Entrevista
-Después de algunos años
volvemos a reencontrarnos con un analista un tanto atípico. Según nos cuenta,
puede llegar a tomar un café con algún analizante angustiado a las 11 de la
noche, o puede ir a ver a sus pacientes al teatro, o incluso invita a los analizantes
que también son analistas en formación a escribir sobre temas diversos para publicarlos
en su blog. Parece que no cree demasiado en eso de que “el analista no demanda
porque no es sujeto”- y puede incursionar en acciones no demasiado usuales… en
los tiempos de analistas ortodoxos que se escuchan, parece muy loco que Marcelo
Pérez sea Lacaniano, ¿cierto Marcelo?
.
Ponele. Ayer una mesera de un restó me decía que su
analista es un genio, le pregunté por qué y me dijo: “porque no me habla nada,
le digo “decime algo” y nada” jaja… Quiero decir: la transferencia, como todo
amor, es un espacio donde se juega muy bien eso de “siempre hay un roto pa´un
descocido”. Y en esto de ser a veces un sujeto que demanda, se nos juega cierto
desencanto… Justamente porque uno no puede dejar de ser sujeto ni de laburar
con su fantasma… Desencanto por ejemplo cuando uno –como sujeto- demanda y el
otro sujeto –como bien neurótico que no puede sostener la Demanda- no responde.
Cuando comenzamos a ejercer nuestro oficio esto nos parecía terrible; con el
tiempo sabemos que la gran figura de la Histeria es llamada a ocupar este lugar
y nosotros aquel otro. El lugar de “desear ser deseada” y el lugar de “objeto”.
Pero bue, el desencanto a veces surge. Y al revés también: hay analizantes que
vos al comienzo no das “un mango”, como quien dice; y después terminan en uno
de los análisis más productivos que se puedan escuchar. El otro día, con un
analizante, se me ocurrió una frase muy obvia pero me divirtió cuando me la
escuché: el neurótico quiere tenerla grande, para no usarla. Me estaba
refiriendo al varón, pero como sabemos se trata del falo y no del pene, así que
vale para la mujer. De hecho la histérica goza con todo el cuerpo, como
sabemos, menos con la zona genital. Asocio porque el analizante juega su
“tenerla más larga” siempre en transferencia así que es lógico que siempre
rivalice en mayor o menor medida. Hay analizantes, yo diría pacientes a esta
altura, que al comienzo lo dicen incluso explícitamente: “porque vos tenés que
ser objeto, según leí, no?” jaja es muy gracioso porque no perciben que, en ese
momento, nos demandan como sujetos hecho y derechos. Es como aquel que viene y
dice: “dejé a mi analista anterior porque no me decía nada” y entonces uno
piensa con su fantasma de víctima: “bueno, le voy a decir algo así no me
abandona” y resulta que entonces, obviamente, nos deja. No responder a la
demanda es una cosa, y pisar el palito y creer que todo lo que se nos dice es
así, es otra.
-¿Y esto de que el
analista no Demanda? Te escuchamos decir a veces, en algunas clases, que es una
pelotudez.
..
Y sí… A ver… Si el analista no demandase, no
habría análisis. Porque la primera demanda es “asociación libre”, es decir:
diga lo que piensa, lo que se le pasa por la cabeza. Segundo: si el analista no
demandase, los analizantes nos pagarían lo que ellos quisieran y vendrían en
los horarios que ellos eligiesen… Nosotros ponemos una agenda y unos
honorarios, e incluso una silla para que se ubiquen que no es cualquier silla.
Es decir, que demandamos también en ese sentido. Además: demandamos el objeto
que los trae y que los causa: le pedimos que lo cedan. Al pedirles que hablen
le pedimos que instituyan su Des-Ser. Es decir: que se destituyan. También le
pedimos que traten de hacer un esfuercito por modificar el goce si tanto les
aqueja; si ya hace diez años que se quejan de lo mismo. Se lo pedimos a pesar
de que sabemos que es inconsciente y que la palabra “esfuercito” o “voluntad”
es otra pelotudez; pero –como toda pelotudez- tiene algo de cierto. Porque como
digo a veces “del umbral del consultorio para afuera” hay una vida y no se
trata sólo de analizarse. De hecho muchos lo usan como excusas para justificar
su neurosis y su no accionar: “Ah! Pero yo me analizo”- me chupa un huevo. Hay
análisis patéticos y largos: analizarse no significa mucho a veces. Por
supuesto que se nota si una persona está analizada, pero eso no quiere decir
que sea tan productivo para la vida de muchos. El otro día una chica me decía
que conoció a un chico. En la primera cita pensó: “A este le falta análisis…” y
después pensó: “Claro, es re infantil. Que es lo mismo que decir que no tiene
análisis.”- Eso se nota. Cierto. Pero no es todo. Hay grandes histéricas que se
analizan tres veces por semana y cada vez están peor. Y cambian de analistas
cada dos por tres porque ahí está su goce: cortar cabezas de Amos. El analista
debería ver qué cuernos ocurre ahí, porque lo grave es que el analista cree que
la frecuencia semanal de análisis implica ipso facto la calidad. Hay un punto
en que el analista ya no escucha nada. Se suele dar en análisis muy largos. El
analista queda fascinado, hipnotizado histéricamente, como su paciente. Ambos
dialogan y se entienden mucho; pero no hay ningún análisis.
