Amar y Matar : Crímenes Opuestos.
"Homo Homini Lupus"
Plauto - 254/184 aC
I. Kant decía que el sujeto sufre de 3 apetitos
lamentables:
Ehrsucht: Sed de honores
Herschucht: Dominación
Habsucht: Bienes.
"Yo es (un) otro"
A. Rimbaud
Marcelo
Augusto Pérez:
Gracias por la presentación, gracias a la licenciada por la invitación, para mí
es un honor estar aquí con ustedes. Venía pensando que los argentinos y los
uruguayos tenemos una doble hermandad: una hermandad simbólica, porque nosotros
queremos mucho a los uruguayos, incluso venía por la calle y pensaba que
tenemos el mismo tono (la lalengua);
y la otra hermandad tiene que ver con que todos somos hermanos, porque somos
hijos del lenguaje. Vamos a tratar de ver, en el poquito tiempo que tenemos
(porque en 50 minutos o una hora es muy poco tiempo para plantear todo esto),
que esta cuestión del crimen tiene que ver con esta hermandad. Ustedes ya saben,
desde la Biblia para acá, que los hermanos se matan, y vamos a ver un poquito
qué tiene que ver esta frase que yo puse en la pizarra como una concepción
incluso epistemológica de la categoría de crimen.
Tenemos una frase de Plauto, que
en realidad se le atribuye a Thomas Hobbes en El Leviatán, pero Hobbes sólo la popularizó porque es de Plauto esa
frase. Esta frase Freud la va a citar en El
malestar de la cultura, y Lacan la va a citar en la IV sección del artículo
conferencia que tiene y que se llama: Introducción
teórica a las funciones del psicoanálisis en criminología, qué es la 13ª
conferencia en lengua francesa que dio el 29 de mayo de 1950. Y después anoté
tres términos en alemán de Immanuel Kant (Ehrsucht:
Sed de honores; Herschucht:
Dominación; Habsucht: Bienes). Y una
frase de Rimbaud que dice: “Yo es otro”
o “Yo es un otro”, depende como la
queramos traducir, que Lacan la va a tomar, y yo también, para versar hoy sobre
esto ante ustedes.
Lo primero que pensaba era cuál
es el crimen del psicoanálisis. El crimen que tiene un autor, que se llama
Jacques Lacan. El crimen del psicoanálisis es este, que yo ahora escribí con
una traza azul. [ A/ -Otro barrado- ] Lacan, a partir de la lectura que hizo de
Freud(porque es lo único que él hizo: una lectura de Freud, obviamente
diferencial y diferenciada a otros analistas), mató al otro, lo barró, lo
castró. Hay varias palabras en ese título. Ustedes saben que la palabra
‘crimen’ viene del latín y quiere decir ‘separar’. Para los romanos era
importante, cuando analizaban el crimen, separar a las víctimas del homicida.
El análisis también tiene que ver con esto, después al final vamos a tratar de
unir esto. Pero les decía, que Lacan mató al otro, y que este es el crimen del
psicoanálisis porque hay una cuestión que se conoce como ‘castración’, y que
nos toca como sujetos. Y que tanto matar, amar y crimen, es decir, asesinar,
son hechos culturales, es decir, humanos, netamente humanos. Esto no existe en
el mundo animal, en el mundo de la naturaleza. Yo diría que hablar del mundo de
la naturaleza ya es una especie de abuso, de abusos del lenguaje porque no
existe tampoco. No hay ninguna realidad pre-discursiva para nosotros, nosotros
no podemos avanzar sobre un real. Vamos a suponer un cacho de carne, un riñón,
si no es a partir de lo simbólico. Hay cosas que yo voy a ir diciendo, les pido
por favor que algunas las dejen como asterisco al pié, como siempre sabemos
todo no se puede, y hay cosas que van a quedar pendiente. Ya podremos charlar
un poco en las preguntas pero quizás no las podremos responder.
Entonces les decía que esto es
cultural, y esto quiere decir que el lenguaje, como no hay nada natural, es
anterior al sujeto. Por eso les decía antes que Lacan decía que somos todos
hermanos porque somos hijos de lenguaje. Que el lenguaje sea anterior al sujeto
quiere decir que primero está el otro, el que Freud y Lacan asesinaron, y
después está el sujeto. Esto es un problema para el ser humano porque tiene que
ver con el deseo, tiene que ver con algo del orden del Goce, que Lacan toma de
la jurisprudencia, del derecho, por el tema del usufructo. En el Seminario XX,
que se llama Aún, Lacan lo va a
especificar muy bien. ¿Por qué digo que es un problema para el ser humano?
Porque nosotros creemos que vamos -a la manera de Husserl o de Hegel- atrás de un
objeto de deseo. Es decir, nosotros creemos que este es el tema: “me gusta tal persona, o algo o un coche,
cualquier cosa”, y vamos atrás de eso. Y hasta cierto punto es cierto. El
problema es que vamos detrás de esto, el
objeto causa del deseo que está acá adentro está escondido. Yo siempre
digo: siempre nos vamos a calentar por este imaginario: “que tenga mucha teta, que sea rubia, que sea morocha, que sea petizo,
que sea alto”. Lo que sea. Pero el objeto causa de deseo es lo que está acá
entre paréntesis, y el problema, lo vuelvo a reiterar, es que el sujeto es
deseado, el deseo tiene a un sujeto, no es que nosotros tenemos un deseo,
porque si no sería muy fácil. Y acá es donde Lacan se separa del conductismo.
Porque no es cuestión de decir “No, esto no”, porque el deseo nos toma. ¿Se
entiende? Esto es lo inconsciente, hay algo que nos toma. Esto es una pequeña
introducción que estoy haciendo para que dé marco a la cuestión del título y de
la criminología del asesinato del psicoanálisis.
