Amor menos neurótico: Amor más Legal.
¿Hay Amor que no sea neurótico? Significando por
neurótico, Edípico. Es decir: ¿habría algún Amor que no reproduzca –en sus
mecanismos y en sus fantasmática- la relación triangular Madre-Niño-Falo?
Sabemos que todo Amor es Amor a sí mismo, todo Amor es intrínsecamente
narcisístico y por eso engañoso: uno busca, como El Holandés Errante,
el "te amo" solo para escucharse ser-amado, es
decir: ser fálico. Pero, más allá del
umbral imaginario y saltando al peldaño simbólico, e incluso considerando, en
términos cotidianos, que amar es poner primero al otro (con toda la
implicancia castratoria
que tiene esto y, por ende, de la metáfora Amorosa en juego donde hay que
destituirse del lugar Fálico para ser objeto), ¿podríamos entonces considerar
esta segunda y emergente posibilidad? ¿Podríamos decir que hay algún Amor donde
los celos (acontecimiento meramente narcisíco) puedan destituirse? ¿Podríamos
considerar la posibilidad que haya Amor sin una mínima cuota de demanda?
¿Podríamos hablar de Amor sin que exista el estatuto monogámico? ¿Y qué hay del
contrato escrito, el significante "matrimonio"?
Con Freud sabemos que el Amor es lo más cultural
porque se opone directamente al instinto que, en sí, es la acción directa sobre
el objeto de la necesidad (alimento y sexo). En el Amor no se trata de
alimentarse, se trata de tener la mesa servida a la luz de las velas. No se
trata de ver la tele, se trata de ver la tele, juntos, compartiendo un chocolate. No se trata de ir caminando hacia el mismo lado; se trata de caminar tomados de la mano. No se trata de sexo, se trata -justamente- de "hacer el Amor". "Cuando hablamos
de Amor no hablamos de sexo"- nos recordaba Lacan, y de ahí que la
versión polimorfa perversa pulsional no encaja con la demanda de Amor. Si la
Pulsión es parcial y sin objeto prefijado, en el Amor, al contrario, se trata
de unificar. Sin embargo: ¿hay Amor que no sea un exceso, un ex-sexo?
Hace años, en otro posteo de esta Blog ( http://psicocorreo.blogspot.com.ar/2009/09/amor-castracion.html
) hablábamos de la importancia del Don y de la Metáfora Paterna para
sostener el vínculo. Sabemos que al amor-pasión, al amor-loco (ese amor con que
los sujetos soñamos porque nos transporta arriba de una nube); no le importa la
durabilidad: como diría Roland Barthes, en Fragmentos
de un Discurso Amoroso: “¿Cómo evaluar la
viabilidad? ¿Por qué lo que es viable es un Bien? ¿Por qué durar es mejor que
arder?” Todo aquel que ha estado
enamorado y se ha enfrentado con una falla (digamos “grave”) en el vínculo, ha
tratado de “arreglar” esa contingencia y ha continuado apostando a la relación;
porque todo enamorado sabe aquello que también nos recordaba Barthes: “Sentimiento razonable: todo se arregla -
pero nada dura. Sentimiento amoroso: nada se arregla - y
sin embargo dura.” Es decir que el enamorado ratifica –en ese sin embargo- el
poder del amor-pasión. Es el amor que piensa en el hoy, o –mejor dicho, el que
ni piensa. Pero también es cierto que el
sujeto tiene un tope narcisista y que hay eso que llamamos desgaste. Más
allá –o más acá- de que el deseo (sexual) perdure; el narcisismo de cada sujeto
toca un cenit propio donde lo razonable comienza a prevalecer sobre la pasión.
Incluso resulta antipático para cualquier enamorado intentar siquiera hablar o
analizar estos tópicos tan terrenales, tan triviales, tan poco amorosos.
El bucle falla-reparación-falla (especie de loopeo metálico
donde la música escasea) va transformando al vínculo en una estructura lo
bastante parecida a la Neurosis nuestra de cada día. Es decir: ya no hay dos
sujetos neuróticos; sino tres. La falla ocupa el lugar protagónico, incluso
radial y emergente de cualquier situación; y la Neurosis de cada partenaire se
cuela y se ubica en proscenio de escena. Lo que en el posteo antes
referenciado, Roland Barthes enunciaba como “la esticomitis”. Entonces,
pues, ya estamos en el ámbito de la Neurosis.
