Germán Leopoldo García. Psicoanálisis Lacaniano.
Lacan cree que en la historia del psicoanálisis los analistas se
perdieron por no haber planteado nunca la alienación a Freud ni la separación
de Freud. A los analistas les pasaría lo que le puede pasar también a un analizante
con un analista. Hay un momento en el que hay que alienarse porque la consigna
"asocie libremente" quiere decir: "todo lo que te guardas no
hace más que retardar tu propio análisis, a mí me da lo mismo, pero es
así". El pedido del analitsta es alienarse, decir todo, pero en función de
una separación que vendrá más tarde, es la cuestión. Separación que puede durar
años, pero que tiene que estar en el horizonte. Hay una separación no de
analista y analizante sino que la separación entre el analista y el analizante
se da porque se produjo en el sujeto, estructuralmente, la separaciòn de sus
identificaciones alienantes a lo largo de su historia.
(…)
Un enunciado
tiene tres registros: uno llamado de la designación, otro el de la
manifestación (...) y otro de la significaciòn. (...) La significación sería
del orden del razonamiento. (...) El psicoanàlisis no cumple con esto (...) En
el nivel de la designación, si un tipo viene y dice que su mujer le envenena la
comida, nosotros no mandamos un detective para ver si es verdadero o falso. No
nos ocupamos del valor designativo de su enunciado, le decimos: "¿Y
desde cuàndo esto ocurre?", y èl dirà "Yo
me di cuenta hace cuatro dìas". "¿Y cómo es que se diò
cuenta?" (...) Entonces sabremos algo de èl en relación al
otro femenino que es quien lo quiere envenenar.
Supongamos
que dice que ama tanto a su mujer que ha decidido asesinarla; no le decimos: "¡Pero
eso es absurdo!" Quiere decir que tampoco ahi cumplimos con
esto que se llama coherencia, no le decimos: "¡Sea coherente!",
le decimos: "Diga lo que se le
ocurra".
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(...)
.
Supongamos
que viene alguien y dice: "Mi padre nunca estaba en casa",
uno le pregunta: "¿Y? ¿Cuál es el problema?"
Entonces responde: "No, es eso." La pregunta
sería ¿quién hace la foto de familia en la cual debería estar el padre y no
está? ¿Se dan cuenta de que lo que les cuenta una persona como frustración
(...) no es sino que no se cumplen las ansias de la madre? "Tu
padre no estaba nunca en casa". Hay que preguntar ¿Y quién
quería que estuviese? La madre. Quiere decir que la frustración no es sino la
relación a una imagen. ¿Imagen salida de dónde? Del anhelo materno.
(…)
Si el
psicoanálisis no está equivocado tiene cosas necesarias, son la pulsión y la
repetición. Para que haya psicoanálisis es necesario que haya pulsión y
repetición- Si se demostrara que estas dos cosas no existen, el psicoanálisis
no existiría. (…) Pero hay
dos cosas que son contingentes: la transferencia y el inconsciente. El
inconsciente se abre o se cierra y la transferencia opera o no opera. Entonces,
si se puede decir que la repetición y la pulsión son cosas que podemos
transmitir en un curso académico, en un discurso universitario, la contingencia
transferencia-inconsciente es lo que funda esta relación, la prudencia
analítica.
(…)
Transferencia
e inconsciente nos abren a una dimensión de no saber qué se va a poner en juego
en el sentido más simple. No decimos ignorancia, al decir “no saber” lo
ubicamos en relación al saber. Transferencia e inconsciente son dos puntos que se relacionan al saber, de los
cuales aún no sabemos; este “aún no sabemos” vale para cada caso. Lo que estoy
diciendo es que si alguien nos llama por teléfono, sabemos que ahí se pondrá en
juego algo llamado transferencia y algo llamado inconsciente, de lo cual aún no
sabemos nada pero sabemos que es parte de un saber. De esta apuesta en relación
al saber de lo que viene, es de lo que se trata en psicoanálisis.