Entonces, habíamos dicho que
primero está el lenguaje, que en términos imaginarios podríamos decir que es el
otro imaginario (por ejemplo la Madre, o la persona de crianza), y después está
el sujeto. Pero al principio, como ustedes ven no los pongo barrados, es lo que
se conoce como Proto-sujeto o sujeto Protopático que, para decirlo en criollo,
es el cacho de carne, es el real. Las experiencias han demostrado, antes de
Freud incluso, que si a un niño, (el sujeto es un prematuro biológico: a los 8
meses se mieleniza, se cierran las columnas de aire, vainas piramidales,
etcétera), si al sujeto se lo deja sin el cuidado y la palabra del otro, muere
automáticamente. Esto se conoce como marasmo u hospitalismo. Hay muchísimas
experiencias en torno a esto. No sólo el cuidado, porque cuidar cuida una
enfermera (y por eso se conoce como hospitalismo. Incluso hubo reyes de Francia
que han hecho experiencias en ese sentido): es la palabra, lo voy a decir rápidamente y de entrada, el amor del otro; si solamente se lo cuida (se le da todos
los beneficios para una crianza biológica) el sujeto muere. Esto por supuesto
ustedes saben que no ocurre en la vida animal. El lenguaje (porque para Jacques
Lacan el ‘A’ es el matema que simboliza el lenguaje, no es la madre) va a estar
agujereado y automáticamente se va a agujerear al sujeto, es decir, que al
sujeto ya le queda un hueco, un vacío, una hiancia. Hueco por donde va a pasar
este objeto (en realidad no es tan así, el objeto representa la falta misma,
pero vamos a decirlo así en principio), y nos va a permitir que el deseo se
instale en el sujeto. Nosotros no hablamos, voy a decirlo rápidamente aunque
asuste a veces pero yo puedo contar varias experiencias si quieren, no
hablamos, no cagamos, no hacemos pis, no cogemos, no hacemos absolutamente nada
por naturaleza. El autismo, por ejemplo, comprueba que el sujeto no habla por
necesidad. Nosotros hablamos porque hay
un goce en juego en ese hablaje, como
diría Roberto Harari. El animal no. La hembra produce feromonas, el macho
olfatea y tienen sexo. Es así de simple. No imagino, como digo a veces, un
perrito que le diga a la perrita ‘poneme un videito’ u ‘hoy vestite con una
bombachita roja’. No existe eso en el mundo animal. Todo esto que estoy
diciendo tiene que ver con algo que es la palabra: a partir del significante se
produce la entrada del goce en el organismo viviente, y acá entramos en
problemas. Y les quiero dejar, para que tengan en cuenta, que este
significante, este verbo pongo, ‘Amar’, es lo que va a “solucionarnos” (y entre
comillas lo coloco porque es un problema también) este otro problema que
tenemos, porque en realidad estamos medio en el horno con todas estas cosas que
pasan. Porque el deseo nos toma, porque amar
es una solución pero también es un problema, etcétera.
Entonces, fíjense, acá anoté una
frase que dice Lacan en el seminario VI del 3 de junio de 1959: “No
hay otro malestar en la cultura que el malestar del deseo”. En función
de cómo el sujeto se posiciona ante esta falta, ante este hueco que va a
quedar, vamos a poder vectorizar los ejes y la inclinación de su posición
subjetiva. Es decir, que nosotros no vamos a hablar de cuadros o de nosografías
psico-patológicas, sino de inclinación del deseo, o de lo que se va a conocer
como un avatar fálico en lo que también se conoce como el complejo de
castración. Voy a retomar esto en breves minutos así que les pido que tengan un
poco de paciencia para que después se les sumen todos estos conceptos. Para que
exista el maridaje entre el cacho de carne y el lenguaje, es decir, el
casamiento, primero es necesario que el lenguaje se agujere, como dijimos
antes, y que algo penetre. Por eso hablamos de cópula entre el lenguaje y el
sujeto. Aunque ustedes no lo crean, la que penetra acá es la mujer. Esto que se
penetra, que Lacan le va a colocar un matema y le va a decir que es el falo,
los chicos y los egresados de psicología mínimamente tienen que conocer que es
el deseo de la madre. El deseo de la madre es el falo. ¿Qué quiero decir con
esto? ¿O qué quiso decir Freud con esto (porque esto está en 1905 en Tres ensayos para una teoría sexual)?
Quiso decir que la madre no quiere un hijo, la madre quiere un falo. Es más,
porque el psicoanálisis siempre es muy antipático para el padre (ni siquiera
para el marido, para el esposo). Esto está en Freud. Es decir, que la madre por
definición es un sujeto fálico. Madre fálica no es una mala palabra, es una
necesidad para que se produzca la ecuación, porque si no ninguna mujer en el
mundo puede desear tener un hijo. Esto se produce a partir de una cuestión que
está incorporada en el deseo de la madre, que es el nombre del padre. Que no es
el padre, o no necesariamente. Otra de las cosas que les dejo como asterisco al
pié, para seguir charlando porque si no hacemos muchos paréntesis y no llegamos
al punto.
Esta operación de atravesamiento
fálico, que en el Seminario IV:La
relación de objeto Lacan la bautiza, sin previo aviso, como la entrada del
Espíritu Santo, comporta dos operaciones. (yo escribo términos en alemán porque
escribo en términos de Freud): Bejahung
y Ausstossung. La Bejahung es la incorporación del falo y
la Ausstossung es la expulsión del
objeto. Es decir, que cuando se produce el maridaje (y esto queda barrado vía
el atravesamiento fálico) hay una pérdida, que es la que les decía antes, y que
Lacan bautiza como objeto-pequeño-a
que cae. ¿Por qué les decía antes que este es el nombre de la pérdida? Es
decir, esto es sinónimo de pérdida porque se pierde, no está más, se va para
siempre. El ejemplo que podríamos tomar es la placenta, que Lacan bautiza como
órgano amboceptor, porque ¿de quién es la placenta? ¿De la madre o del hijo? De
ninguno y de los dos. Y se pierde, se tiene que perder porque si no se pierde
no pasa nada: no nace el hijo o se muere la madre. Entonces, éste objeto que se
pierde tendríamos que decir que es agujero así, ni siquiera sin la letra en el
medio, tendríamos que pensarlo como un agujero donde la pulsión va a hacer su tour. Es decir, que tanto la pulsión
(que no tiene nada que ver con el instinto), como el deseo son cuestiones
culturales que las dona el otro. Nada de
natural. Una vez, una colega en un mail me hablaba del deseo natural de la
madre. ¿Qué deseo natural? No existe deseo natural, y menos de la madre. Para
que se produzca esta ecuación fálica son necesarias muchas cosas. Por ejemplo,
que la madre tenga el padre muerto en su Edipo; es necesario que se produzcan
muchos mecanismos para que una mujer desee un hijo.
Yo cuando preparé esta charla,
como en general hago, me dije que iba a comenzar con la Tesis Doctoral de Lacan
sobre la psicosis, la paranoia de autopunición, porque viene a cuento por el
contexto en el que tengo que dar esta charla. Pero después cambié, como en
general, y voy a llegar a esa tesis, pero tengo antes que explicar esto para
que se entienda un poquito más. Lo asocio porque el infans (el infans, en
francés, es el que no habla), en principio, va a decir Lacan, es un asujet, es un asujeto, está sujetado, es
un objeto del otro; lo asocié con el tema de la tesis doctoral de Lacan porque
todos somos psicóticos de entrada. Después vamos a ver una diferencia entre
psicosis y locura, porque no es lo mismo, pero en este sentido todos somos
psicóticos porque todos somos objeto del otro. Bueno, voy a saltar un par de
cosas porque no voy a llegar con todo lo que tengo para decirles.
¿Por qué yo coloco el
significante amor en el título de la charla? Después quiero llegar a que
ustedes entiendan que el amor es un crimen igual que el homicidio. Porque de lo
que se trata con el significante fálico que agujerea el cacho de carne y lo
transforma en cuerpo, el cacho de carne no es un cuerpo, es de que produce el
amor y el goce en el sujeto. El amor, obviamente, tampoco es natural, sino que
es cultural. Ya lo dije: no hay nada natural en el sujeto. El problema con el
amor es que es engañoso. Lacan decía: “si ustedes quieren encontrar un
dispositivo, un ámbito de engaño privilegiado, lo van a encontrar en el amor”.
