Muerte y Castración. Real / Simbólico. Los celos y el creérsela.
Marcelo, ¿cómo está? Gracias por su blog
y videos. Leyendo los párrafos sobre la muerte (el último que cita a Lugones)
me vino una duda. La mayoría de los analistas hablan del real lacaneano como,
justamente, lo que no puede entrar en lo simbólico. Y usted dice ahí que toda
muerte es simbólica, incluso la real. Es decir que, según le entiendo, el real
no es sin lo simbólico, ¿puede ser así?
Le agradezco mucho, soy analista en formación de la ciudad de Mar del Plata. Ma. T. G.
Le agradezco mucho, soy analista en formación de la ciudad de Mar del Plata. Ma. T. G.
Hola. Bueno, aprovecho tu pregunta para explayarme un poco sobre
algo recurrente. Hay un dicho que dice "Come caca: millones de moscas no pueden equivocarse". A veces
los sujetos caemos en estas cuestiones: "lo dijo lacan", "lo
dijeron en la Escuela Tal de Psicoanálisis". Yo recomiendo siempre
alienarse pero tratar de separarse rápido. Sino caemos en un discurso Amo y
Universitario. Y esto no sería tan grave si no fuese que uno se acostumbra
rápido e influye para nuestro trabajo en la clínica. Es decir: si escucho a
Lacan o a Freud no escucho al analizante. Y si uno se acostumbra pronto a comer
lo que todos comen, es un problema para la escucha porque estaríamos haciendo
diagnóstico médico, o psiquiátrico.
Vayamos al punto. Si lo real fuese lo no simbolizable de modo
excluyente (como se suele enseñar en los primeros pasos de la teoría lacaneana)
entonces no habría razón de ser del psicoanálisis. Por eso convendría hablar de
"las puntas de lo real". A
ver: un pulmón puede ser un real para mí, pero no lo es para el neumonólogo
porque ya lo captura desde su saber. El goce es un real para el sujeto, pero el
analista lo manipula a través del discurso: por eso nos ocupamos de la clínica
del goce; por eso toda pulsión es de muerte. Ahora: aun para un médico, lo real no puede accederse sin lo
simbólico. Lo aprendimos con el mal llamado "primer lacan" que habría
que leer siempre como "el último": en el Estadio del Espejo, el espejo
cóncavo es un real, el córtex. Pero no existe sin la palabra del Otro. Los
únicos seres que tienen el real puro son los animales logrados o los vegetales.
Por eso tienen instinto. Una gota de sangre puede ser un real. Pero no lo es para
un bioquímico. De hecho "un pulmón" o "una gota de sangre"
son palabras. ¿Se entiende?
Entonces: la muerte es simbólica,
aún la real, porque nadie puede experimentarla (estando vivo, se entiende) sin
el significante. Por eso siempre irónicamente digo que el único que pudo volver
para decirnos qué es la muerte es quien escribió algunos libros sobre eso, que
es el señor Victor Sueiro. Y quizás algunos otros que desconozco... La muerte
es simbólica porque el real no existe sin lo simbólico, para el sujeto que
habla, lógicamente. Y habría que agregar, y sin el imaginario. Que en
determinadas estructuras haya fallas en el anudamiento, eso es otro punto. Pero los tres nudos
están. De allí que toda muerte es Castración. Sólo tenemos conocimiento de la
muerte a través de cuestiones como el duelo, la ausencia, la
distancia, el divorcio o todo lo que la muerte connota; y la muerte de una
misma persona es, de hecho, diferente para cada quién. Mira si será simbólica
entonces. Lo que para mí simboliza la muerte de una moscata, para otro no
significa nada.
Habría que aclarar otro punto. Cuando
decimos que con Lacan aprendimos que la castración es positiva (y a la vez decimos que castración es muerte) no estamos
haciendo apología de la misma. Lo que queremos significar es que la pequeña-muerte-del-yo (o lo que los
Budistas llaman destitución frente al apego del Yo-ilusorio) es necesaria para
acceder al deseo, atravesando la angustia y disminuyendo el goce que parasita
al sujeto. Como nos subraya Lacan en el Seminario 2: “… el yo (…) conserva
un carácter cautivante del que hay que desprenderse para acceder a nuestra
concepción de sujeto.” Ese carácter
cautivante (se entiende que es imaginario/espejo) no sirve para que un sujeto se
cuestione por su deseo. Es la misma captura que se produce en cualquier lazo y
donde las personas comienzan a desarrollar su agresividad. Por lo tanto no sólo
hablamos de castración estructural (pérdida originaria por baño de lenguaje)
sino del Yo, que es la que técnica y clínicamente, nos interesa en el
dispositivo. Se comprueba siempre que el analizante sufre por creérsela. Es
decir: por sostener su imagen. Muchos no lo “entienden” al comienzo, por
ejemplo cuando a veces yo les digo “querete menos” (exactamente alrevés
de las otras psicoterapias); pero de a poco advierten que ahí radica el
problema. Cuánto más nos queremos más problemática es la muerte; es decir, el
trabajo del duelo; porque lo que perdimos es lo que nos causó como falta: la
falta misma.
