Filosofía: la Nada, el Suicidio, el Insomnio: Lévinas y Heidegger.
Profesor: El
tema es la nada. Yo les había contado en nuestros primeros encuentros que
Lévinas, en relación con Heidegger, tenía el matiz diferencial de considerar
que la amenaza que se cernía, la amenaza que pendía sobre el sujeto no era
tanto su reducción a la nada como, en cambio, el grado de empastamiento, el
grado de llenado que tiene con respecto a sí mismo. ¿Lo recuerdan todos? Ahora,
este texto en realidad son unas conferencias, están editadas como texto de
Lévinas, y se llama El tiempo y el otro:
están editadas por Paidós en español. Son unas conferencias, pues, que Lévinas
dio en un grupo, que creo que se reunía los lunes, y que en la posguerra
(estamos en la inmediata posguerra, en 1947), en esas reuniones juntaba a figuras
tales como Kojève, como Koyré, como Bataille, como Michel Leiris, seguramente
un joven Lacan. Es decir, eran reuniones que juntaban a figuras connotadas de
la inteligencia francesa, y todos estaban, ciertamente, bajo la crisis del
pensamiento heideggeriano, pero, al mismo tiempo, profundamente interpelados
por él, por este pensamiento. Recuerden ustedes que para esta época la
transmisión de Heidegger se hace bajo la figura de Dubuffet: fue un personaje
muy interesante porque fue un gran pintor, es el representante del denominado arte
bruto, arte feo en Francia; al mismo tiempo fue paciente de Lacan, también fue
el transmisor del pensamiento de Heidegger a Francia como analizado, como
paciente de Lacan. Miren qué interesante: él, como paciente de Lacan, obró de
ese modo: como ariete, como pieza de recepción. Una de sus pinturas más
importantes se llama La vaca, y
Dubuffet tiene una correspondencia muy interesante con Witold Gombrowicz.
Bueno,
entonces estamos con el tema de la nada. Ahora, justamente ustedes saben que
para Heidegger la nada (sobre todo el primer Heidegger) era un verbo: la nada
nadea. No es un sustantivo, es un verbo. Y luego esta idea de la nada en tanto
que verbo tiene profundo parentesco con el ser, no es casual que luego Sartre
hable del ser y la nada, porque el ser y la nada justamente comparten la noción
de modalizarse en una forma verbal. Casi uno podría decir que el ser en
Heidegger deja de ser un sustantivo y es un verbo, y que la nada también tiene
un carácter de acción. Ahora, el experimento mental que nos propone Lévinas en
este texto, y que después él retoma en un texto que se llama De la existencia al existente, es pensar
la nada (y esto es muy interesante)…, ustedes saben que en Heidegger hay una
diferencia entre el existir (o la existencia) y el existente, entre aquello que
existe y el acto de existir. Esto, lo habrán visto con Hernán, es lo que se
suele llamar la diferencia ontológica: el ser, la gran pregunta para Heidegger,
está más del lado del preguntar por el existir (o por la existencia) y no por
el existente. Ahora bien, y esto es muy interesante porque es un pensamiento de
postguerra, la pregunta de Lévinas es: ¿puede existir un existir o una
existencia sin existente? Les doy un ratito para pensarla. ¿Puede existir (es
formulable, es dable, es posible pensar) el existir o una existencia sin
existente?
Intervención:
Inaudible.
