El Sujeto Psicótico en Lacan.
Jacques Lacan nos recordó muchas veces que la Verdad tiene estructura de Ficción; es decir que hay que entender que para un analista la "Novela Familiar" o el Mito con que el sujeto llega a su análisis y despliega su fantasma es siempre Verdad. Sea éste un sujeto psicótico ["Las paredes me hablan" o "El vecino me persigue porque es de la CIA"] o sea un sujeto neurótico ["Mi mujer tiene un amante" o "Los mosquitos transmiten el hiv" o "No se me para porque mi mujer cocina mal las lentejas"]. Todo MITO nos puede parecer un disparate, pero es a partir de allí que el Sujeto conforma su novela, abre sus significantes y sostiene su síntoma o su delirio.
En estos días -en uno de los Grupos que coordino- estamos leyendo el Seminario 16. En su clase 12, por demás una de las clases fundamentales de dicho Seminario, Lacan (que no por casualidad vuelve a recordarnos su ponencia en el Seminario 7) nos introduce más puntualmente al Das ding; al goce, a su ética en juego, y a la cuestión del Saber y la Verdad, objeto-a mediante. Es decir que el eje Saber-Verdad-Goce-Ética está atravesado por el objeto, por la falta; por eso en dicha clase Lacan hablará justamente de la sublimación y de la función del autor (recordando la conferencia que M. Foucault dictara en 1969) y puntuará el material de los Sueños como el "Acontecimiento Freudiano" por excelencia. Sin olvidar -claro, y como nos recordaba Freud- que el Sueño del neurótico es el delirio del psicótico.
En la última semana he recibido dos correos y un texto por face, donde se cuestiona
la duda sobre el psicótico y su estatuto [lógico] de sujeto del lenguaje. El
eje en común de estos interrogantes es si el psicótico es un sujeto y, además,
si –por lo tanto- desea. En uno de los mensajes me dice textualmente un colega:
“No me queda en claro el tema del objeto (a). […] Acá dicen que el psicótico
lleva el objeto en su bolsillo.” Esto es un modo de decir que no hay
extracción de objeto en la psicosis; es decir: que el psicótico lo sigue
llevando él mismo [“en su bolsillo”] a diferencia –supuestamente- del neurótico
que lo extrajo y le quedó en el Otro. Esto también es una falacia puesto que el
objeto siempre es mitad del Sujeto y mitad del Otro. Ahora: lo que intento
re-producir en este posteo es algo que muchas veces he escrito en relación a
este tema. Lamento que ciertos discursos Amos-Universitarios que se propagan
con mucha facilidad incluso en las Residencias Hospitalarias (y que por lógicas cuestiones de formación, los psiquiatras repiten ecolálicamente); caigan en la axiomática –totalmente iatrogénica
para la clínica y falaz para el andamiaje teórico- de que en la psicosis no hay
represión y –por ende- no hay extracción de objeto ni deseo.
Reproduzco algo que he escrito en otro
posteo (http://psicocorreo.blogspot.com.ar/2013/02/las-psicosis-que-nos-consulta.html
) e invito al lector a dirigirse a otros posteos de mi blog donde he versado
sobre este tema.
Si el psicótico no reprimiese
directamente no hablaría. Para hablar es necesario reprimir. No soy yo quien lo
dice, ojalá hubiese inventado algo nuevo; fue Freud y fue Lacan. Y muchos
analistas también piensan lo mismo porque hemos leído a Lacan más allá de
Lacan, cómo él ha sabido leer a Freud. Si el psicótico no reprimiese no se
angustiaría. Y basta verlos en los hospitales o en nuestras consultas cómo y a
qué nivel padecen la angustia: por lo demás, afecto netamente humano. Los
animales pueden huir ante un peligro, pueden tener “miedo”
(significante-humano, valga el pleonasmo) pero no tienen angustia: la angustia –leamos
a S. Kierkegaard por ejemplo- es netamente humana. Que un sujeto forcluya no
excluye a que reprima, y viceversa. La Behajung del Falo y la Austoussung del
objeto son recíproca y morfológicamente constituyentes de la Estructura.
Reproduzco aquí lo enunciado hace
algunos años:
En la Vulgata psicoanalítica suele hablarse
permanentemente de que en el psicótico no hay extracción de objeto. Esta
enunciación no se escucha sólo de alumnos; sino de colegas que dictan clases en
las Residencias Hospitalarias y en varias Escuelas, de colegas que forman
colegas.
Dentro de poco vamos también a oir que el psicótico no habla. Si en
realidad se entendiese que decir lo primero implica ipso facto inferir
lo segundo, se dejaría de repetir ecolalicamente y sin la menor coherencia
técnica estos enunciados que fueron extraídos de una lineal y reducida (y
escolástica) lectura de la obra de Lacan.
Sabemos de colegas profesores de Residencias, y obviamente de residentes en
formación, que se espantan cuando escuchan que algunos podemos decir que en el
psicótico hay represión y en el neurótico hay forclusión.
Como si la represión fuese exclusiva del patrimonio neurótico y laforclusión únicamente
de la estructura psicótica.