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-¿Se dan más casos de
histeria femenina que de obsesión masculina, en tu consultorio?
.
Depende el tiempo. Tuve momentos que sí, otros que
no. Tuve momentos que prácticamente eran todas mujeres, y otros donde eran
todos hombres. De todos modos quiero aclarar dos cosas: la primera fundamental,
que no creo en la histeria como prototipo de la mujer y la obsesión en el
hombre. La neurosis es fálica y punto. Con Freud aprendimos que existe fálico o
castrado. Nada más. Si lo tenemos que poner en función del sexo anatómico, creo
que ambos cursan ambos síntomas. Por supuesto, con mayor incidencia quizás de
uno que de otro. Y segundo: es cierto que la histeria se da más en el sexo con
anatomía femenina; pero he tenido y tengo muchos analizantes varones netamente
histéricos. No creo, como creía Freud, que la histeria sea patrimonio de la
mujer. Además, la histeria –como la perversión o la psicosis- es un tema de
discurso. Y, finalmente: el deseo humano es histérico por definición. Por otro
lado, ya sabemos con Lacan, no hay significante La Mujer. Hay una por una. Se
trata de cómo el sujeto se ubica en relación a la Castración, es decir, como
dije: hay fálico o castrado.
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-Marcelo, saliendo un
poco del ámbito psicoanalítico, y sabiendo que no te gusta hablar de tu vida
personal, sin embargo quería preguntarte algo: ¿cuáles son las cosas que de
cierto modo temés, evitás o tratás de protegerte?.
Bueno, voy a contestar con obviedades; y no es que
evite la respuesta o no tenga mis miedos; pero pienso ahora en los problemas
sociales y no tan sólo personales. Hay cosas que me dan realmente repulsión y
tiene más que ver con las cuestiones de desigualdad social y lo que se mama por
tele o por redes todo el tiempo. El otro día, por ejemplo, estaba viendo algo
en tele y la verdad me indignó. Ver a Nacha Gevara en el reality de Tinelli. (Reality
quiere decir que todo esta guionado del principio al fin, ¿verdad?). Haber
coronado su trayectoria en esa vanalidad extrema, soportando esas caricaturas
de terror que se dicen jurado, por unos cuantos miles de dólares. Eso una
persona como Nacha no lo necesita. Uno después piensa: bueno, pero ella sabemos
que sí necesita vivir de la imagen, de su vanidad. Cierto. También Enrique
Pinti ha pasado por ahí; y ojo que no estoy criticando el programa en sí: es
banal, es vulgar, pero sirve para el ocio a veces. Lo que es increíble que esta
mujer no caiga en la cuenta que eso bajó su imagen totalmente de la gente que
le tenia cierto respeto. No digo de todos, puesto que supongo que hay gente que
igual la sigue admirando e incluso gusta del programa de Tinelli; pero una
carrera puede estropearse por unos cuantos billetes de más… También me repugna
escuchar -como me cuenta una amiga- que su hermana solo piensa en ella, que no
es capaz de desearle "feliz navidad" cuando levanta la copa a las
doce de la noche, porque es mas importante su orgullo, su imagen, que los
símbolos y que el otro. Cuando mi amiga, su hermana, no ha hecho más que
favores siempre; pero una noche, esa noche, ella no puede porque está enojada y
su imagen es mejor que todos los favores que mi amiga pudo haberles hecho. Y de
acá salto –vía asociación libre- a la gente que por cuidar su bolsillo sólo
piensan en su quintita, sin importarle el modelo social de un país, de un
Estado, más equitativo. El agro que sólo piensa en sus vacas y en su soja; o
los empresarios que sólo quieren perder lo menos posible a costa de los sueldos
de una persona que apenas puede tomarse quince días de vacaciones cuando ellos
tienen diez propiedades y un par de embarcaciones enclavadas en Punta del Este.