Profesor:
No, no, acá no estamos hablando del otro, acá no pienses en el problema del
otro. ¿Podemos imaginar un existir o una existencia sin un sujeto que la porte,
sin que esté “encarnada”? Les adelanto la respuesta. Para Lévinas, y acá viene
un eje, un experimento mental muy interesante, es efectivamente posible pensar
un existir o una existencia sin alguien que exista, sin un existente. Para
Heidegger esto está proscripto, esto no puede ser, Heidegger dice que es
ridículo pensar una existencia o un existir sin un existente que porte o que
cargue esta existencia. Ahora bien, Lévinas dice, y esto nos convoca a un
ejercicio, que uno puede pensar en la destrucción de los seres, las cosas y las
personas, y lo que restaría, lo que quedaría sería una Stimmung, una atmósfera, una presencia, un ser como presencia pero
donde ya no hay nada. Si ustedes quieren para pensar este experimento: los que
hayan visto por ejemplo la película Solarisde
Tarkovsky, basada en el libro de Stanislaw Lem; o piensen en el sentimiento
oceánico de Freud para referirse a la religión; o hagan un ejercicio casi
artístico o metafísico. Sería como pensar una destrucción de todos los seres y
todas las cosas pero donde quedara una presencia. Es decir, Lévinas dice que
efectivamente puede haber un existir, una existencia sin que haya nada que
exista. Es muy interesante cómo describe este ejercicio y lo que ocurriría, y
dice: “¿Cómo aproximarnos a este existir sin existencia? Imaginemos el retorno
a la nada de todas las cosas, seres y personas. ¿Nos encontramos entonces con
la pura nada? Tras esa destrucción imaginaria de todas las cosas no queda ninguna
cosa sino el hecho que hay”. Y acá viene una de las figuras más inquietantes
que plantea Lévinas en 1947: que existe algo así como el ‘Il y a’, es decir, hay. No hay nada en el sentido de cosas,
pero hay. Esta figura aterrorizante y
desubjetivizante de Lévinas: el hay
que asedia al sujeto, que es devastador a nivel subjetivo. Como diría
Nietzsche: el desierto crece. El avance, la desertificación de la existencia
sería este hay. Es decir, el mero hay. Pero fíjense que no es la nada como lo
opuesto al existir, es peor, es el puro existir, es el absurdo de la
existencia. ¿Qué es lo que está diciendo Lévinas acá? Que lo peor no es la
nada, lo peor, si uno lo quiere llamar así, es la mera existencia. Llámenlo
supervivencia, llámenlo ‘mera vida’ (como lo va a denominar Agamben) mucho
después. Es muy interesante lo que está diciendo y yo quiero que vean lo que
está en juego acá. Está en juego que no es que está planteando que el peligro
es la nada, el peligro es el il y a,
el hay. Acá la cuestión es que la
vida desnuda es el peligro, no la ausencia de todo, la mera pervivencia.
Intervención:
Pero la vida desnuda tiene un sustrato que es el ser biológico: el vivo que no
tiene vida completa, es el musulmán. Ahí no habría un no existente, habría un
existente particular.
Profesor:
Está muy bien lo que señalás, muy buen comentario. La noción de Lévinas de que hay, y que de lo que habla es del
existir y de la existencia, tiene una connotación biológica, sobre todo si
nosotros contrastamos esta teoría. Cuando digo ‘contrastamos’ me refiero
epistemológicamente: no es oponer. Si contrastamos esto que vimos con aquella Reflexión sobre el hitlerismo…, a ver, pensemos
que hay que verlo en una continuidad, lo que está hablando es de la mera vida
que efectivamente tiene un anclaje biológico, pero acá Lévinas como está
discutiendo con Heidegger le está diciendo a Heidegger que su propio concepto
de existir o de existente, el verbo, el continuar existiendo, que sí, muy bien,
tiene una connotación biológica pero no solamente biológica, es el existir, el
persistir, esta línea es lo que amenaza al sujeto. Ustedes pueden darse cuenta
ahora del grado de subversión sobre los postulados heideggerianos y la cuña que
está metiendo Lévinas y la manera inteligente en que lo hace. No está
desarmando el argumento de Heidegger diciendo que es improcedente. Acá lo que
Lévinas está diciendo es que él no cree en la diferencia ontológica, sino que
cree en la separación ontológica. O sea, Lévinas radicaliza lo de Heidegger
diciendo que no hay una diferencia ontológica entre existir y el existente,
sino que hay una separación. Entonces, dice Lévinas: ‘yo propongo pensar esto,
incluso fuera de cualquier existente que lo porte o lleve la existencia’. La
existencia antes de que sea tomada por un existente. Por eso les digo que es un
experimento mental muy interesante. Y por eso los remitía a fuentes literarias,
que son las que nos proveen los recursos para pensar estas cuestiones. Por eso
les hablaba de Solaris, de Freud, de
algunos conceptos de Freud metafóricos. Es decir, hay que ir a la literatura,
hay que ir a la poesía, a cuestiones que vayan más allá de un acercamiento
positivista para poder pensar, tomando siempre la idea de Kant de que pensar no
es conocer.
Profesor: ...Y ahora viene algo que yo creo que a ustedes les va a interesar bastante.
Uno de los ejemplos, y lo han tomado muchas veces…, una vez un psicoanalista de
esta casa (Carlos Antar) me pidió material para escribir un artículo, hace ya
unos diez años, sobre el tema del insomnio. El ejemplo que da él es el
insomnio. Es brillante haber elegido el tema del insomnio, luego él cuenta
después en un libro aparte que el sufría de insomnio. Y el insomnio
precisamente tiene esta paradoja, para ver esta cuestión del ser, que yo sé que
es difícil verla sobre todo porque invierte algunos de los supuestos a los que
estamos acostumbrados nosotros en
general. El insomnio es justamente interesante porque de lo que no podemos
escapar en el insomnio es de ser, de
sustraernos, no estamos mal porque estamos desfalleciendo, durmiendo, dejando
de ser. ¿Por qué estamos mal? Porque estamos siendo demasiado ser conscientes.