Es un lindo engaño. El 18 de diciembre del 1973, en el Seminario XX, Lacan
dice: “El amor no tiene nada que ver con la verdad”; y este hombre,
que era un erudito, el 15 de enero de 1974 dice: “El amor es la verdad”.
¿Por qué el amor es engañoso y
qué tiene que ver con esta charla? Primero, porque el amor pretende hacer de dos
uno, y eso es un gran engaño en el que todos estamos o queremos estar
sumergidos. Como digo siempre: el amor es
una enfermedad de la que todos nos queremos contagiar. ¿Por qué es
imposible? Porque a partir de esta pérdida, Lacan, en el Seminario XI, va a
inventar el mito de la laminilla, va a jugar con la palabra ‘omelette’, y la va
a escribir así: hommelette, el paréntesis lo pongo yo para que se den cuenta
que en esta palabra está el hombre y la tortilla, el hommelette y la omelette,
el hombre tortilla. ¿Qué es el hombre ‘tortilla’? Lacan dice: para hacer una tortilla hay que romper un huevo,
cuando se rompe ese huevo algo cae indefectiblemente, se pierde y no se
recupera. Ese mito que Lacan nombra como el ‘mito de la laminilla’, se
contrapone al mito platónico de El Banquete,
el mito de Aristófanes, de la complementariedad, de la media naranja que todos
conocemos. Y como decía Isidoro Vegh: ‘a
lo sumo vamos a encontrar un cuarto de mandarina’. Entonces, no hay
complementariedad en el sujeto, Lacan dice varias veces: ‘ojo con hablar de
complementariedad; es suplementariedad’. Se busca lo suplementario, lo que se
fue, lo que se perdió. No lo que nos complementa. Por eso yo les había dicho
antes que acá está el problema. Vamos a decir que esto puede equivaler, en
principio, al yo. Y el problema es que el yo se va a encontrar con otro
hermanito que es el vecinito (el argentino y el uruguayo, por ejemplo) que es
otro yo, y acá estamos en problemas. Porque como decíamos antes: nos peleamos
siempre con el vecino de enfrente o con el de al lado, a lo sumo el del piso de
arriba, pero nunca más allá de eso. Fíjense cómo el prójimo, el semejante está
tan presente en nosotros, y esto Freud lo sabía cuando analizó Duelo y melancolía, para que vayan
relacionando esta cuestión del crimen.
Otro de los temas por los cuales
el amor es un engaño es que amar no quiere más que ser amado. Cuando decimos
‘te amo’ lo que queremos escuchar es ‘te amo’, ni siquiera ‘yo también’, sino
‘te amo’. Esto lo analiza muy bien Roland Barthes en Fragmentos de un discurso amoroso. Como ustedes se dan cuenta, lo
que está en el eje de todo es nuestro narcicismo de todos los días.
Dice Lacan en el seminario XI “si
hay un terreno en el discurso en que el engaño tiene probabilidades de triunfo,
su modelo es el amor”. Ahora bien, y esto también tiene que ver con lo
que se produce en transferencia en un análisis, por definición, para el
psicoanálisis, el acto es fallido. Lacan decía que el acto más logrado es el
fallido. El amor, como ustedes saben, tiene que ver con la palabra, con el ‘Te
amo’: un discurso, un discurso amoroso.
Esta es otra de las cuestiones
por las cuales el amor es un engaño, porque si la palabra es fallida por definición,
y nosotros sabemos que hay un goce en juego, no hablamos para comunicarnos (les
repito: el autista no necesita comunicarse con nadie). Fíjense cómo entramos en
un engaño permanente, en una demanda permanente, el amor no es más que demanda
y la demanda no es más que de amor. La demanda es inconsciente, no es el
pedido. ¿Y cuál es el problema con la demanda y el amor y la transferencia
analítica? Que el neurótico, es decir, el sujeto (‘His majesty the baby’ como decía Freud en uno de sus textos
principales) busca reintegrar esto que perdió, busca reintegrar su producto
porque este objeto pequeño a es mitad
del sujeto y mitad del otro, y este es el problema.
Si yo escribiese todo esto en una
fórmula, en un matema de división subjetiva, que Lacan va a hacer en el
Seminario X que se llama La angustia,
es el cuadro que dividen los americanos: primero el lenguaje, después el
sujeto, se barran, y de esta división queda un resto producto de la operación.
En este primer piso nosotros vamos a encontrar lo que conocemos como goce. Lo
escribo con ‘j’, se escribe con ‘g’, pero el matema de goce, para Lacan, es así
porque viene del francés. Este goce es mítico, es incestuoso, es lo único que
descubre Freud, que el Edipo es incestuoso y parricida: para acostarme con mamá
tengo que matar a papá. Entonces, lo que estamos diciendo es que vía el goce,
vía la palabra, vía el descubrimiento freudiano y vía el complejo de castración,
lo que va a estar adherido a esto es lo que antes habíamos dicho que era el
Nombre del Padre. Bueno, esto es una ley.
Ustedes se darán cuenta que
estamos bordeando todo el tiempo en la cuestión criminal. Hay una ley que el
sujeto tiene que cumplir. Cuando Lacan ingresa al psicoanálisis, que ingresa a
través de su Tesis de Doctorado (Lacan era psiquiatra), ingresa también a
través de Lévi-Strauss y de todos los filósofos e intelectuales franceses de su
época, y Lévi-Strauss, ustedes saben, inventa-descubre
la ley de prohibición del incesto, y dice que es lo que nos separa de la
naturaleza. Es decir, que donde hay
prohibición del incesto hay cultura. Es decir entonces, dice Lacan, le dice
a su amigo Lévi-Strauss: ‘Bueno Claudito,
el tema es que esto no sucede si no hay palabra, porque la nominación surge de
la palabra, de dónde va a surgir si no’. Tengo que saber quién es mi mamá o
mi papá o el tío avuncular, como dice Lévi-Strauss. La ley, que también es
cultural, obviamente, es lo que va a regir en torno a lo que conocíamos antes
como en la castración de este goce incestuoso. Traduzco de otra manera: para
que el sujeto pase de este goce a esta parte del deseo tiene que haber una ley
que diga: No. La ley es la nominación del no: ‘con esta no, con esta sí’. Por
eso, como también dice Oscar Masotta muchas veces: la prohibición del incesto
más que una regla de prohibición es una regla del Don. Producen la exogamia a
partir de la endogamia, que no es más que lo que Freud analizó con su mito Tótem y tabú.