Los empresarios suben los precios pero el salario, que según ellos es un
precio, no lo suben nunca. Y ni hablar de las empresas de seguro o de los
laboratorios que lucran incansablemente con la salud. Pero bue… Así somos los
sujetos: el egoísmo primero; el orgullo –caro significante-primero el orgullo,
segundo el orgullo, último usted… hasta que se angustian, o “necesitan algo”
como dice mi amiga de su hermana; y ahí se meten el orgullo en el orto; pero es
tan grande su imagen que no entra en orto alguno. Les puede entrar el pene más
grande de África pero nunca su imagen, que se la llevan puestas hasta su
tumba. Las personas egoístas son las que
también más exigen porque son hiper creídas –e hiper histéricas- y suelen victimarse
pensando que merecen ser consideradas incondicionalmente. Ellas pueden exigirlo
todo, pero cuando vos pedís sos un demandante rompe pelotas.
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-Uaauu…
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Tengo más para tu aullido, pero mejor no jajaja…
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-¿Cómo vivís el mundo
de hoy inmerso en una devoración de redes, chats, etc.?
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Ufff… Ahí tenes para más aullido… Algunas amigos
–sabiendo que no me voy a comprar un celular con wifi y cámara- me quieren
regalar uno: me dicen que ya llegó la tele color, no pueden aceptar que quiera
tener un celu sólo para hablar. No para sacarme selfies o para whatsapear…
De hecho estuve un par de años sin celu y lo comencé a usar en una oportunidad
que me enamoré y respondí a la demanda de “dale sácalo así nos mensajeamos”… Las
ganas de estar siempre al lado de esa persona, de comunicarles los mínimos
pensamientos, hicieron que compre uno. Todavía no se usaba el celular con
cámara ni con wifi. Pero la verdad –como digo siempre- el teléfono en general
–incluso el de manivela- es una bonita forma de no comunicarse. De hecho he
conocido gente que hablaba horas por teléfono y después decía que no tenía
tiempo para tomar un café. Muy gracioso. Sería bueno que analizasen su pulsión
oral. No reniego ni remotamente de la tecnología ni soy un necio como para
pensar que todo tiempo pasado fue mejor. Hoy te sacan una vesícula o un tumor,
con tres incisiones en el abdomen y salís del quirófano como si te despertaras
de una siesta, o mejor incluso porque estás con analgésicos; pero las redes son
como todo; como un martillo: lo podes usar para que te posibilite colgar un
cuadro, o para golpearte la cabeza. Y con respecto a los chats, bueno: lo que
se escucha es que –en general- dan bastante asquito; pero es la tela humana con
que estamos hecho: engaño, infatuación, etc. Fotos truchas o de hace años
–porque el fantasma histérico no reconoce el paso del tiempo-, mienten en su
edad, su estatura, su peso. O, peor aún, esconden obviedades dignas de ser
presentadas antes del encuentro. De todos modos el mercado te lleva a eso
creando la demanda: si dentro de pocos años el whatasp se transforma en moneda corriente como único modo de
enlace, es obvio que tendré que tener uno. El capitalismo es así: entra sin
llamar, te apabulla, te corrompe lentamente y uno termina después creyendo que
necesita del capitalismo. Lo vemos en cualquier objeto de consumo. Los niños
que antes podíamos decir eran los pocos que zafaban del sistema porque estaban
inmersos en su juego prescindiendo del billete, hoy tampoco; porque si no pasan
por un Mac o están encendidos a la Play, se desestabilizan. Es loquísimo. Ya
sabemos que son objetos que también protegen a los padres (los tranquilizan y
los liberan por unas horas) y el mercado lo sabe. Todo el mercado de consumo
–adulto e infantil- gira en torno a cómo hacer que el sujeto no sufra su
castración, haga de cuenta que la angustia no existe. El celular, por ejemplo,
es el elemento contrafóbico por excelencia: por eso la gente lo uso en el bondi
o en la sala de espera, o en el ascensor… No lo usa para hablar, lo usa para no
tener un segundo de standby donde
pintaría la angustia. De hecho cuando se ve a la gente jugando con el celular
no se puede negar que está impidiendo que la angustia del parate surja. Hay
gente que si pierde o si apaga el celular siente que se la apaga su único mundo.
No me quiero imaginar si perderían un brazo. El vínculo sujeto-celular, hoy y
en su mayoría, es cómo el niño con su yo-yo
o su chupete. La oralidad y la pulsión escópica al mango.
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-¿Cómo te llevás con
la política?
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Bueno, es como preguntarme cómo me llevo con el
riñón o con el lenguaje o con la neurosis… No hay ser que no sea político, a
pesar de que muchos políticos –paradójicamente- nos quieren hacer creer que se
puede hacer política light, como
cuando uno toma el yogurt desabrido o la gaseosa sin gas… Y a pesar de que hay
sujetos que se creen que estrenar una obra de teatro o escribir una poesía o
hacer un edificio o incluso analizar, puede ser una acción ajena a la política.
