pero no masturbación-.
El sólo hecho de que el sujeto bese -y encuentre un placer en eso- ya es razón suficiente para entender que nada de instintual hay en el acto sexual. El animal no conoce placer alguno. Todo lo que hace lo hace gobernado por su instinto. Por otro lado: suponer que hay instinto en el sujeto es suponer que el humano se mueve no sólo con leyes naturales sino también que hay una "conservación" que el sujeto mismo pregona; cuando es todo lo contrario: gracias a su Narcisismo, el sujeto pierde bienes, amistades, amores, y gana "enfermedades" por doquier. Nada más lejos que "conservación" y mucho menos de la especie. Miles de guerras en toda la Historia atestiguan lo contrario.
La noción de instinto implicaría pensar que no hay significantes, que no hay Lenguaje. El animal sabe perfectamente qué objeto le conviene, cuándo obtenerlo, dónde y cómo. Un ave puede obtener su presa sin titubear un segundo, cazándola a miles de metros, tomándola desde el lugar exacto del cuerpo donde colocar su aguijón para paralizarla. Vamos a un ejemplo más simple: cualquiera que tiene un perro y lo lleva a pasear, sabe que en la segunda vuelta el animal ya conoce perfectamente, al regreso, cuál es la puerta de todas las que están en la cuadra, que él debe entrar. No sólo eso: sabe cuál es la puerta del departamento, cuando llega al piso. ¿Cómo? Si el canino no ve: no ve fachadas, no ve más allá del umbral de sus ojos. Incluso sabe qué recorrido implementa su dueño... Si su dueño lo acostumbra, incluso, a determinados horarios (cuando él llega o tiempos para sacarlo a pasear) el perro sabe -sin conocer el reloj- en qué momento acontecerá ese hecho todos los días del año. Ese saber es el instinto; saber que en el sujeto del lenguaje está totalmente perdido. Y estamos hablando de un perro que ya está neurotizado; ni hablar de una cucaracha o un pez.
Muchas veces al sujeto le conviene creer que tiene instinto. Incluso instinto maternal. Como le conviene creer que tiene "buenas intenciones". No hace falta leer a Freud -los economistas siempre lo supieron, por ejemplo- para entender que ningún sujeto sobre esta tierra hace nada que no sea POR él. Incluso, y más todavía, aquellos autodenominados "altruistas". Por algo Lacan decía que si queremos encontrar el mayor engaño lo busquemos en el amor. Nada más ficcional. De allí que a los analistas nos cause cierta risa cuando escuchamos decir "lo hago por su bien" o "lo hago porque la amo"; esto es discurso de personas poco analizadas que aún no cayeron en la cuenta que lo que enuncian es un perfecta Denegación, al más estilo Perverso, sin hacerse cargo en lo más mínimo de cómo quieren tenerla más larga USANDO al otro o en función del otro. Esto quiere decir, que si el sujeto hace todo por y para él; que el FALO es el dominante de la escena. Es decir: el sujeto intentará posicionarse fálicamente -incluso haciéndonos creer que lo que hace lo hace por otro/s- siempre anulando su "instinto de conservación" y empujado por la Pulsión, siempre de muerte, que lo puede llevar incluso a su propia destrucción.
Cierro con estos breves párrafos del marxista lacaniano S. Zizek. MAP
Tomemos la noción freudiana de la “pulsión de muerte”. Hemos de abstraer por supuesto el biologismo de Freud: “pulsión de muerte” no es un hecho biológico, sino una noción que indica que el aparato psíquico humano está subordinado a un automatismo de repetición ciego más allá de la búsqueda del placer, de la autoconservación, de la conformidad del hombre con su medio. El hombre es –Hegel dixit- “un animal enfermo de muerte”, un animal extorsionado por un insaciable parásito (razón, logos, lenguaje). Según esta perspectiva, la “pulsión de muerte”, esta dimensión de radical negatividad, no puede ser reducida a una expresión de las condiciones sociales enajenadas, sino que define la condition humaine en cuanto tal. No hay solución ni escape, lo que hay que hacer no es “superarla”, “abolirla”, sino llegar a un acuerdo con ello, aprender a reconocerla en su dimensión aterrradora y después, con base en este reconocimiento fundamental, tratar de articular un modus vivendi con ello.
Toda “cultura” es en cierto modo una formación-reacción, un intento de limitar, de canalizar, de cultivar este desequilibrio, este núcleo traumático, este antagonismo radical por medio del cual el hombre corta su cordón umbilical con la naturaleza, con la homeostasis animal. No es sólo que la meta ya no consista en abolir este antagonismo pulsional, sino que la aspiración de abolirlo es precisamente la fuente de la tentación totalitaria. Los mayores asesinatos de masas y holocaustos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como ser armónico, de un Hombre Nuevo sin tensión antagónica.
Antígona “va hasta el límite, “no cede a su deseo” (Lacan) y se convierte, en esta persistencia, en la “pulsión de muerte”, en el ser-para-la-muerte, aterradoramente despiadada, excluida del círculo de los sentimientos y consideraciones diarios, de las pasiones y temores.
Slavoj Zizek
Sobre la pulsión de muerte, fragmento.
ARTE:
Ricardo Carpani
[ Tigre, 1930 / Buenos Aires, 1997 ]