El amor es un acto fallido, es un
crimen fallido, y el homicidio es un crimen logrado. Sólo que el homicidio no
es más que un suicidio proyectado, y esta es la Tesis Doctoral de Lacan. Por
eso escribí una cita de Rimbaud: ‘Yo es otro’. Lacan comienza esta tesis con
una cita de la Ética de Spinoza que
dice “una afección cualquiera de cada individuo difiere de la afección de otro,
tanto como la esencia de uno difiere de la esencia del otro”. Esto está en la Ética de Spinoza de 1675. ¿Por qué Lacan
empezará su tesis doctoral con esta frase spinoziana? Porque esto es lo que nos
diferencia a los psicoanalistas de los psiquiatras (los psiquiatras que no son
psicoanalistas, me refiero), de la medicina o del discurso médico: la
singularidad. ¿Qué va a decir Lacan en esta tesis (como va a decir luego en
otro texto fundamental)? Va a decir que la Psicosis no es un déficit. Yo no
puedo comparar a un psicótico desde mi lugar de neurótico. No es mejor ser
neurótico que ser psicótico, ni mejor ni peor. Y tenemos que diferenciar la
psicosis de la locura. Yo les aclaro que les estoy dando esto en términos híper-súper-ultra-plus
atómicos, porque yo puedo hablar tres horas de esta diferenciación, pero tengo
que ser rápido.
La locura es un adjetivo, es un
acto que denota insensatez y que Lacan va a tomar específicamente de Hegel del
delirio de infatuación. Para Lacan la
única enfermedad es el delirio de infatuación –si es que la enfermedad
existe. ¿Qué quiere decir que la única enfermedad para Lacan sea la
infatuación, como dice Hegel, que sea la locura? Que la única enfermedad que
tenemos los sujetos se llama Yo. Que todo empieza y termina en el
narcisismo y que esto es lo que toca un analista en el análisis: el narcisismo
del sujeto. Ustedes ya estarán pensando: ‘Ah, ¿entonces se mata por narcisismo?’. Exactamente.
Igual por lo que igual se ama: se ama por narcisismo y se mata por narcisismo.
Entonces les decía que la locura
tiene que ver con una insensatez. La psicosis no. La psicosis es pura lógica,
porque Lacan aparte de poeta era lógico. La psicosis es pura lógica. Hay una
lógica en juego en una estructura: en una estructura neurótica, perversa o
psicótica. La psicosis es trans-fenoménica, la locura es fenoménica. Si yo en
este momento rompo esta mesa y rompo todos los vidrios de acá, ustedes vía el
fenómeno van a escuchar y van a ver un fenómeno y van a decir: ‘¡Qué loco!’.
Pero no me van a poder decir todavía si soy psicótico. Porque la locura se ve y la psicosis se escucha. Es más, la
psicosis se escucha aún cuando no esté desencadenada porque de hecho, y esto es
lo más difícil, en general la psicosis que nos llega al consultorio es una
pre-psicosis, no es una psicosis desencadenada. Locuras hay muchas: enamorarse
es una locura, lavarse 35 veces las manos o poner 7 despertadores para
despertarse es una locura. Está en Freud, está en los casos que analizó Freud.
Pacientes que se masturban siete veces por día que yo a alguno lo tuve que
derivar a un psiquiatra para que lo medique un poco; o se fuman 20 porros por
semana y no se puede trabajar así. Eso es una locura, pero eso no es una
psicosis.
La locura, va a decir Lacan, está
en la esencia humana, no se puede considerar al sujeto si no es en el orden de
la locura. ¿Y con qué más tiene que ver la cita de Spinoza que Lacan cita en su
tesis? Tiene que ver con el deseo. El caso Aimée, que es un caso que analiza
Lacan (que es homofónico a ‘amor’, a ‘amar’), ahí Lacan va a analizar que Aimée
realiza su acto criminal para hacerse castigar, y con esto introduzco también
la cuestión del superyó y de la culpa. Es decir, de la ley. Lo vamos a
descubrir ahora: que las cárceles están repletas de gente que busca la ley, no
que le escapan a la ley. Lacan dice en ese caso que la naturaleza de la cura
demostrará la naturaleza de la enfermedad. ¿Qué está diciendo Lacan? Que ser
castigada produce la curación, y de hecho así fue con este caso que Lacan fue a
buscar. Ser castigada produce la curación. ¿Qué quiere decir ser castigada?
Atarse a la ley.
Me voy a adelantar, voy a tirar
ya esta baraja de entrada porque nos corre el tiempo: atarse a la Ley quiere decir castrarse. Cuando el sujeto no se
castra, no se ata a la ley, la ley lo ata. Y tiene que pagar las consecuencias
legales porque la ley escrita fue hecha, fue inventada por la civilización por
una cuestión de nuestro soberano narcisismo. ¿Qué más dice Lacan acá? Dice que
la producción del delirio es directamente proporcional a la producción
artística. Esto quiere decir que nuestro síntoma, el síntoma del neurótico, es
poético, no es psiquiátrico. Nosotros no escuchamos el mismo síntoma que
escucha el psiquiatra. Por eso, en el caso Aimée, Lacan compara la producción
de Aimée con la poesía involuntaria de Paul Éluard. En el mismo año, 1933,
Lacan tiene un artículo que se llama Motivos
del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin (Jean Genet también
hizo obra con esto) donde él incorpora el concepto de la imago que ya está
trabajando, por supuesto: el sujeto está capturado por el imaginario, así como
está capturado por un deseo, y entonces introduce el concepto de identificación
que constituye la construcción del Yo.
El Yo no es algo natural que nos viene dado desde el origen, lo tenemos que
construir: el otro y el sujeto lo van construyendo, y no es una síntesis, para
nada, como querían presentarlo algunos postfreudianos. Justamente analizar es lo
contrario de sintetizar. El Yo no sintetiza nada, el Yo se forma por cadenas o
capas de cebolla de identificaciones durante toda la vida del sujeto. Hablar
del Yo como una cuestión de síntesis es igual que hablar de una evolución, es
decir, después de la etapa oral viene la anal, viene la fálica, viene la
genital y ya está, se constituyó el sujeto. Esa es la mentira número uno por la
cual peleó Lacan, porque si hubiera una evolución genital no habría neurosis.
Si nosotros creyéramos en la psicología evolutiva no podemos creer en la
neurosis. La neurosis quiere decir que el sujeto que yo tengo en el diván, que
parece de 60 años, tiene 4 años. Siempre es un niño. 4 o 5 años. Todavía no
pudo “cerrar” (y lo digo entre comillas porque nadie lo cierra), el complejo de
castración, está en la segunda etapa de su Edipo. Entonces, cómo vamos a creer
en la psicología evolutiva y en la cuestión de la genitalidad. Esto es como
pensar que si yo nazco con un pito soy varón y si no soy mujer. Es lo mismo.
Oscar Masotta decía que la sexualidad es un punto de llegada y no un punto de
partida. Ya voy a llegar, porque yo sé que ustedes están acá para que yo les
diga porqué el amor es un crimen.
