Sublime objeto de la ideología / Zizek.



Tomemos la noción freudiana de la "pulsión de muerte". Hemos de abstraer por supuesto el biologismo de Freud: "pulsión de muerte" no es un hecho biológico, sino una noción que indica que el aparato psíquico humano está subordinado a un automatismo de repetición ciego más allá de la búsqueda de placer, de la autoconcervación, de Ia conformidad del hombre con su medio. El hombre es –Hegel dixit- "un animal enfermo de muerte", un animal extorsionado por un insaciable parásito (razón, logos, lenguaje). Según esta perspectiva, la "pulsión de muerte", esta dimensión de radical negatividad, no puede ser reducida a una expresión de las condiciones sociales enajenadas, sino que define la condición en cuanto tal. No hay solución ni escape, lo que hay que hacer no es "superarla", "abolirla", sino llegar "a un acuerdo con ello, aprender a reconocerla en su dimensión aterradora y después, con base en este reconocimiento fundamental, tratar de articular un modus vivendi con ello.


Toda "cultura" es en cierto modo una formación-reacción, un intento de limitar, de canalizar, de cultivar este desequilibrio, este núcleo traumático, este antagonismo radical por medio del cual el hombre corta su cordón umbilical con la naturaleza, con la homeostasis animaI. No es sólo que Ia meta ya no consista en abolir este antagonismo pulsional, sino que la aspiración de abolirlo es precisamente la fuente de la tentación totalitaria. Los mayores asesinatos de masas y holocauctos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como ser armónico, de un Hombre Nuevo sin tensión antagónica.

La misma lógica es aplicabIe a la ecología. El hombre en cuanto tal es "la herida de la naturaleza",  no hay retorno al equilibrio natural. Para estar en conformidad con su entorno, la única que el hombre puede hacer es aceptar plenamente esta fisura, esta hendidura, este estructural desarraigo, y tratar en la medida de lo posible de remendar después las cosas. Todas las demás soluciones -la ilusión de un posible regreso a la naturaleza, la idea de una socialización total de la naturaleza-son una senda directa al totalitarismo. (…) La misma lógica es aplicable a la democracia: es -para recurrir a la desgastada frase de Churchill- el peor de todos los sistemas posibles, el único problema es que no hay ningún otro que sea mejor. Es decir, la democracia siempre acarrea la posibilidad de corrupción, del gobierno de la obtusa mediocridad. El único problema es que cada intento de eludir este riesgo inherente y de restaurar la democracia "real" acarrea necesariamente su opuesto, termina en la abolición de la democracia misma.

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Slavov Zizek
El Sublime Objeto de la Ideología.
Introducción, fragmento.
Ed. Siglo XXI; Bs. As., 1989/1992/2003
ARTE:
Oswaldo Guayasamín
[ Quito, 1919 / Maryland, 1999 ]

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