Nos preguntamos permanentemente si se dan cuenta de que ese espanto no es
más que la vacilación fantasmática que se les produce, vía la angustia
obviamente, por encontrarse perdidos cuando la teoría no los abrocha a
significante alguno. Pérdida que se incrementa más todavía cuando se chocan con
la praxis que les permite verificar lo contrario a lo que enuncian
en su discurso universitario. Nos preguntamos: ¿Sabrán que para hablar hay
que reprimir? ¿Sabrán cual es el mecanismo adyacente al hablaje del
sujeto e incluso la función psíquica, como dirían en psicología, que se juega,
en dicho mecanismo? ¿O pensarán que un psicótico es un brotado 24/365 y, a la
vez, que un sujeto que no ha desencadenado un brote, no puede ser un psicótico
estructural? Nos asombra que todavía haya analistas -y no decimos psiquiatras,
los cuales obviamente se justificaría por su formación- que piensen que
diagnosticar una psicosis depende de la existencia de alucinaciones o delirios.
Como si nunca hubiesen escuchado delirar a las histéricas o alucinar a los
fóbicos.
Estos conocidos enunciados, concatenados y derivados, llevan a deducciones
disparatadas:
“Un psicótico no hace extracción de objeto”, por lo
tanto:
“Un psicótico no se constituye como sujeto”, por lo tanto:
"Un psicótico no tiene deseo", por lo tanto:
“Un psicótico no se angustia”, por lo tanto:
“Un psicótico tiene certezas”, por lo tanto:
“Un psicótico no demanda”, por lo tanto:
“Un psicótico no puede amar”, por lo tanto:
"Un psicótico no hace transferencia", por lo tanto:
“No existe el psicoanálisis de las psicosis”.
¿Disparatado, verdad? Máxime
cuando también escuchamos su contra-enunciado: "Lacan dice no
retroceder ante la psicosis". ¿Se trata de un análisis especial o
de una simple psicoterapia de apoyo? ¿Qué nos autoriza a decir que en la
psicosis no hay análisis, cuando en realidad la función del analista -tanto
en la neurosis como en la psicosis- debe pivotear la misma operación?
¿No hay acaso psicóticos cumpliendo tareas de jerarquía en empresas e incluso
en instituciones de salud? ¿No hay psicóticos en el arte y en la ciencia?
¿Impide ser psicótico tener una relación objetal con un otro,
vía un Otro? ¿Cómo se puede decir que el psicótico no hace Transferencia?
¿Cómo se puede afirmar que en el psicótico no hay Fantasma, cuando
sin fantasma es imposible percibir realidad/operativa alguna? ¿Cómo es posible no
entender que hay avatares fálicos que producen distintas vacilaciones
fantasmáticas que modifican cada Realidad? ¿El psicótico es un agnósico o un
delirante, todo el tiempo? ¿Y cuándo alguien no se reconoce al espejo, es ya un
psicótico? ¿Y el sujeto que perdió un miembro y luego lo percibe, es un
psicótico? ¿Y los niños que golpean, que rompen vidrios o escriben paredes o que
incluso dibujan transparencias, son ya psicóticos?
El trabajo analítico a partir de Lacan, ha marcado una pertinencia sólida
en el trabajo con psicóticos. Proviniendo Lacan del campo de la psiquiatría e
incluso agradecido a su maestro Gaêtan De Clreambault –quien no lo
reconoció y acusó de plagio- parece lógico que las psicosis ocupen a partir de
su tesis doctoral, un lugar clínico y teórico de preeminencia.
Y así como Freud acota el campo de las psicosis por problemas justamente de
transferencia -y en un contexto dónde estaba intentado parir su
obra- Lacan ha renovado y puesto de bastión el significante del Nombre-del-Padre como
eje paradigmático de toda Estructura, para lo cual las psicosis le sirvió
notablemente.
Sin embargo, la colisión entre los conceptos preformados y la praxis con
psicóticos, ha permitido una nueva lectura lacaniana que renueva y
amplía la interpretación de esta Cuestión. Ya no se trata del Nombre-del-Padre sino
de los Nombres (en plural) de un Padre-que-Nomina.
Y esto sumado al último Lacan que ha abordado, vía el sinthome, la
problemática de todo parlêtresujetado al Otro. Pero la problemática
con los mecanismos de defensa (común en todas las estructuras) ya estaba en el
Freud de 1894 ("Las neuropsicosis de defensa") y Lacan lo sabía.
Como
dice Juan David Nasio: "Es asombroso que esta comprobación clínica, harto
trivial en definitiva, que Freud señala con frecuencia y que se corrobora sin
cesar en nuestra práctica, no haya conseguido todavía desarraigar
definitivamente el error de generalizar de manera indebida la circunstancia de
un episodio psicótico al conjunto de las realidades del sujeto. Un
paciente alucina o delira: irremediablemente, sin discriminación, se lo
cataloga de psicótico; es como si se tratara de un tic mental
del psicoanalista, determinado por la inmensa importancia acordada al hecho de
la psicosis. Importancia enceguecedora , que no nos deja matizar ni pensar una
compatibilidad acontecial, en una misma persona, de realidades
mixtas, producidas por represión y producidas por forclusión."
Marcelo A. Pérez
El sujeto psicótico.
X / 2015