Arte, Gastronomía y Miguel Brascó







Miguel Brascó fue un poeta. Por eso tenía tanto vuelo para hablar y escribir sobre gastronomía. Fue abogado, periodista, humorista y editor. Sus escritos y dibujos se conocieron muy poco. Pero dentro del mundo enológico, siempre fue mayormente admirado por sus colegas casi sin discusión, transformándose de a poco en una Denominación De Origen: Master Wine / Master Brascó. Siendo amigo de Quino, ha sido –según se cuenta- el responsable de que Mafalda se transformase en una tira diaria.

Vivió, con mucho humor y no poco swing, hasta los 87 años. Fue quien declaró que no existe el vino, sino botellas de vino. En una entrevista le preguntaron que hace cuando el mesero descorcha y ofrece el tapón esperando el veredicto. A lo que respondió: “Variante uno. Ante todo mirarlo fijo como hace uno con cualquier destape y, croqueteándolo después levemente entre el pulgar, el índice y el dedo medio, olfatearle las barandas como quien detecta: o sea, cejas en alto y párpados cerrados. Sonido a emitir: “mmm...”. Trascartón devolvérselo al mozo con expresión de serena sabiduría perspicaz conjetural aleatoria. Frase a emitir: “Traémelo sarteneado unilateral fileteado finito sobre un zócalo crocante de cabra y berenjenas con un fondo de sashimi”. Variante dos. Devolverlo ídem, con la frase a emitir cambiada: “Dáselo al chef y decile que bueno”. Cuando el chef aparezca preguntando “bueno qué”, ya la cosa cambió. Dejó de ser problema de corcho para transformarse en problema de chef. Cada cosa a su tiempo, una por vez.”

Y fue también el hombre que enunció: Acompañar nuestras comidas con vaso de leche es chongo; con agua helada, un desperdicio; con cerveza, una saponinada lunfa péndex, salvo si se sirve con un jambonneau o lentejas farci Berlin style; con akvavit resulta un amaneramiento fachoso; con arak, cosa de coturs; con Coca, una pedofilia con provechitos por arriba… ¡No!”




Miguel Brascó

[ Santa Fe, 1926 / Buenos Aires, 2014 ]

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