Sesión de análisis y Acto Poiético.
El
psicoanálisis, la clínica analítica, la posición del analista, el discurso del
analista, por un lado, y la sociedad, por otro, estos son los términos que me
propongo interrogar. Nosotros y nuestro
Otro, aquello que consideramos nuestro Otro: la sociedad. No se trata
tanto de un término que yo haya elegido como de un término con el que he
topado, al decir que Lacan, y con él, el psicoanalista lacaniano, concebía que
su posición en la sociedad era la de un exiliado en el interior. Esto lo he
dicho en el curso de mi reflexión sobre la comunidad de destino existente entre
el psicoanálisis y la poesía. Es preciso reconocer esto a los poetas, son ellos
-al menos en Francia- quienes se sublevaron contra lo que llamaron la
modernidad.
No es indiferente que fuera Baudelaire
quien forjó el término "modernidad". Los poetas fueron los primeros
en captar aquello que los sociólogos, especialmente Max Weber, llamaron "el desencanto del mundo". Fueron ellos quienes percibieron que nacía un
mundo nuevo regido por la utilidad, "la utilidad directa" como decía
Edgar Poe, y que este mundo de la utilidad directa ahuyentaba la poesía.
En ese momento nació Freud. No
es excesivo decir que el psicoanálisis tomó el relevo de la poesía y que, a su
manera, cumple un reencantamiento del mundo. Reencantar el mundo, ¿no es lo que
se consigue en cada sesión de psicoanálisis?
En una sesión de psicoanálisis
se prescinde de cualquier evaluación de utilidad directa. La verdad es que no
se sabe para qué sirve. Uno cuenta cosas. Da un lugar a lo que podríamos llamar
su autobiografía, escribe un capítulo de ella. Salvo que, en lugar de
escribirla, la cuenta, la narra. Es la auto bionarración -con lo que comporta
de auto ficción- que, en la actualidad, se quiere convertir en un género
literario, tributario en cierta medida de la práctica del psicoanálisis.
Cada sesión de análisis, con la
contingencia, azar y miseria que conlleva, afirma que lo que vivo merece ser
dicho. Por esto, una sesión de análisis -que no es nada, que se substrae al
curso de la existencia, en la que se formula lo que se puede cuando se está
asfixiado y se saca una hora para poder hablar, antes de quedar de nuevo
atrapado, rápidamente, por el ritmo de la existencia-, una sesión de análisis,
por poco que sea, desmiente el principio de utilidad directa. Supone confiar en
una utilidad indirecta, una utilidad misteriosa, una causalidad difícil de
precisar, de la que no se conocen los medios de los que se sirve, pero, en
definitiva, necesaria.
En este sentido, una sesión de
análisis constituye siempre un esfuerzo de poesía, una franja de poesía, que el
sujeto se reserva en una existencia, la suya, determinada, gobernada por la
utilidad directa -que es hoy en día la suerte de todos.
¿Qué quiere decir
"poesía"? No es una cuestión de talento. Cuando hablamos de una
sesión de análisis, "poesía" quiere decir que uno no se preocupa por
la exactitud, por la conformidad entre lo que digo y lo que los demás puedan
pensar, ni tampoco por lo que pueda transmitir. La sesión de análisis es un
lugar donde podemos dejar de lado la preocupación por lo común. En la vida
social, dependemos de ello, pero en una sesión de análisis podemos abstraemos,
no nos ocupamos de lo que es común, común a todos, a muchos o a algunos. Uno
puede concentrarse en aquello que le es propio y que alcanza a decir a uno
sólo, a decir en la lengua -lo que le hace, ya, compartir.
En una
sesión uno no habla al analista, habla a su analista, a éste, a uno que
diferencia de la masa, que extrae de ella. Se vincula con él a través de la
lengua y, aunque la lengua es común, el destinatario es único. Si no es éste,
es otro. Es Uno, que está allí para dar su conformidad. Lo que hace
fundamentalmente es acoger, decir sí, acusar recibo en nombre de la humanidad,
en nombre de los que hablan. El analista no está allí para acusarme, para
juzgarme, sino para acusar recibo y, al hacerlo, me disculpa.
Los que entran en análisis son
culpables, inocentes que se creen culpables. Están bajo el yugo de una ley lo
suficientemente abstracta e ilegible para que el hecho de someterse a ella no
les convierta en inocentes. No deja de ser una aberración propia de los tiempos
modernos, que se caracterizan por haber dado origen a una ley tal que uno nunca
puede ajustarse a ella, por lo que requieren la mediación de alguien en quien
uno pueda confiarse, a quien pueda confiar sus angustias para estar en paz
-hasta la próxima sesión.
Una
sesión de análisis es como un paréntesis. Nada más y nada menos. Un paréntesis
en la existencia cronometrada del sujeto contemporáneo, este sujeto condenado a
la utilidad directa.
La sesión analítica es una playa de goce sustraída a la ley del
mundo, pero que permite a ésta ejercer su reinado porque le procura un
descanso, un alivio, un alto, mientras se prosigue esa extracción incansable,
esa extracción de plusvalía, que justifica -es lo que se cree- que uno exista.
Jacques-Alain Miller
La utilidad directa. Extracto.
Traducción:
Margarita Álvarez
Fuente
Freudiana 43/44, 2005.
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ARTE:
Hiremio Santa Olaya García Calveiro
[ La Habana, 1961 ]
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