El neurótico, pongamos la histérica en su mejor
expresión cotidiana, enuncia: "yo no puedo ni
pensar que él/ella este con otra/o" o, con mayor énfasis: "yo no
soporto no ser todo para él/ella"- Por otro lado, el Amor
también pretende lo mismo: hacer de Dos, Uno.
He ahí que podríamos afirmar que todo Amor se empalma a la Neurosis. La
Neurosis busca, anhela, quiere completud. O, también, haciendo una serie de
inferencias: es imposible que todo Amor no sea neurótico, puesto que todo Amor
es cultural y toda cultura es Prohibición de Incesto, y todo Incesto es Edipo,
y así su ruta... Ahora: ¿podrá ser posible que, entonces y al menos, todo Amor
sea un poco menos
neurótico? ¿Qué querrá decir "un poco menos"?
¿Amar menos?
¿Tener menos
Edipo? ¿Se puede cuantificar el Edipo? No, claro. Pero sí el Goce. Y, como
sabemos, donde priva el Goce el Amor inunda al Sujeto de más amor, a sí
mismo: el goce
fálico aquí reina. Donde reina el goce, no hay Ley (de la Castración) que
organice el deseo.
Me viene una anécdota: no hace mucho, un sujeto se ve por última vez con su ex-pareja. Sabiendo que la relación iba en camino de terminarse, que era esa casi seguramente la última vez que se veían, el susodicho estaba más preocupado por lo que su pareja iba a hacer con la imagen de él que con la relación, y por eso lo único que le importaba, y a eso apuntó su pregunta, es si la pareja iba a saludar a sus amigos y a su hermano (los de él, obviamente) después de un par de años de separarse, en caso que se víesen por la calle. Como vemos, el peso de la imagen resulta harto más patético que engañador. Un sujeto que dice querer recuperar algo de la relación y en lo único que pone el interés es en la imagen.
Me viene una anécdota: no hace mucho, un sujeto se ve por última vez con su ex-pareja. Sabiendo que la relación iba en camino de terminarse, que era esa casi seguramente la última vez que se veían, el susodicho estaba más preocupado por lo que su pareja iba a hacer con la imagen de él que con la relación, y por eso lo único que le importaba, y a eso apuntó su pregunta, es si la pareja iba a saludar a sus amigos y a su hermano (los de él, obviamente) después de un par de años de separarse, en caso que se víesen por la calle. Como vemos, el peso de la imagen resulta harto más patético que engañador. Un sujeto que dice querer recuperar algo de la relación y en lo único que pone el interés es en la imagen.
La pregunta siempre vigente sería ¿cómo puedo poner
primero al otro si todo lo hago por mí? Es decir, por mi imagen. Quizás entendiendo que si el otro
desaparece, aparece mi angustia. Quizás entendiendo que me conviene priorizar al
partenaire, porque en definitiva lo hago
por mí. Es decir: que a pesar de que
mi imagen decaiga y quizás también (en mi fantasía) la imagen del otro suba, es
gracias a toda esa maquinaria narcisista bifronte que puedo apaciguar mi
angustia, apaciguarme,
dulcificarme,
y anudar a la Pulsión un Amor (vía deseo) menos neurótico, es decir: menos
Fálico, es decir: menos narcisista. Claro que -como dijimos- habrá que ver el tope narcisístico de cada quién. La imagen siempre gana porque, freudiana y universalmente, el sujeto recupera libido a través de su narcisismo.
Entender, en todo caso, que en el amor se trata de una cuestión topológica (de agujero y borde), o como afirmaba Jacques Lacan en el Seminario 8; se trata de saber manejarse con la castración: “el amor como respuesta implica el dominio del no tener.”
Entender, en todo caso, que en el amor se trata de una cuestión topológica (de agujero y borde), o como afirmaba Jacques Lacan en el Seminario 8; se trata de saber manejarse con la castración: “el amor como respuesta implica el dominio del no tener.”
Marcelo Augusto Pérez
Amar o saber-hacer-con-el-agujero.
Mayo / 2015
ARTE:
Luiz Muñoz
[ República Dominicana, 1959 ]