Todo acto es político, aunque no todo acto –obviamente- es partidario. No soy
partidario directo de ninguna bandera; pero obviamente no podría nunca –como
persona que se ha criado en la clase media de Perón, con padres que han
edificado una casa sobre un terreno vacío con un crédito a larguísimo plazo del
Banco Hipotecario- creer que el neoliberalismo económico pueda solucionar
problemas del pueblo, de un pueblo sobre todo como el nuestro. Perón inventó la
clase media de este país, con todos los errores que como sistema y hombre le
podamos observar. Y ese fue un acto de amor hacia el otro, hacia los que menos
tenían. Lo hizo por narcisismo, sin duda: como todos hacemos todo. Pero el
Peronismo fue una historia de amor, igual que la que se cuenta en la película Juan y Eva, de Paula de Luque que
protagonizan Osmar Núñez y Julieta Díaz. Clase media con poder adquisitivo, me
refiero: que pudo comprarse una casa, un coche y sostener un trabajo por mas de
treinta años; y que le dio la palabra al obrero a través de los sindicatos. Inventó
la clase media y a la clase que ya estaba los elevó. En el momento que un
obrero accedía a una vivienda a plazos, los otros podían comprarse dos y
comenzar a planificar viajes a Europa. Y de los ricos, bueno, siempre los hubo.
Pero los ricos se quejan hoy de que pagan ganancias; la verdad no entiendo
porqué una persona con cinco propiedades y dos empresas, tenga que pagar lo
mismo que un asalariado. Creo en un modelo social más equitativo. No entiendo
porqué se quejan los ricos –más allá que tienen su derecho- de problemas de
riqueza. Sí los entiendo que se quejen por males amorosos –valga el oxímoron- o
por otros problemas; pero por problemas de poder económico –más allá que es entendible
porque el falo y el narcisismo mueve a eso- la verdad no los entiendo. ¿Quieren
tener más? Sí. ¿Quieren dominar más? Sí. Pero lo que no entiendo es por qué no
piensan un poquito en los que tienen menos y que les pasaría si en vez de tener
cinco propiedades, donan una a una familia pobre con cinco hijos o venden uno
de los tres o cuatro yates y construyen una escuela… Esta gente respondería, ya
sabemos: “eso que se haga cargo el Estado”- pero da la casualidad que son los
mismos que piden un Estado chico. O, para decirlo mejor, son los que quieren el
Estado para los que ellos les convienen, por ejemplo, para que los protejan.
Siempre estamos en el Otro no barrado. El sujeto es religioso por definición.
Argentinos que se van a vivir afuera y terminan ganando menos de lo que
ganarían acá y que después hasta se dan el lujo de hablar mal de su país. ¿Te
das cuenta que no pasa por dinero, sino por falo, por pasiones, por imagen, por
desprecio por el semejante? Así que eso no entiendo: si no les alcanza diez, ni
once, ni doce… ¿por qué hay que seguir ajustándole las tuercas al que tiene dos
o uno?
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-Como bien dijiste, ¿no?
El narcisismo…
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Sí, pero es que eso es ya egoísmo. El narcisismo es
algo estructural y necesario. El egoísmo es siempre capitalismo, acumulación de
ego, de riqueza, de bienes… De imagen, de poder. Es, como dije antes, tratar de
tenerla más larga. Cuando digo “no entiendo” en realidad quiero decir: “no
entiendo si vamos a ser comidos todos por gusanos”- Eso no entiendo. Lo que
pasa que la cultura ha llevado al culto de la imagen y ahora resulta que hay
calles, bustos, plazas, con nombres de ricos que nunca han cruzado ni siquiera
la cordillera en burro; pero que han fundando un banco. La verdad, como
decía Bernard Shaw, hay algo peor que
robar un banco: fundarlo. Y el capitalismo es eso: la proliferación de los
bancos y financieras demuestra que este mundo está cada vez peor. El egoísmo es
un mal capitalista cada vez más arraigado. El síntoma neurótico es un
significante capitalista, no hay duda: autoerótico, egosíntonico y
autoacumulativo por excelencia. Yo tuve
una amiga que falleció hace cuatro o cinco años, de mucho dinero, que terminó
sus últimos años haciendo esculturas. Como tenía mucho dinero (la carrera de
psicología la siguió sólo para competir con su marido escribano y demostrarle
que podía) decidió estudiar escultura con los dos o tres mejores maestros de
argentina. Un año antes de morir hizo dos muestras que por supuesto pagó
íntegramente, en una galería de las mas prestigiosas. A lo que voy es: ¿dejó
algún cacho de sus esculturas para sus amigos? No, nunca. Todo para su ex
marido y sus hijos que son tan egoístas como fue ella. Ella sabiendo que se
estaba muriendo, arregló su suntuoso sepulcro en Recoleta, pero no se le
ocurrió dejar ni un pedacito de mármol para cualquiera de sus amigos. Ahora,
claro: ¿cómo ella no iba a descansar en paz en un nicho bien decorado? El capitalismo
es así y el síntoma es capitalista: esta mujer, como muchos, nunca se divorció
por sostener su imagen, por no perder nada. Obviamente, creen que nada pierden.