Dice Lacan: “La tensión agresiva [recién les hablaba del tema de la agresividad,
les hablé antes de los hermanitos, del yo, del yo que es otro como dice
Rimbaud] integra la pulsión frustrada cada vez que la falta de adecuación del
‘otro’ hace abortar la identificación resolutiva, también determina, con ello,
un tipo de objeto que se vuelve criminogénico[esto me hace acordar a lo que es
el objeto fobígeno, pero esperen y termino la frase] con la suspensión de la
dialéctica del yo”. No es una frase simple pero les voy a decir lo
siguiente: objeto criminogénico. Ustedes saben que el sujeto fóbico tiene un
objeto que se llama contrafóbico o fobígeno. Este objeto, al revés de lo que
creen muchos, y sobre todo los médicos, es un objeto que el fóbico necesita. A
ver si se entiende esto porque si se puede entender esto vamos a entender bien
esto. No es que el fóbico le teme a este objeto, el fóbico necesita de este
objeto, del gesto freudiano (y por eso decía que la enfermedad es cultural): es
descubrir en la fobia, precisamente, que es un objeto que está en su cultura,
en su contexto. Un porteño no le va a tener nunca miedo a un carancho. ¿Se
entiende? El objeto fobígeno es objeto de su cultura. La persona que le tiene
miedo a una mariposa le tiene miedo también a la mariposa que abre y ve en un
libro dibujado. Es decir, como ustedes deberán estar escuchando: el problema
está en el significante, que a veces es una imagen.
Entonces, cuando habla de la
dialéctica del yo (yo es otro) y habla del caso Aimée y de las hermanas Papin,
lo que nos está diciendo Lacan es que el homicidio es un suicidio proyectado.
Es decir que yo matando al otro lo que quiero es matarme yo. Fíjense que Lacan
habla de la tarjeta de visita del criminal y dice “El momento en que se ha
producido represión, el sujeto no puede responder de su crimen aferrado a la
denegación”. Hay una cuestión que en Freud se llama Verneinung, que es la denegación que hace un sujeto. Algunos de
ustedes pueden conocerlo como la negación, pero está mal traducido:
clínicamente es la denegación. Entonces no es casual que la tesis de Lacan se
llame De la psicosis paranoica con sus
relaciones con la personalidad. Paranoia y personalidad es un pleonasmo:
toda la personalidad del sujeto es paranoide, porque paranoide es para-nopsis,
es decir, que al sujeto todo conocimiento le viene de afuera, por eso toda
personalidad es paranoide. No saben lo que me estoy salteando. Si ellos se
llevan el 10% los felicito, yo me puedo ir satisfecho porque yo no sé cómo
pueden entender esto.
Bueno, fíjense lo que decía Freud
en uno de los artículos sobre guerra. Decía que el enemigo es interno. ¿Qué
quiere decir todo esto? Quiere decir que la agresividad es una tensión
estructural del sujeto, y esto se ve bien en la clínica, entre el analista y el
analizante. Es estructural, y por eso decíamos que queremos matar a nuestro
vecino, o al de arriba y nunca al que vive diez cuadras más lejos. Los odios y
los amores están siempre juntos, están siempre con el vecino. Por eso los
países que más están en guerra son los países limítrofes. “Un golpe a tu enemigo es un golpe a ti mismo”. Les voy a dar este
ejemplo que a veces grafico en las charlas-clases de esta cuestión porque
estoy, y les pido disculpas otra vez, resumiendo toda la introducción al
narcisismo de Freud que yo a veces la doy en seis meses, y ahora la estoy dando
en cinco minutos. Es una bestialidad lo que ustedes tienen que soportar acá.
Bueno, ustedes van a tener que
imaginarse mucho el dibujo porque yo soy un desastre dibujando. Vamos a suponer
que uno de ellos está en un precipicio y tiene un arma. Si este sujeto mata a
este sujeto, este otro sujeto se muere pero este se cae. Bueno, ese es el
concepto de agresividad en psicoanálisis y en la estructura del sujeto: un
golpe a tu enemigo es un golpe a sí mismo. Eso el sujeto no lo va a entender
vía narcisismo, obviamente. No se entiende de buena gana. Estamos diciendo que
todo acto es narcisista, empezando por el amor.
En un artículo que les había
dicho antes, sobre las funciones del psicoanálisis en criminología, Lacan va a
nombrar esta frase que yo escribí: Homo
homini lupus de Plauto. Y va a decir que no existe animal que supere al
hombre en su ferocidad o violencia. En realidad no es que no existe animal que
supere al hombre en su ferocidad o violencia, lo voy a decir con todas las
palabras: no existe la ferocidad ni la violencia en el reino animal, esos son
significantes humanos. El animal no mata por violencia. Para nosotros ser
violento…, bueno, también si entra una rata nos va a parecer violenta aunque no
haga nada. Pero ningún animal mata por violencia o por ferocidad. Esto que le
enseñamos a veces a los nenes de que “el
león es malo y el pajarito es bueno”, eso es un fantasma nuestro. Los
animales no son ni buenos ni malos. El animal mata por instinto. Es más, si yo
me pongo muy lacaniano podría decirles que el animal no mata. Matar, dice
Lacan, como la palabra muerte…, la muerte existe en el sujeto porque hay una
palabra que quiere decir muerte, y la podemos escribir, la podemos leer y la
podemos pronunciar. De hecho el animal no sabe que se va a morir y este es el
único saber humano. Y por eso estamos, vía narcisismo, gozando y tapando. El
síntoma es una manera elegante –neurótica- de tapar esta muerte, de tapar la
castración. La muerte para el psicoanálisis es sinónimo de castración. No hay
que tener ningún miedo de poner esta fórmula: Castración = Muerte. Esta es la única muerte que el ser humano conoce.
No la muerte biológica porque si se muere ya no la puede conocer. Es muy obvio
pero yo digo siempre: sólo Víctor Sueiro -o algunos pocos otros- pudo haber
venido a decirnos qué era la muerte.
¿Y qué quiere decir que el ser
humano conoce que la muerte es castración, solamente? Todo lo que sabemos que
significa castración: ausencia, pérdida. Eso es la muerte para el ser humano:
la muerte simbólica, la muerte del narcisismo, porque toda muerte es del
narcisismo. Entonces, la crueldad es parte de la humanidad, no existe en otro
reino que en el reino de lo humano. Ferocidad, violencia, crimen, asesinato,
homicidio: todos son significantes culturales. Con esto les estoy diciendo que
se olviden de pensar que hay algo genético, como nos quieren vender algunos, en
la cuestión…, eso no quiere decir que un incapacitado, que eso sí es una
cuestión genética…, un incapacitado orgánico porque en realidad, como decía una
analista francesa: los incapacitados mentales no existen. Lo que digo es que el
crimen, como el amor, no tiene nada que ver con los genes. No sé si ustedes
saben que se están descubriendo genes para todo, para absolutamente todo: el
gen del amor, el gen del homicidio. Yo lo digo así, medio en risa, pero es un
problema político-ideológico esto porque no es casualidad, en los países que se
investigan estas cuestiones, decir que hay un gen del criminal, por ejemplo, de
raza negra, y de ahí al racismo hay un solo paso. Entonces, estas cosas son
propias del ser humano. ¿Y qué es lo más propio del ser humano aparte del
narcisismo? La pulsión, que es un concepto freudiano, que no tiene nada que ver
con el instinto, y por eso no se puede traducir como instinto. O mejor dicho, Instinkt no se puede traducir como
pulsión porque en alemán está la palabra para pulsión. Instinkt significa instinto.