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Cuando Freud
dice “atención flotante”, no dice otro tipo de escaramuzas, dice atención
flotante, hay que decir
esto porque están muy confundidas estas cosas. Cuando Freud dice “atención
flotante” quiere decir “prepárese usted para recibir del saber algo
que no sabe”. No dice “haga sus test de medida”
sino dice “He ahí algo en relación al saber que usted todavía no sabe”. Si esto
funciona, este no saber, la transferencia, etc, no conducirá al saber. Entonces
tenemos una dialéctica que va a jugar entre un saber que se articula en la
pulsión y la repetición extraída de un no saber de la articulación de las
transferencia y el inconsciente.
Para ser
analistas algo del goce tiene que separarse de uno, no puede haber analistas
gozosos, entiéndase “gozosos” en relación con sus analizantes. Eric Laurent
decía que èl por la tarde hacía sesiones de análisis más largas que por la
mañana porque estaba más cansado; entonces, como estaba más cansado tardaba más
tiempo en decidirse a cortar la sesión. ¿Qué quería decir con esto? Que más vale presentar al analista como
a un tipo que le duele la espalda, incluso que se aburre, que presentarlo como
una especie de deportista de la escucha. No es divertido escuchar todo el día a los pacientes. Los
otros días estuve en el Hospital Fernández en ocasión de un debate entre sistémicos
con uno de la APA y un lacaniano amigo mío. Pregunté a ellos: “¿Qué
rasgo, piensan ustedes, identifica a un analista?” El de APA
responde: “Uno puede darse cuenta
de que lo que define al analista es la escucha”, y cuando dice “la escucha”,
lo dice como si hiciera un eco, imaginen un eco diciendo “la escucha”. Entonces
le digo que me hacía recordar a la escuela donde la maestra decía: “Niño
García, usted me está escuchando ¿qué dije? ¿Qué dije de San Martín?” No
es una virtud escuchar, LA VIRTUD ESTÁ EN LA RESPUESTA. ¿Por
qué suponer que un analista silencioso escucha algo? ¿Simplemente porque no
hablan? En general somos chismosos, cuando escuchamos algo tenemos ganas de
contarlo, ¿es así o no? El analista que escucha también se junta en un lugar y
le cuenta a otro, habla
de la neurosis, de la histeria, etc., hace teoría; desde Freud esto es así.
(…)
El
inconsciente como tal es la repetición del uno, por lo tanto la relación del
sujeto al inconsciente es la soledad del sujeto. Si
la transferencia es el Sujeto-Supuesto-Saber es porque el saber inconsciente no
es sino el saber de la repetición. Y el hecho de que las cosas se repitan solamente
sorprende al que cae bajo eso, no le interesa a los demás. Es difícil entender
que la repetición sea la sorpresa, pero sin embargo los analizantes dicen eso,
vienen porque les sorprende que les siga ocurriendo tal cosa. Hay que
diferenciar bien repetición de hábito. Una persona que quiere analizarse porque
se aburre, allí no está la repetición; la repetición la vemos cuando una
persona dice: “Pensé que no iba a volver nunca más a fumar”, o
“Que nunca más le iba a poner los cuernos a mi mujer”, y hete aquí
que no se encuentra en esa posición; o que “No iba a perder el trabajo como antes, y
estoy en la calle como cuando era joven”. La gente se sorprende de
lo que repite, entonces hay que tener claro esto, porque si no asociamos
repetición con hábito, o con monotonía, y no tiene que ver con eso, la
repetición es lo que rompe un hábito. Un sujeto que era un masturbador se casó
y se habituó a coger, pero ahora compulsivamente se masturba todos los días,
entonces viene y dice: “Estoy sorprendido de que me masturbe como
cuando era pibe, más siendo casado.” La repetición es lo que rompe
el hábito. (…) No hay que entenderlo en el sentido del psicologismo, la
psicología entiende la repetición como el hábito.