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-¿Alguna opción,
alguna alternativa para zafar de todo este empalagoso síntoma?
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Zafar, zafar no creo. Pienso que sólo queda
refugiarse en la poesía, en la pasión, en los sentimientos que nos hagan
olvidar del billete, del BMW o del
helipuerto. El otro día una amiga me tiró una frase que escuchó: cuando la pasión aparece, el mundo desaparece.
Habría que escribir Mundo con mayúscula porque ese Mundo es el Malestar de
la Cultura del que hablaba Freud y sólo cuando se vive apasionadamente podemos
de algún modo olvidarnos de su malestar. La destitución yoica, que tanto pide
el Budismo, es de difícil ejecución para el sujeto porque se ha llegado a la
locura disparatada de pensar que uno es lo que tiene. Y el sistema educativo
–más el agregado obvio de la formación parental- nos lleva permanentemente a
pensar eso. Es una sociedad de premios y castigos. Y el premio siempre es
capitalismo, bienes, números, rangos, ascensos. Incluso un divorcio o una
renuncia a un puesto jerárquico puede ser considerado un fracaso, cuando muchas
veces es lo mejor que le puede pasar a un sujeto. Hablando de “helipuerto”; el
otro día recordaba con alguien que el intendente de Lanús viajaba a su trabajo
en helicóptero. (Yo me crié entre Flores y Lanús) A este disparate –no hay que
olvidar de todos modos que fue votado por la gente- hay que sumarle de dónde
venía: del country Abril. Es decir: no sólo viajaba en helicóptero sino que
vivía en un country de otra localidad: de Berazategui. Mortal. La ciencia
ficción nunca imaginó que la realidad la superaría. Un intendente gana siendo
de otro vecindario. No. Zafar es problemático. Yo diría aceptar que uno es un
pequeño burgués, que vive en un sistema capitalista, y después ver cómo
alienarse lo menos posible. Un amigo tiene dos hijos. Siempre criticó los
MacDonald´s. No sólo soy el tío que los lleva a los Mac´s sino que ya viajaron
a Orlando: es decir, zafar no. A lo sumo aceptar que nos dominan y tratar de
buscar, me parece, la posibilidad de depender lo menos posible de la
panfletaria ideología del Norte con sus benéficos goces que nos harán libres, sanos
y fuertes. Uno puede consumir Mac´s pero no deberíamos dejar de pensar que es
pura bazofia, chatarra de la mejor; como los discursos de hoy de los vendidos
periodistas vende patrias o de las empresas de telefonía: puro verso y basura.
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-¿Cómo ves el futuro
boom social? ¿Internet, el naturalismo, qué nos queda?
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No soy filósofo ni sociólogo. No tengo siquiera una
doctrina intelectual. El naturalismo como doctrina me parece pura neurosis, por
no decir directamente renegación perversa: creer que el sujeto puede volver a
un estado homestásico natural es una aberración fantasmática. Nada es natural
en el ser humano, empezando por su sexualidad que incluye cómo se alimenta,
cuándo, dónde y de qué. Hay sujetos que comen caca y otros que cogen con
muertos. Tenemos que entender que ningún animal hace eso. No existe el animal
que se coma sus propios excrementos. El sujeto sí. Si a eso la psiquiatría o la
ciencia lo quiere llamar parafilia, que lo llame cómo quiera: pero es cultural.
El naturalismo (los vegetarianos, los que quieren hacer un Uno con la
naturaleza) no es más que un estado fantasmátco útopico. ¿Qué naturaleza? La
única realidad del sujeto es fantasmática y esa es su verdadera naturaleza: la
cultura. No hay realidad por fuera del fantasma, por eso “frio” o “calor” son significantes;
de allí que si estamos sólo, sin un amor que nos abrigue, podemos llegar a
sentir más frío que lo que siente alguien en la Antártida. De allí que un tipo
se clave un hierro en la uretra de su pene para gozar, o pueda abrir su ano
para que le entre medio brazo y en cambio una mujer no pueda recostarse en la
camilla de su ginecólogo porque un escalpelo en su vagina le ocasiona un ataque
de histeria. Y convengamos que la vagina es mucho más grande que el orificio
anal. Todo cultural. Producto del lenguaje, del fantasma que se construye cada
sujeto. Por otro lado, yo creo que el que domina la imagen va a dominarlo todo.