Está mal traducida por una serie de traductores de Freud. Freud para pulsión
utilizó Trieb.
En el mismo artículo que les
decía de criminología dice Lacan: “Esa
misma crueldad implica la humanidad. A un semejante apunta, aunque sea en un
ser de otra especie”. Porque para nosotros una rata es un semejante, eso
está diciendo Lacan. Y por algo le podemos tener miedo a una rata si entra
ahora acá, y no le tenemos miedo a la misma rata si está en el zoológico. Yo he
visto cómo los chicos acarician a las ratas o a los hurones, y si ese mismo
hurón entra a la casa entonces se desmayan. No es la misma rata, es que no es
la misma. Como no es la misma palabra ‘padre’ la que un analizante dice en un
momento de la sesión y la que dice diez minutos después, porque en las sesiones
no hay sinónimos. Entonces, son todos significantes diferentes. Entonces dice
Lacan: “A un semejante apunta, aunque sea
en un ser de otra especie. Ninguna experiencia como la del análisis ha sondeado
en la vivencia esta equivalencia de que nos advierte el patético llamamiento
del Amor: a ti mismo golpeas. Y la helada deducción del Espíritu: en la lucha a
muerte por puro prestigio se hace el hombre reconocer por el hombre”. Este
es el Lacan hegeliano del amo y el esclavo, pero fíjense: por puro prestigio
ustedes escuchen narcisismo. No sólo
escuchen poder. Obviamente todo poder es narcisista. Escuchen narcisismo. Ojo
que narcisismo no es un término negativo, no es una mala palabra. El narcisismo
es estructurante del sujeto, tenemos que narcisizar el cuerpo vía el falo para
poder ser y hacer lo que hacemos. Y agrega Lacan: “Si en otro sentido se designa por instintos a conductas atávicas cuya
violencia hubo de hacer necesaria la ley de la selva primitiva y si las que
algún doblamiento fisiopatológico liberaría, a la manera de los impulsos
mórbidos, del nivel inferior en que parecen contenidas, bien podemos
preguntarnos por qué, desde que el hombre es hombre, no se revelan también
impulsos de excavar, de plantar, de cocinar y hasta de enterrar a los muertos”.
Ahora que dije ‘enterrar a los muertos’ me acordé que Masotta decía que en
todas las tumba hay un espejo escondido. Espejo es sinónimo de semejante. El
ser humano empieza la cultura cuando empieza a enterrar a sus semejantes.
Fíjense cómo todo tiene que ver con la muerte, con la castración, con la
no-aceptación de que vamos a morir.
De la locura me faltó decir
muchas cosas, de Foucault. Bueno, por si todavía no se entendió: ¿por qué amar
es un crimen? ¿Se entiende por qué amar es un crimen? Lo voy a decir en dos
palabras. Porque para amar –esto el sujeto no lo percibe porque en la primera
etapa de enamoramiento está completo, como la madre fálica, está alienado- es
necesario matar, es necesario castrarme, castrarse. Si no, entonces, no puedo
amar al otro, me sigo amando a mí mismo, como Narciso y su mito: que sigue
mirando al espejo. ¿Y cuál es esa tragedia, la tragedia de Narciso? Así como
hay una tragedia en Edipo, aparte del drama, hay una tragedia en Narciso: la
tragedia es que no puede tomar agua, porque si toma agua en el lago se difumina
la imagen. Entonces es una tragedia estar cristalizado en su propia imagen, es
una tragedia para el sujeto no poder amarse más que a sí mismo, no poder amar.
Entonces, claro que son dos crímenes opuestos, porque si yo me castro y puedo
amar, bueno, como decía John Lennon y toda la corriente de los 60, mejor hacer
el amor que la guerra. En cambio, matar es exactamente el polo opuesto: cuando
yo mato estoy en este nivel de goce absoluto –Goce Mítico- y ahí no hay castración,
la castración viene del Otro barrado… Y porque me barro algo pierdo. La
castración, si ustedes todavía no la entendieron, se las voy a decir, como la
dice Lacan en el Seminario III, en dos palabras: es perder para ganar.
Les pido otra vez disculpas
porque yo sé que esto es un tema muy complejo para decirlo en 40 minutos.
Presentadora: Vamos a darle un
aplauso al profesor. Muchas gracias. Es una propuesta innovadora, es diferente.
Era lo que hablábamos un poco contigo cuando empezamos la mesa. Han quedado también
como impactados un poco. Así que bueno, no sé si quieren hacer un pequeño
espacio para preguntas, cuestionamientos, pensamientos en voz alta. No tengan
miedo. Marcelo es muy didáctico y tiene mucha flexibilidad para poder
interactuar con ustedes. Dejamos unos minutos para que reflexionen.
Marcelo
Augusto Pérez:
Yo sé que cada pregunta puede disparar muchísimas cosas porque, les repito,
estos temas están compactadísimos. Yo cuando terminé de preparar las cosas que
quería decirles me dije: ‘Bueno, no sé cómo voy a hacer y cómo van a hacer
ustedes para entenderlo’. Porque ya les digo: para hablar de narcisismo, para
hablar de angustia, para hablar de
castración, podemos estar años. Pero bueno, una charla es así, una clase se da
en un tiempo determinado.
Presentadora: Yo lo que creo,
Marcelo, es que aporta muchísimo en un enriquecimiento de lo que estamos
viendo, en esta temática. Traés nuevos conceptos y enriquecés muchísimo, porque
traés todo este tema de qué pasa con el sufrimiento real de esa persona, de ese
sujeto, y cómo abordarlo, de alguna manera, desde la clínica. Me parece que
como que ahí agregás muchos elementos a algo que ya se viene trabajando desde esa
línea.
Marcelo
Augusto Pérez:
Espero que nos sirva para que nos sigamos preguntando cómo nos posicionamos
frente a un sujeto.
Intervención:
Si el
homicidio es una proyección del suicidio: a qué se refiere bien con eso. O sea,
lo que vos proyectás en realidad es… No lo entiendo realmente.
Marcelo
Augusto Pérez:
Terminá la frase: qué es lo que proyectás.
Intervención: No, no sé.
Marcelo
Augusto Pérez:
Sí, sí sabés. Decilo, no tengas miedo. ¿Vos qué crees que proyectamos?
Intervención: Proyectamos nuestro
deseo.
Marcelo
Augusto Pérez:
¿Viste cómo lo entendiste?
Intervención:
Inaudible.
Marcelo
Augusto Pérez:
Por una cuestión que lo dijimos varias veces: narcisismo. Y porque el otro, y
por eso puse la frase de Rimbaud: yo es otro. Mirá, hay un filósofo que se
llama Gilles Deleuze que decía que si el otro está en tu fantasma –en tu sueño-
estás perdido. Es decir, si soñás con el otro, ya está, eso se llama
amor y también se llama odio. Los crímenes pasionales, que son los grandes
crímenes que tocan más al narcisismo (pero el que mata lo hace igual por
narcisismo, aunque sea un crimen programado), vos fijate que siempre son cara a
cara, con puñales. Nunca son a distancia.