Querríamos en ese momento tomarnos un somnífero y dormirnos. De nuevo mismo
modelo: lo que nos está afectando no es la cesación en el ser, sino al revés:
el seguir estando en esa circularidad del ser, no poder dejar de ser. Él toma
al insomnio como ejemplo. Escribe Lévinas: “intentemos aproximarnos a esta
misma situación por otro camino. Sea el caso del insomnio. No se trata esta vez
de una experiencia imaginaria. Lo característico del insomnio es la conciencia
de que no hay descanso final, es decir, de que no hay medio alguno de abandonar
la vigilia en la que nos mantenemos. Vigilia sin objeto [¡terrible!]. Mientras
estamos fijos perdemos la noción de nuestro punto de partida y de llegada [por
eso habla de circularidad]. El presente queda adherido al pasado, es todo él
herencia del pasado, sin ninguna renovación. Siempre el mismo presente o el
mismo pasado que dura –un recuerdo sería ya una liberación de ese pasado-. El
tiempo no parte aquí de punto alguno, tampoco se aleja ni se difumina. Sólo los
ruidos exteriores que pueden dejar huellas en el insomnio introducen comienzos
en esta situación sin principio ni fin, en esta inmortalidad de la que es
imposible escapar, como sucede con el hay
o la existencia impersonal de la que acabamos de hablar”. Vigilia absoluta,
vigilia sin objeto, sin comienzo ni final. “El hay [el il y a], y el
modo que tiene el existir de afirmarse en su propia aniquilación, se
caracterizan por una vigilia sin recurso posible al sueño”. La palabra
‘vigilia’ está relacionada, ustedes saben, con la palabra velar: como velar un
muerto, como estar despierto, como un soldado. Es de la misma familia. Es muy
interesante rescatar esta palabra: vigilia, velar. Es una situación de imposibilidad
de descanso. Y acá quiero, por un momento y vamos a ver, la idea que tiene
Lévinas, que la vamos a volver a ver porque sobre todo creo que va a ser de
vuestro interés, la idea del sueño en Lévinas. Lo voy a decir de una vez: para
que haya sujeto tiene que haber posibilidad de sueño. O sea, el que no corta,
el que no puede interrumpir: sin esa interrupción no hay sujeto. Hay que poder
dormir, en un sentido muy general. Nunca aparece en Lévinas el tema del
contenido del sueño, aparece el sueño como acto de dormir. Yo creo que puede
ser una mejor traducción el dormir que el sueño. Es más el acto de dormir que
el sueño mismo. “Vigilia sin recurso a la inconciencia, sin posibilidad de
retirarse al sueño como a un dominio privado”. Sin posibilidad de hacer este
retroceso. “Tal existir no es un en sí, que significaría ya la paz; es
precisamente ausencia de todo sí mismo, es un sin-sí-mismo”. Este sujeto que no
duerme, esta pura existencia es la ausencia de un sí mismo. “Podemos, de este
modo, definir al existir mediante la noción de eternidad, ya que el existir sin
existente carece de punto de partida (…) el existir sin existente que llamo hay es el lugar en el que se va a
producir la hipóstasis”. Como les dije
antes, la hipóstasis es el movimiento por el cual un existente adquiere la
existencia. Por supuesto acá hay como una contradicción porque cómo puede haber
un existente que adquiera la existencia antes que se haya constituido. Bueno,
ahí hay que pensarlo en términos que quizás van más allá de esta cuestión
lógica.
Ahora,
en un pasaje clave va a nombrar una obra de Shakespeare. No la voy a nombrar.
Ya sé que saben de cuál hablo, pero no la digan, porque por ahí para excederse
en secularidad y en cientificismo la van a decir. La obra, por supuesto, es la
obra que comienza con M: una obra de las brujas, en Escocia. Va a aparecer esa
obra pero no la vamos a nombrar. Entonces el il y a “consiste en promover una noción de ser sin nada [fíjense
qué fascinante esta definición, es algo terrorífico], que no deja aberturas,
que no permite escapar. Y esta imposibilidad de la nada [fíjense que el peligro
no es la nada sino la imposibilidad de la nada] determina incluso el suicidio,
que es el último poder sobre el ser al que se puede aspirar, su función de
dominación”. Es decir, el último recurso para afirmarse contra esta mera
existencia es un acto como el suicidio en el cual un sujeto, incluso, puede
afirmar su soberanía, paradójicamente. Interesante lectura: invierte la noción
del suicidio. Suicidio sería el último poder que le quedaría al sujeto sobre su
existir. “ya no somos dueños de nada, es decir, estamos en pleno absurdo. El
suicidio se presenta como recurso último ante el absurdo –el suicidio en la
acepción más amplia del término, que comprende también la lucha desesperada, aunque
lúcida de Macbeth, que combate incluso cuando ya han comprendido la inutilidad
del combate-”. Cuando se le viene el bosque, ¿se acuerdan? “Este poder –esta
posibilidad de encontrar un sentido a la existencia mediante la posibilidad del
suicidio- es un hecho constante de la tragedia: el grito de Julieta en el acto
tercero de Romeo y Julieta–‘aún
conservo el poder de morir’- es aún un triunfo sobre la fatalidad”. Es decir,
frente al ser, frente a la fatalidad lo que dice Julieta es que le queda
todavía la posibilidad de morir, es una posibilidad, es una soberanía.