No porque sea sabio o expertos en imágenes; sino porque el síntoma del sujeto
depende de eso: el sujeto es capaz de perder el amor de su vida, es capaz de
perder sus hijos, su pareja, su trabajo, sus amigos; pero nunca se resigna a
perder su imagen, es decir: a doblegar su YO, su construcción imaginaria. Se
mata en nombre de esa imagen. Y matamos, incluso, a quienes a veces declaramos
que amamos. Las dos pulsiones que Lacan agrega a las de Freud son la pulsión
invocante y la escópica: allí se juega todo el deseo humano, con perdón del
pleonasmo. Todo sistema que tenga que ver con la venta de la imagen y la voz,
siempre triunfará sin duda. De allí que la moda nunca decae, los productos del coiffeur y la cosmética cada vez están
más en auges, los coches compiten por el modelo más moderno, etc. La imagen hoy
nos llega directamente desde los dispositivos de la web. El face es uno de los prototipos más
nítidos, por eso sus creadores se hicieron multimillonarios maal: la verdad me
resulta hasta patético –sobre todo en personas que pasaron su adolescencia- que
la gente publique todo el tiempo fotitos de su cara en el face. Yo cuando veo esas cosas pienso: ¿se darán cuenta lo
narcisista que son que no pueden dejar de mostrarse? Y –a la vez, claro- lo
inseguro que necesitan que un arsenal de supuestos amigos les ponga un “like” y
si va con mensaje de “potro” o “hermosa” o “ah bue”; mejor. Es genial; porque
yo me imagino que esa gente se va a dormir sóla, se clava una paja, enciende el
velador porque tiene miedo de dormir a oscuras, y a la mañana siguiente vuelve
a postear una fotito para volver a alienarse. Y después dicen que el psicótico
es el enajenado. Increíble lo que es una neurosis. Y asombroso cómo un sujeto
no sólo tiene que amar, sino que demostrar que ama. No sólo tiene que ir de
vacaciones, sino mostrarlo. No sólo tiene que comer, sino para quién. Y después
son los mismos que dictaminan que serían felices en una isla desierta: es para
cagarse de risa: no pueden dejar de postear ni lo que desayunan y quieren vivir
en una isla desierta.
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-¿Entonces hay que
invertir en imagen?
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No hay duda. Desde la fotografía, pasando por el
cine, hasta la web, todo lo demuestra: son las grandes industrias que se
capitalizan con el síntoma neurótico. Todos estamos de algún modo sujetos a la
imagen: nadie va a curtir con otro sujeto si algo de su imagen no lo despabila
(aunque sabemos que justamente por narcisismo e histeria, se puede curtir
perfectamente en la oscuridad y despedirse sin hablarse); pero estoy hablando
de lo patológico, de cuando una cuestión de imagen puede matar hasta lo que
decimos que amamos.
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-¿Podrías hablar un
poco más de esto último, de que podemos tener una relación con alguien en la
oscuridad y despedirnos sin hablarnos?
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Sí, es simple. Esto se escucha mucha en los
analizantes y amigos y vecinos que van a un boliche, por ejemplo. En todo
boliche, y no es casualidad, hay lo que se conoce como Reservado. Que siempre
está en penumbras. En algunos boliches, boliches de onda gay por ejemplo, se lo
conoce como Dark-Room. El gay suele ir más al acto, y entonces se utiliza este
espacio más directamente no tanto para el chape sino para curtir. Es simple de
entender, digo, porque si partimos de la base que el YO se sostiene con su
imagen, es decir que la castración es de la imagen; entonces es fácil entender
por qué en la oscuridad el sujeto puede hacer lo que no en la luz. Parece una
pelotudez pero somos así de básicos. Como digo siempre: matemática pura. Una
tipa o un tipo te puede histeriquear diez horas en la pista de un boliche, y
después termina tranzando con la más fea o el más feo en el dark. Eso, por supuesto, no deja de ser
histeria pura. No olvidemos que la histérica es capaz de garcharse al que no le
gusta con tal de quedarse insatisfecha y de demostrar a alguien que puede. Yo
creo que cada vez más hay que volver a la definición Freudiana prehistórica de
histeria: es el sujeto que separa afecto
de representación. La oscuridad sirve para eso. No sé a quién tranzo. No sé
de quién es la teta o la pija que chupo. Separo afecto de representación. Por
eso la histérica goza en y con ese hiato, en esa ruptura. No puede amalgamar su
cuerpo: sus pensamientos con sus afectos. Allí es donde histeria se encuentra
con perversión. De allí también que, como digo a veces, “amor mata perversión”;
el tema es qué entendemos por amor. Si amor es sólo amor a sí mismo; no deja de
ser histeria; infantilidad perversa polimorfa. Pero amor deberíamos tomarlo
como algo en el orden de la integración, de la integridad. No como una parte. Una
cosa es chupar una teta en un reservado estando borracho (como generalmente
ocurre en los adolescentes) a alguien que ni sé cómo se llama; y otra es
llevarla a un living, abrir un vino y hablar. No olvidemos que una de las
condiciones que se agrega a la oscuridad es el silencio: los sujetos no hablan,
sólo gozan. Y si no hablan, no hay conflicto. Por eso decimos en psicoanálisis
que el matrimonio perfecto es el que no habla o -que es lo mismo- el que no coge.