Intervención: El amor y el odio
son dos caras de la misma moneda.
Marcelo
Augusto Pérez:
No me digas (risas).
Intervención: Vos decías que amar
y matar son un crimen. Ahora, si dentro de las tres estructuras que plantea
Lacan…, es decir, un neurótico: ¿mata?
Marcelo
Augusto Pérez:
Gracias por preguntar eso. Sí, esto es algo que la vez pasada que nos
mensajeamos con Adriana y que me invitaba a la charla justamente le decía. A mí
lo que me gustaría que a ustedes les quede claro es que nadie, ningún sujeto,
está exento de ser un criminal porque ninguno de nosotros está exento de amar.
Aunque algunos se resistan algún día van a caer, no tengan miedo. Entonces, sí.
Yo, por ejemplo, tengo analizantes que me dicen: ‘No, no, yo no’. Y caen. Y por suerte. A mí me dicen que soy un
analista romántico. Yo le apuesto al amor, realmente, porque me parece una cosa
maravillosa, pero bueno, el sujeto que le da vergüenza llevar un ramo de flores…
lo desea. Bueno. Todos los sujetos tienen la gran capacidad de amar y de matar.
Todos. Lo que pasa, si es que vamos a ponernos en términos psicopatológicos y
de estructura, es que obviamente, no por el hecho cuantitativo o el hecho de la
gravedad del crimen porque todo crimen es igual, en última instancia mato una
persona o mato cuarenta, no es igual ni para la sociedad, ni para la justicia
ni para el derecho.
Intervención: El neurótico en el
imaginario que mata…
Marcelo
Augusto Pérez:
No, no. El neurótico puede matar. Por eso diferenciamos psicosis de locura. Los
crímenes pasionales son, en realidad, crímenes neuróticos. Acá está el tema de
la complementariedad versus la suplementariedad. Nosotros como neuróticos
tenemos el fantasma de que hay un complemento entre el sadismo y el masoquismo.
Eso es una gran mentira de la psicología o de algunos post-freudianos. Una vez
charlando con el director del Club Freudiano de Buenos Aires me decía que él no
estaba de acuerdo. ¿Por qué? Bueno, Lacan dice que no hay complementariedad entre
el masoquista y el sádico. ¿Por qué? Porque se interpone el lenguaje. Es decir,
si el masoquista dice ‘pégame’, el sádico dice ‘no’. ¿Se entiende? Ahora,
nosotros como neuróticos podemos hacer juegos perversos cuando curtimos o qué
sé yo. Pero esos son juegos neuróticos. El mismo juego que cuando un sádico
dice: ‘Sí, te pego’, entonces no es sádico. Pero no hay complementariedad. No
sé porqué lo estoy asociando con algo que dijiste pero el neurótico, de hecho…
Intervención: (Primera parte
inaudible)… No solamente una muerte simbólica sino…
Marcelo
Augusto Pérez:
No, no, no una muerte simbólica sino una muerte de la realidad. Sí, sí,
perfectamente.
Intervención: Sobre el objeto
criminogénico. ¿Podrías desarrollarlo un poco más?
Marcelo
Augusto Pérez:
A ver, especificame más la pregunta, porque más de lo que desarrollé en tan
poco tiempo no…
Intervención: Porque dijiste que
es similar al objeto fobígeno. Porque el objeto fobígeno se podría pensar acá
como un… (Inaudible).
Marcelo
Augusto Pérez:
No sé si voy a contestar a tu pregunta pero me acordé de un ejemplo. En
Necochea, en Argentina, hace un par de años (yo lo posteé en el blog e hice una
especie de breve análisis de ese caso), mataron a un chico (no me acuerdo si
tenía diez años) y el juez parece que no le cabe la menor duda de que el que lo
mató fue el primo. Ahora, ¿por qué lo mató el primo, según el análisis que
hacemos más o menos de lo que vimos así por arriba de la noticia? Porque el
primo entró a robar un televisor y se creía, en la casa, que este chico estaba
en la escuela. No sé si contesto a tu pregunta: ¿ustedes se dan cuenta lo que
es sostener una imagen? ¿Lo que es el yo, lo que es el narcisismo? Este sujeto
mata por su narcisismo, para que no lo descubran. Se robó el televisor y lo mata
para que no lo descubran. ¿Se entiende?
Presentadora: La vida de ese niño
“valió” -entre comillas- el prestigio de la imagen de él.
Marcelo
Augusto Pérez:
Exactamente, ese es el prestigio imaginario del que hablaba Lacan, que traía
desde Hegel. El Yo es puro imaginario, el Yo es pura cáscara. Por eso les
decía: esto es cáscara: i(a). Es el objeto causa de deseo,
es lo que nos causa, lo que me hace: a. Viene primero el objeto y después
el sujeto. Por eso es problemática la cuestión del deseo porque el deseo nos
toma. Les repito una vez más: nosotros no tenemos un deseo, el deseo nos tiene
a nosotros. Vienen los analizantes y dicen ‘A
partir de mañana no fumo más’. Y la siguiente sesión se fuman dos atados de
cigarrillos de vuelta. ‘A partir de mañana no voy más al bingo ni al casino’. Y
cada vez van más. ¿Se dan cuenta? Es muy difícil hacer conductivismo cuando
creemos en algo que se llama pulsión.
Intervención: Para Lacan, ¿no hay
trastornos de personalidad?
Marcelo
Augusto Pérez:
No hay ni trastornos de personalidad ni los 5500 ítems del DSM-IV (que ya vamos
por el DSM-V), ni del CIE-X ni de todos los manuales de psicodiagnósticos de la
psicología y de la psiquiatría. Los borders
son categorías de los post-freudianos porque como no saben diagnosticar
entre una neurosis y una perversión, o entre una perversión y una psicosis
dicen: ‘Bueno, son borders’. Fíjense
que justamente no es culpa de ellos, es culpa de la castración, es culpa de
que, primero, creemos que lo podemos
todo; y segundo, de que no soportamos
la angustia. Porque necesitamos el
significante. Mannoni, un psicoanalista, decía que cuando él estudiaba y
recién se recibió, iba a las residencias a ver a los enfermos o a los
hospitales, todo le llamaba la atención y todo le asombraba, hasta que aprendió
a diagnosticar y ya perdió el asombro. Y perdió la angustia. Esto también se
escucha en los colegas que vienen a supervisar o cuando uno va a supervisar
también: angustia mucho no saber. ¿Qué es la fobia? La fobia, como toda
neurosis, no es más que la colocación de un significante a la angustia. En todo
mecanismo de defensa implica colocar un significante a la angustia. Freud decía
que la angustia nos libera de la muerte. Y yo digo: el síntoma nos libera de la
angustia. Por eso Lacan decía: es la metáfora de lo reprimido, necesitamos cada
vez más palabritas, más psicodiagnóstico para angustiarnos menos nosotros. Eso
no tiene nada que ver con el ser que sufre, con el dolor del sujeto que nos
visita y que semana tras semana, año tras año viene a contarnos su pequeño
dolor que tiene en el corazón que, como decía Sábato citando a Dostoievski, el
hombre siempre es igual porque el corazón del hombre siempre es igual. Por eso
Freud no creía en la evolución: no hay evolución, no hay psicología evolutiva.