Podríamos decir que la tragedia, en general, no es únicamente la victoria del
destino sobre la libertad, ya que mediante la muerte asumida en el momento de
la supuesta victoria del destino, el individuo escapa a su destino”. O sea, el
suicidio, frente a lo que me es irremediable, es una posibilidad de conjurar
ese destino. Fíjense ustedes en los grandes suicidios (o pequeños también) de
grandes personajes: Paul Celan, Primo Levi. “Por ello, Hamlet es el más allá de
la tragedia o la tragedia de la tragedia. Comprende que el ‘no ser’ puede ser
imposible, y no consigue dominar el absurdo ni siquiera mediante el suicidio”.
Lo que dice Lévinas es que Hamlet está desesperado porque ve que lo que es
imposible es el no ser, tiene que ser, está obligado a seguir siendo. “La
noción de ser irremediablemente y sin salida constituye el absurdo fundamental
del ser”. Esto quiere decir que Lévinas está dándole vuelta a todo, por eso te
costaba ver lo anterior: porque hay que darle vuelta. Lo absurdo no es que uno
va a morir (como en Heidegger) lo absurdo es la vida, que ‘es una herida
absurda’ (dijo alguien). Es muy tanguero Lévinas, en el fondo. “La noción de
ser irremediablemente y sin salida constituye el absurdo fundamental del ser.
El ser es el mal [no la nada], no porque sea finito, sino porque carece de
límites [Ápeiron, en griego]. La
angustia, según Heidegger, es la experiencia de la nada. ¿No se trata más bien
–si por ‘muerte’ entendemos ‘nada’- del hecho de que es imposible morir?”. La
angustia, al revés que para Heidegger, para Lévinas es el hecho de que es
imposible morir.
Intervención:
Yo digo: el poder dormir es la posibilidad de poder descansar, pero es la
posibilidad de poder salirse de esa especie de empecinamiento por ser lo que
uno es.
Profesor:
Totalmente, es un olvido de sí.
Intervención:
Pensaba que Heidegger decía que Occidente es el olvido del ser, ¿no? Y si
Lévinas dice que el ser es el mal, parece una respuesta política a Heidegger lo
que está diciendo, ¿no?
Profesor:
Sí, muy bien. Totalmente.
Intervención:
Como que Occidente es el mal.
Profesor:
Está diciendo que persistir en la idea de ser
convierte a Occidente en el mal. No es que Occidente sea el mal, sino sostener
la idea del ser.
Intervención:
Hay un trastorno que se llama insomnio
maligno, que es un trastorno familiar que consiste justamente en no poder
dormir absolutamente, y en general termina con la muerte en muy pocos días.
Profesor:
Bueno, acá justamente se nos plantea el insomnio como figura de la
imposibilidad de morir. Si queremos verlo como metáfora. Claro, biológicamente
seguro sería la muerte, pero metafóricamente sería otra cosa. Porque uno podría
pensar que en este sentido el sueño es un poco morir. A quien le interese el
tema también hay un libro de Jean-Luc Nancy, afanosamente inspirado en este
texto de 1947, donde aparecen todos estos temas. Se llama La tumba del sueño, el texto de Nancy.
Pablo Dreizik
Vida y Lazo Social: Heidegger y Lévinas.
Seminario de Posgrado, Fac. Filosofía y Letras, UBA
[ Prof. coordinadora: Dra. Mónica B. Cragnolini Profesoras dictantes: Dr. Hernán Candiloro – Dra. Mónica B. Cragnolini
Profesor invitado: Lic. Pablo Dreizik ]
Fragmento -Desgrabación- Clase XII.
Buenos Aires, 22 / VI / 2016
ARTE:
Marc Chagall
[ Vitebsk, 1887 / Saint-Paul-de-Vence, Fr. 1985 ]