(…)
El
problema del psicoanálisis es un problema de amor, de deseo, y de
transferencia, no es un problema de nivel. Porque el nivel se adquiere pero el deseo no, no se vende ni
se compra, y la transferencia no se manipula porque salta por otro lado.
¿Ustedes no saben topología? La aprenden mañana, pero si ustedes odian el
psicoanálisis no pueden amarlo, si ustedes no tienen transferencia con tal cosa
no la pueden fabricar. Que la Universidad sueñe lo que quiera, que sueñe con el
nivel, que tome examen, que los midan, que cuenten las palabras, que las
multipliquen, que las dividan, pero no van a lograr con eso que la gente desee
lo que no desea.
(...)
Yo
puedo saber que ustedes están aquí, están por amor, por odio, pero no están
especulando con ganar ningún concurso, no hay diploma. Hay más posibilidad que
haya una transferencia, un deseo, algo de amor hacia el discurso de Lacan aquí,
en este lugar, que en la Universidad. En la Universidad todos los gatos son
pardos, porque la cuestión es saber por dónde vienen las consignas y qué hay
que repetir.
(...)
Y
la astucia Universitaria no da por una simple razón: yo analizo a un
profesional que podría ser rico, y gana menos que nadie. Es hijo de un obrero,
el padre quería meterlo en una fábrica, èl salió por otro lado ayudado por la
madre, la tía, la abuelita, y se hizo una profesión. Pero en este momento gana
menos que el padre. Se apropió del saber y dijo: "yo con el saber le gano al deseo",
a la repetición. Pues bien, ya instalado en las insignias del saber y de la
profesión, está absolutamente paralizado, no puede ir más allá de ese padre.
Hay que poner en juego otra cosa, del orden de las insignias -es un obsesivo-
para que pueda ir más allá.
Hay
un texto de Freud que se llama "Un trastorno
de la memoria en la Acrópolis" donde termina diciendo
-hablando de sí mismo- lo difícil para un varón es dar un paso más allá de su
padre. Y no hay Universidad para eso.
(…)
¿Qué relación existe entre pulsión, afectos, pasiones? Pierre Kaufmann,
alguien que fue de la Escuela de Lacan, hizo algo que se
llama Elementos para una Enciclopedia del Psicoanálisis, que
publicó Paidós. Está la palabra “pasión” y es una confusión total. Se hace de
la pasión un sinónimo de la pulsión, entre lo somático y lo psíquico. Después hay un tipo divertido, Daniel Goleman, que escribió La
inteligencia emocional, un libro que le gusta a todo el mundo porque no hay que pensar nada. Como
dice emocional, con emocionarse ya
está bien. Este tipo, mucho más astuto que nosotros porque vendió miles de
libros en varias lenguas, confunde emoción y pasión. Primero describe todo el
mecanismo límbico de la emoción, posición necesaria en un cuerpo que se altera,
pero despuès dice que sin
esa alteración también hay gente que hace cosas. Constantemente oscila entre
describir el mecanismo físico de la emoción y después transcribirlo al de la
pasión, si bien dice que hay pasiones que tienen la persistencia que las
emociones no tienen. Porque, efectivamente, la emoción no puede durar mucho
tiempo.
La primera cuestión (…) sería separar la idea de pasión de la idea de
emoción. La emoción es un mecanismo. Hay una droga que toman ahora los
delincuentes para neutralizar los temores emocionales frente al acto del robo.
Las emociones pueden regularse químicamente, pero no se pueden regular químicamente las pasiones. No
hay pastillas para suprimir los celos o la avaricia porque los celos o la
avaricia son un discurso, no un mecanismo físico.
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Germán L. García
Fragmentos de sus textos:
En
torno de las identificaciones. Claves para una clínica.
Ed. Otium, Tucumán, 2009.
Variaciones
sobre Psicosis
Ed. Otium, Tucumán, 2011.
La Clínica y el lenguaje de las pasiones.
Centro Descartes, Conferencia. Bs.
As., 1999.
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ARTE:
Redmer Hoekstra
[ Holanda, 1982 ]