El dolor siempre es igual, como la angustia.
Intervención: Marcelo, vos
hablabas de que te rechinaba la palabra ‘encuadre’, y el tema de terapia en
consultorio. Estaría bueno que explicaras un poco eso.
Marcelo
Augusto Pérez:
Creo que lo que dice Ricardo tiene que ver con esto último. Si yo me adhiero a
un significante y a un encuadre, que como decía José Grandinetti no es más que un encuadro, me adhiero a un cuadro: a un cuadro gnoseológico, a un cuadro
tipológico. Si soy flaco y alto y narigón seguro soy criminal. Como si un gordo
no matara. Todas estas tipologías que trae cierta psicología yankee porque viene de ahí, viene de la
post-guerra y todo eso. En el análisis es lo mismo. ¿Hay encuadres? No.
Hablamos de dispositivos, de artificio analítico. Encuadre no hay por más que
yo sepa dónde me siento y dónde se va a sentar el analizante. No hay porque yo
le puedo hablar en el ascensor o en el jardín, o en el tren (como hablaba
Freud). Entonces, no hay encuadre. Si una paciente embarazada tiene una crisis
y tengo que ir al hospital, me levanto. Porque el horror al acto no es sólo
poner el culito en el sillón, sino levantarlo. Es un tema esto que Lacan
definió como el horror al acto que tiene el analista. Todas estas cuestiones:
si le doy la mano al paciente, si le doy un beso, son todas cuestiones
defensivas del analista. Por eso Lacan no creyó en la contra-transferencia. A la contra-transferencia
le responde con algo que él bautizó como el deseo del analista. Es un deseo
puro, por decirlo así: sin fantasmas. Digo ‘por decirlo así’ porque no hay
analista –no hay sujeto- que no funcione con su fantasma. El deseo del analista
quiere decir que la contra-transferencia
es contra la transferencia, es decir,
que la culpa no la tiene el analizante sino para qué te paga. O cuando vienen
los colegas y dicen: ‘Y, pero…, falta’. Falta que te diga: ‘¿Y el inconsciente?’
Lógico. Por eso es un neurótico porque la resistencia es correlativo al
psicoanálisis, no hay psicoanálisis sin resistencia. Cuando Freud analiza la
transferencia la estudia a partir del obstáculo que le ocasiona en el trabajo,
como todo lo que hizo Freud, porque Freud y Lacan fueron de la clínica a la
teoría, no fueron de la teoría a la clínica. Entonces, No hay transferencia sin
resistencia. Lógico. Es decir, como dijo acá la colega que lo descubrió hoy: no
hay amor sin odio.
Presentadora: Podemos hacer una
pregunta más porque estamos bastante acotados de tiempo, y ahora cuando hagamos
el cierre de este panel voy a explicarles cómo intercambiar las mesas por el
tema de los expositores. Van a seguir siendo los mismos. Adelante.
Intervención: Es medio pregunta
boba. ¿Cómo deviene la cura?
Marcelo
Augusto Pérez:
Mirá que las preguntas bobas son más interesantes…
Intervención: Bomba, dije.
Marcelo
Augusto Pérez:
Ah, te entendí ‘boba’. Porque cuando el analizante dice: ‘Es una boludez lo que
le voy a contar’, ahí hay que agarrarse el cinturón de seguridad porque es como
para cortar la sesión ya ahí. ¿En el sentido general lo preguntás o en el caso
del crimen y todo eso? ¿En qué sentido me lo preguntás?
Intervención: En general.
Marcelo
Augusto Pérez:
En general. Bueno, acá esto es otro tema del que podemos hablar años. Freud
tiene un artículo que se llama Análisis
terminable e interminable, y de todo esto se han hecho congresos múltiples
sobre si el análisis es terminable o es interminable. Lo primero que nos dice
Lacan es que la cura es por añadidura. Hay que ver a qué llamamos ‘cura’ porque
para nosotros, o por lo menos para mí, la enfermedad no existe y por lo tanto
no existe la cura, lo inconsciente no se puede prevenir, tampoco existe la
prevención, la estructura no se puede prevenir: yo no puedo decirte ahora que
dentro de cinco minutos voy a hacer un fallido. Ahora, vamos a decir, por
decirlo así rápidamente, que la cura viene por añadidura y eso quiere decir que
el paciente puede venir porque no puede dar la última materia o porque se
quiere divorciar o porque quiere cambiar de trabajo. Pero después con el correr
del tiempo, y no mucho tiempo, quizás se da cuenta de que no viene por eso sino
que está por otra cosa. Entonces, ¿qué es lo que quiere? Nosotros, no te
olvides, que hablamos más de síntoma que de enfermedad, y por lo tanto hay que
ver no cómo disolver el síntoma porque, como digo siempre, para eso están las
farmacias: uno se cruza en frente y ya está. Los remedios, la medicación no es
más que un tapa-agujero, que un tapa-síntoma. Por eso nosotros al delirio no lo
queremos tapar porque el delirio lejos de ser, como diría Lacan, una ofensa a
la libertad, es lo que estabiliza la psicosis. Al psicótico lo estabiliza el
síntoma de él que se llama delirio, el síntoma del neurótico se llama síntoma.
Entonces, nosotros no tapamos el síntoma. Todo lo contrario: lo queremos hacer
explotar y queremos hacer que el sujeto
se haga cargo de ese síntoma, de ese goce, porque en todo síntoma hay una
parte de goce y una parte de deseo. Y el problema con la metáfora paterna del
nombre del padre y la ley, que les decía antes, es que ningún sujeto cambia un
goce si no es por otro. Ningún sujeto. Porque el narcisismo y la castración
quiere decir eso: más por menos, o perder para ganar. Por lo tanto, yo no
cambio ningún goce si vos no me das otro goce a cambio. Por eso es absurdo,
totalmente, decirle a un adicto o a un compulsivo con el cigarrillo, con el
casino, o con lo que sea, ‘dejá, no vayas más, no fumes más’. Eso es una
estupidez total, no sirve para nada.
Presentadora: Vamos a darle un
aplauso al Profesor Marcelo, excelente. E invitarlo para otros paneles e incluso algunos talleres...
Marcelo Augusto Pérez
“(A)matar: amar y matar. Dos crímenes opuestos.
Una aproximación freudolacaniana.”
-Desgrabación Conferencia-
EN: Congreso de Patologías Border-Line y Delitos Complejos...
Los in-diagnosticables: Semiologías Psiquiátricas en debate: DSM-IV y Semiología Francesa.
En: Instituto de Criminología y Psicología Forense de Uruguay.
Montevideo. 10 / III / 2013