Tango que me hiciste bien...
Muchos días –y algunas noches- pienso en vos. Hoy también.
Ciertas pasiones se transmiten: no hay manera de heredarlas sino a través del
saber inconsciente. Algunas otras van surgiendo –también por identificación- y
apenas pocas sólo motu proprio. No me transmitiste
el amor por el fútbol: eras apasionado, incluso intransigente, con el
Seleccionado Argentino; pero no me llevaste a una cancha y por tanto faltó un
pedazo de cuerpo. Tampoco me transmitiste el porvenir por el psicoanálisis, ni la sedosa lealtad del mar, ni
la exaltada ternura por los perros ni la amistad de los árboles.
Pero el
tango… El tango sí estaba en tus venas, día y noche. Me decías: “escuchá acá
la orquesta, lo que hace, escuchá el diálogo entre el bandoneón y el violín…” o
“fijate cómo el cantor lo dice…” No entendí mucho qué me estabas diciendo;
pero la pasión también se esconde con palabras triviales, en instantes
efímeros. Hoy sábado 28 de noviembre, también te pienso. Cuando sentado en la
platea de un estadio cultural la orquesta hace escuchar sus corcheas y
puedo comparar un director con otro; y entonces pensar: “Osvaldo Piro le da
una potencia que no alcanza con los cantantes que sólo afinan y llegan a la
nota, pero no interpretan.” O puedo decir: “Raúl Garello le da un ritmo
tan acompasado y tenaz; mientras al joven Julián Hermida se le nota su
movimiento tenue y romántico: no pide cuerdas potentes, pide templanza.”
Escucho, entonces, cómo cada director pensó con su cabeza lo que después imprimirá
a sus músicos: las mismas cuerdas, el mismo piano: cincuenta músicos que responden a la batuta de tres estilos diferentes. Eso me transmitiste, acaso sin saberlo. Sí, claro: después
está el pequeño aporte de mi sensibilidad; pero te agradezco que hoy también -vos en una nube, yo en un sueño- escuchemos juntos las mismas notas. Un Padre entrega
sólo lo que puede. Y sólo puede transmitir lo que se ha apoderado de él.
MAP
Legado
de Tango
28/XI/15
Fotos: MAP