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-Una última pregunta,
Marcelo: ¿por qué se suele decir que la neurosis es lo mejor que nos puede
pasar? ¿Podrías hablarnos un poco de las Estructuras del sujeto?
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En el psicoanálisis de Lacan entendemos sólo tres
estructuras: neurosis, perversión y psicosis. No hay borderlines. Cuando los analistas postfreudianos no supieron
diagnosticar, inventaron ese término. Dentro de la neurosis hay tres
“subespecies”, digamos: histeria, obsesión y fobia (o histeria de angustia). El
perverso, empiezo por el que más mala fama tiene, es el que –a la criolla-
conocemos como el cagador, el hijo de puta o simplemente el que conscientemente
va a tratar de producir la angustia en el neurótico de modo sistemático. No es
cierto, por ejemplo, que la relación sado-masoquista sea una relación perversa.
El lenguaje no lo permite. Es decir: si el masoquista dice “pégame” el
verdadero sádico responderá con un “no”. Esas son relaciones neuróticas
precodificadas. En cambio la perversión suele darse en el discurso más que en
una escena sexual. Por ejemplo: un vínculo donde ambos sujetos saben que se
están cagando pero no se habla de eso, es para el psicoanálisis un paradigma de
discurso perverso: “lo sé, pero aún así…” Es decir: la renegación. “Sé que mi
madre no tiene el falo, pero aún así.”
Por eso cuando Lacan analiza la perversión de Gide no lo hace sobre su
homosexualidad, sino sobre el pacto con su pareja. Este tipo de perversión se
encuentra frecuentemente en parejas heterosexuales de mucho poder adquisitivo,
que no quieren perder nada, donde cada uno tiene su amante, pero de eso no se
habla. Yo conocí a alguien que viajaba en el avión con su marido y sus hijos y la
amante de su marido. Todo legal, pero de eso no se hablaba. En parejas
homosexuales también se da –por supuesto- con el mote de que “el puto es puto y
quiere pija”, por ejemplo, igual que cuando la mujer justifica al varón porque
es varón; donde se agrega –el colmo de la perversión sin análisis, sin la
pregunta por la castración- “pero nos queremos mucho y tenemos muchos bienes en
común… el sexo es el sexo.” Tampoco podemos definir la perversión como el
prototipo de la cuestión fetiche. Primero y esencialmente, porque toda
sexualidad humana es fetichista por definición, porque es cultural. Es decir:
que ya nos atraiga un color de pelo, un color de piel, una estatura, un modo de
vestir, una profesión, cualquier significante: eso es ya fetichismo. Como decía
Germán García, es tan fetichista un sujeto que le compra bienes a su pareja,
como otro que la toma por el color de sus trenzas. Segundo, porque el
fetichismo puro es difícil de encontrar hoy día. ¿Cuál es? Aquel sujeto que
goza del objeto independientemente del sujeto. Es decir: si tomamos un objeto
fetiche (por ejemplo el zapatito rojo de taco alto; o la barba) y lo
independizamos del sujeto, ahí encontraríamos verdaderamente al fetichista.
Pero la condición fetichista de objeto permite acceder al deseo (eso es general
para todo sujeto), en cambio ¿cuántos sujetos hay que se masturban con un
zapato rojo de taco alto, suelto, independientemente de la mujer que lo use?
