Depresión y Narcisismo.
Hola Marcelo. Primera
vez que te escribo. Me recibí hace poco de psicóloga y estoy formándome como
analista (además de mi análisis personal). Te mandé un mail hace un año pero la
verdad no me daban los cálculos numéricos y además estoy un poco lejos. Este año comencé en una institución
pero bue… hay cosas que se me escapan. Una de ellas, y por eso te consulto,
tiene que ver con algo que estamos viendo en un taller de trabajo: la
depresión. Una vez leí que escribiste algo así como que el depresivo es el
sujeto –por decirlo así- “más narcisizado”… Hay algo que no me cierra: más allá
de que, como sabemos, no hay baja-autoestima (sino todo lo contrario, como siempre
también te leo), el punto que me hace ruido es el siguiente: por qué decir eso
cuando el depresivo ya no tiene ni siquiera interés por los seres que le rodean
o los objetos? Gracias, saludos y espero algún día poder formarme contigo!
Gabriela K. W.
Hola Gabriela. Bueno mirá, te
respondo con el sentido común primero, que es –como sabemos- el menos común de
los sentidos: ¿viste cuando uno dice de alguien que no le importa lo que vos decís,
que es sordo, que no te escucha? ¿Viste que a veces sucede que un amigo o algún
vínculo afectivo de repente “rompe cadena” y empieza un discurso monológico
sobre sí mismo y nunca para de hablar de él/ella? ¿Viste cuando alguien nos
apabulla todo el tiempo con sus problemas y no hace el mínimo acuse de recibo
de cualquier hecho que nosotros le podemos circunscribir? De lo más banal (por
ejemplo cuando alguien nos cancela una cita dos horas antes sin que le importe
si hemos postergado otra cosa, sin que le importe si teníamos el espumante en
la heladera, sin que le importe si compramos comida para el menú, nada) hasta
cosas más relevantes (que nos deje sólo en el momento que más necesitamos de su
presencia; cuando sufrimos un ataque de pánico o lo que sea; ante la muerte de
un ser querido, etc.); entonces: ¿qué solemos decir de ese tipo de
personalidades?: “sólo le importa él/ella” o “sólo piensa en él”. Bien: el
sujeto depresivo es aún peor: está todavía más ensimismado en su Yo: o –para decirlo
freudianamente- ha catetizado su libido yoica de tal modo que sólo puede
masturbarse con su ego.
Como vos mismo estás diciendo: ya ni siquiera tiene
interés en nada, excepto un detalle: sólo en él. (No olvidemos que la masturbación es el paradigma del amor a sí mismo). Es el sujeto que sólo puede
enfrentar el malestar de la cultura, si y sólo si, no se le pide ningún esfuerzo: ni
siquiera el de comunicarse con el otro. Mucho menos castrarse. Un depresivo, en términos de goce/castración, es un cobarde. Y un cobarde, ¿por qué huye? para protegerse de la muerte, es decir: de la castración. Lo que no sabe que -de todos modos- se está castrando. Porque algo siempre se pierde. Si el conflicto del neurótico por excelencia es enfrentarse con su deseo; en los cuadros depresivos esto es el sumum de la neurosis. Así el sujeto depresivo es el típico ser frustrado, que nunca puede llegar a lo que ambicionó, que siempre le falta cinco-pal-peso. Que le encanta quejarse de los males que el Otro le donó; pero que instalado en su comodidad de goce sólo hace eso: quejarse o -como mucho- intoxicarse con medicación que le permite no hacerse nunca la pregunta por su Falta-en-Ser. Es decir: por su castración. Atender pacientes con cuadros depresivos es realmente -una vez lo recordaba Isidoro Vegh en una charla- de lo más fatigoso: porque abrir la pregunta por el goce (por la castración) puedo llevar años. Está en un punto
de goce-caramelo. Por eso el depresivo es el más creído: el que cree que –vía su
síntoma- puede manipular a todo el mundo. Como a veces lo llamamos con una
amiga colega: es el famoso abusador. Abusa no sólo de tu vulnerabilidad, sino –y
sobre todo- de tu paciencia. Que no es poco.
¿Se entendió? Es -en términos psicopatológicos- similar a las grandes melancolías que ya son una psicosis. El psicótico, no es acaso quien más introyecta su libido y es con ello el paradigma del narcisismo? Pensemos en Narciso sin poder levantar su rostro del espejo del lago...A la criolla lo llamamos "no ver más allá de sus narices". De todos modos podés
buscarlo en Freud (introducción al narcisismo, y muchísimos escritos donde se
lee claramente como la libido se retrotrae al yo; sobre todo los primeros escritos sobre neuropsicosis de defensa) o en Lacan: el goce
autoerótico –paladín del goce- donde el sujeto –sin importarle el lazo hacia el
otro- se considera no sólo el ombligo del mundo sino, ante todo, aquel que
merece ser recompensado por su posición de víctima. Por eso el psicoanálisis
resulta muy antipático: después de algunas sesiones el analista –para eso se le
paga- deberá tocar ese goce, ese narcisismo. La culpa del “funesto y edípico
destino” ya no la tienen los otros (la pareja, la mamá, la escuela, el presidente)
sino que cada uno es responsable del goce que lo toma y del cual, incluso,
disfruta: porque el síntoma conlleva una comodidad sin par. Sí, es cierto: la pregunta por el goce (o por la castración, que es lo mismo) puede ser en analizantes neuróticos todo un problema (muchas veces abandonan el análisis cuando se ven acorralados por esa cuestión), pero en los cuadros depresivos el goce está tan empalagado, tan incrustado, que la pregunta está, como todo en estos sujetos, simplemente ensordecida. Cordiales saludos, map.
ARTE:Florencia Menéndez
[ Argentina ]