¿Cómo pues Lacan no iba a criticar en toda su enseñanza a la
psicoterapia del Yo que, al contrario, alimenta “el verdadero síntoma” del
sujeto?: “El Yo como tal está estructurado como un síntoma” (Lacan dixit)
O como diría Slavoj Zizek; “En tanto estamos identificados con nuestro Yo, estamos listos para caer,
para confrontar.” En uno de los
Grupos de Estudio, esta semana justamente versábamos sobre estas cuestiones en
referencia a la clínica freudiana y a la lacaniana. Cuando Lacan vuelve a leer
el Caso-Juanito de Freud, paradigmático en la FOBIA, re-interpretra el mismo:
lo que para el vienés era miedo a la castración, para el francés es
falta-de-castración: de lo que padece Juanito es de una Madre devoradora y de
un Padre que no ha funcionado como ley de castración, es decir que la
castración siempre es positiva: menos castración, más neurosis, más síntomas. Los
analistas y psiquiatras psicoanalíticos, saben que mucho menos castración, genera
una psicosis. La represión es castración; cuando asoma menos de lo esperado se
llama forclusión. Lo estoy sintetizando violentamente para que se entienda que
Lacan era un lógico. La teoría lacaniana es lógica. Los que estudian a Lacan
muchas veces no aplican la lógica (hasta se niegan a estudiar las matemáticas)
y entonces, como las moscas, terminan comiendo basura. El otro día un analizante, hablando de que está absoluta y locamente celoso de su nuevo novio, decía rítmica y contundentemente: "yo lo amo, yo lo amo, yo lo amo" a lo que intervine diciendo: "se escucha yo me amo, yo me amo, yo me amo..." ¿Se entiende? No hay nada más narcísistico que el amor; pero cuando se amalgama con la problemática de los celos (incluídas las paranoias fantasmáticas de rigor que incluso llevan a espiar mails, celulares o contratar un detective) se hace un bello combo neurótico donde se subraya y se presenta en primer plano todo el fortalecimiento yoico de un amor devorador sin límites, sin Ley, sin castración. La clínica descubre -de paso- que esos sujetos se quejan (oh casualidad!) de una madre devoradora, como ellos.
Actualmente, en la era del chateo donde la castración hace mutis por el foro y lo que prevalece es el discurso capitalista, lo que se trata de evitar, justamente, es el encuentro con ese otro que (como sabemos desde Freud) es la preeminencia del goce. Es preferible no estar enamorado a sufrir los avatares de un vínculo. El sujeto se defiende y el chateo constituye la mejor manera para no castrarse; aunque -como se sabe- igual la castración se produce: el neurótico cree que gana pero no sabe lo que pierde. El otro día, referenciado a esto, un analizante ingeniero citaba algo que escuchó de otro ingeniero: Internet, el chat, acerca a los que estan lejos, y aleja a los que están cerca. Por supuesto que no sólo el chateo auspicia este des(encuentro) que de por sí es estructural en el Ser-que-Habla. Hay también otros métodos donde el sujeto se las ingenia para metaforizar una ganancia ficticia. Los prostíbulos, por ejemplo, son un claro ejemplo donde -discurso capitalista más acentuado aún- el neurótico paga para no acceder a un vínculo que le ocasionaria (fuera del prostíbulo) el encuentro con la falta. Lo mismo sucede cuando un sujeto va reiteradamente a un boliche (no a divertirse sino a "encarar") y nunca encara o los vinculos conocidos como "amigarches", o aquellos donde los sujetos plantean un "open relation" (muy clásico en estos tiempos): siempre se trata de zafar de la castración; y allí el engaño. Cordial saludo y gracias por la oportunidad
de aclarar estos temas… map.
ARTE:
Edgar Ende
[ Alemania, 1901 / 1965 ]