J. Lacan & S. Zizek / Objeto a
En contraste con la
histeria, el perverso sabe perfectamente qué es él para el Otro: un saber
soporta su posición como el objeto del goce de su Otro (sujeto dividido). Por
esa razón, la fórmula del discurso de la perversión es la misma que la del
discurso del analista: Lacan define perversión como la fantasía invertida, es
decir, su fórmula de la perversión es a -
$, lo que es precisamente el
nivel superior de la fórmula del discurso del analista. Las diferencia entre el
lazo social de la perversión y el del análisis, se basa en la ambigüedad radical
del objet petit a en Lacan, el cual representa simultáneamente al
señuelo/pantalla imaginario fantasmático y lo que este señuelo está opacando, el
vacío detrás del señuelo. Consecuentemente, cuando pasamos de la perversión al
lazo social analítico, el agente (analista) se reduce al vacío (o a la nada), lo
cual provoca que el sujeto confronte la verdad de su deseo. El saber en el lugar
de la “verdad” debajo de la barra bajo el “agente”, por supuesto, refiere al
saber supuesto del analista, y, simultáneamente, señala que el saber ganado aquí
no será el conocimiento “objetivo” neutral de la adecuación científica, sino el
saber que concierne al sujeto (analizante) en la verdad de su posición
subjetiva. (Recuerden, nuevamente, la atroz afirmación de Lacan de que aun si lo
que un marido celoso reclamara sobre su mujer (que se acuesta con otro hombre)
fuera verdad, sus celos serían aún patológicos; siguiendo la misma línea uno
podría decir que, incluso si la mayor parte de los reclamos nazis sobre los
judíos fueran ciertos (que explotaban a los alemanes, seducían a niñas
alemanas...), su anti-semitismo aún sería (y era) patológico, porque reprime la
verdadera razón de por qué los nazis necesitaron el anti-semitismo para sostener
su posición ideológica). Entonces, en el caso del anti-semitismo, el saber
acerca de lo que los judíos “realmente son” es una impostura, irrelevante,
mientras que el único saber en el lugar de la verdad es el saber sobre por qué
un nazi necesita la figura del judío para sostener su edificio ideológico. En
este preciso sentido, lo que el discurso del analista “produce” es el
Significante-Amo, el “desvío” del saber del paciente, el elemento-excedente, el
cual sitúa al saber del paciente al nivel de la verdad: después de que el
Significante-Amo es producido, aún si nada cambiase en el nivel del saber, el
“mismo” saber de antes empieza a funcionar de un modo diferente. El
Significante-Amo es el sinthome inconsciente, la cifra de goce, a la cual
el sujeto estaba -sin saberlo- sujetado.
(...)
¿Dónde, precisamente, se equivocó
Marx respecto de la plusvalía? Uno está tentado de buscar una respuesta en la
distinción lacaniana clave entre el objeto del deseo y el plus-de-gozar como su
causa. Recuerden el rizo de cabello rubio, ese detalle fatal de Madeleine
en Vértigo de Hitchcock. Cuando en la escena de amor en el
granero, hacia el final de la película, Scottie abraza apasionadamente a Judy
reconvertida en la Madeleine muerta, durante el famoso beso, él deja de besarla
y se aleja lo suficiente como para robar una mirada a su nuevo cabello rubio,
como para reasegurarse a sí mismo que el rasgo particular que la hacía objeto de
su deseo estaba aún allí... Entonces, siempre hay una brecha entre el objeto de
deseo mismo y su causa, el rasgo mediador o el elemento que hace a ese objeto
deseable. Y, volviendo a Marx: ¿qué pasaría si su error hubiera sido que también
él asumió que el objeto de deseo (la expansiva productividad irrestricta)
permanecería, aún privándolo de la causa que lo impulsaba (la plusvalía)? Lo
mismo también se sostiene –y aun más– para Deleuze, ya que él desarrolla su
teoría del deseo en directa oposición a la de Lacan. Deleuze afirma la prioridad
del deseo por sobre sus objetos: el deseo es una fuerza productiva positiva que
excede a sus objetos, un flujo vivo que prolifera a través de la multitud de
objetos, que los penetra y pasa por ellos, sin necesidad de ninguna pérdida
fundamental o “castración” que le sirva de base o fundamento. Para Lacan, sin
embargo, el deseo debe ser sostenido por su objeto-causa: que no es el Objeto
Perdido incestuoso y primordial al cual el deseo permanece fijado para siempre y
del cual todos los demás objetos son su sustituto insatisfactorio; sino que es
un objeto puramente formal que causa en nosotros el desear objetos que
encontramos en la realidad. Este objeto-causa de deseo no es trascendente –el
excedente inaccesible que elude para siempre nuestro dominio– sino que, por
detrás del sujeto, es algo que desde el interior dirige el desear. Y, al igual
que en el caso de Marx, es la falla de Deleuze en tomar en cuenta este
objeto-causa lo que sostiene la visión ilusoria de la productividad irrestricta
del deseo –o en el caso de H y N, la visión ilusoria de la multitud regulándose
a sí misma ya no constreñida por ningún Uno totalizante. Podemos observar aquí
las catastróficas consecuencias políticas de no desarrollar lo que puede
aparecer como una pura distinción nocional filosófica y
“académica”.
Slavoj
Žižek
[ Liubliana, 1949 ]
[ Liubliana, 1949 ]
El objeto a en los lazos
sociales.
Extracto. Versión Completa Aquí.
Arte:
De la película Vértigo
Alfred Hitchcock
Diseño-Afiche & Fotografía