¿Se entiende? Te pueden gustar las mujeres con trenzas, pero sólo serías un
fetichista puro, si podés llegar al orgasmo sólo con las trenzas,
independientemente de la mujer que las use. Y no creo que haya muchos sujetos
que guarden trenzas en una caja para clavarse una paja. Por otro lado tenemos
la psicosis, es decir: el verdadero loco. El que delira, alucina y todo su
mundo fragmentado, escindido, conspira en contra de él. No es que el neurótico
no alucine (de hecho el Yo es siempre fragmentado) pero el psicótico vive
permanentemente en ese estado alucinatorio. Y finalmente el neurótico, con su
defensa lábil: haciendo fallidos todo el tiempo, olvidos, chistes porque no
puede decir de otro modo la verdad que lo toma. ¿Por qué la neurosis es el mejor de los males? Te lo contesto simple sin demasiada teoría y casi empíricamente:
porque sólo el neurótico sabe, reconoce, que tiene un síntoma: es decir, un
problema con el cual goza (Freud dirá “que ama”) pero a la vez quiere sacarse
de encima. El psicótico sabe que oye voces, pero no llega al analista porque
quiere sacarse esas voces de encima, sino por el problema que esas voces le
ocasionan con el lazo social. Igual que un adicto: no viene porque se droga,
viene porque la droga le impide hacer otra cosa.
El neurótico, en cambio, es
consciente de su malestar y de su obstáculo. Por eso digo siempre que ya está
“sano”, entrecomillado, porque hablar en esos términos no es psicoanalítico. El
neurótico reconoce que él es parte del problema, aunque suele quejarse al
comienzo de los otros. El perverso no. Y el psicótico ni siquiera puede porque
su estofa está impregnada de una realidad –de un fantasma- que se lo impide. El
neurótico no sólo reconoce que tiene un problema sino que paga a un analista
durante muchos años para poder tener otro tipo de convivencia con este
problema. Nos quejamos de los neuróticos, pero somos los que producimos
cultura. El perverso no produce, al igual que un adicto severo que ningún
analista casi quiere atender porque encima no te paga y gasta su dinero en la
droga. Y encima se victimiza diciendo que no tiene dinero. Es frecuente que el
adicto severo hasta robe. Muy pocos analistas quieren atender adictos severos.
Y el psicótico produce pero esporádicamente. Es decir, hay poetas, hay
pintores, hay ciertos genios psicóticos; pero no son frecuentes que hagan a la
producción cultural. Creo que para crear hay que estar un poco loco; pero me
refiero al psicótico vero. El neurótico es el que se banca –sin librar cheques
sin fondos ni vivir a costa del otro- levantarse todas las mañanas, esperar el
subte, ir a su laburo y así su ruta… Esto Freud lo llamó sublimación. A veces
hay que estar advertido que no sea sobre-adaptación. Porque trabajar sin
pasión, diez o quince horas por días, mecanizadamente, es ya parte del síntoma
patológico; pasa de ser una neurosis común. Dentro de la neurosis tenemos la
Gran Creadora del Psicoanálisis: la histérica. Que ha demostrado a Freud que
todo deseo es insatisfecho por definición. Por eso ella siempre quedará
insatisfecha para poder seguir gozando. Asi, con sus grandes escenas -por algo
la histeria y el teatro se llevan muy bien- ellas son las que siempre terminan
las relaciones a los golpazos, ella son las que se van enojadas de sus parejas,
con sus analistas (donde obviamente repiten todo), con sus jefes (Amos que
buscan para después derrocarlos), etc. La histérica es el patrimonio del
psicoanálisis por excelencia. Cuando raya con la perversión son realmente
recalcitrantes. Hacen su propia versión del mundo. Lo que importa es lo que
ellas demandan, sus necesidades. Porque obviamente la víctimez y la
psicopateada es el gran artilugio histérico. Ellas dicen que aman, que se
desviven, etc. Y todo eso es una gran farsa, una gran mentira donde se alojan
para poder seguir mintiéndose y haciendo pito catalán a la Castración. Es la
renegación perversa. Por eso se defienden y se defienden todo el tiempo en el
análisis. Estoy hablando de las grandes histéricas que cursan la neurosis con
cierto grado de perversión. Esas donde el analista siempre es el Amo que las
esclaviza, el malo de la película. Pero la neurosis es, con mas, el puente, el
lazo, hacia el otro. Con el circuito del deseo insatisfecho, con todo su
discurso metonímico, consigue el lazo. No puede sostener lo que desea, cierto;
pero el lazo discursivo las sostiene. Por eso son pura cascara, puro
blablabla... El neurótico no sólo es quien -por eso mismo- hace verdadero lazo;
sino que también es el único de los tres que está en condiciones de reír. De
reír sinceramente, no con la impostura del perverso o la risa lunática del
psicótico. Me viene ahora ese dicho que dice: “Yo creo que dos personas que se hacen reír, tienen derecho a todo.”
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-Gracias Marcelo por
esta charla.
.
A ustedes.
Para la Blog:
encuentroculturas.blogspot.com.ar/2016/02/entrevista-del-mes-marcelo-perez.html
Febrero - 2016
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Febrero - 2016
Fotografía:
MAP