Creérsela: siempre es el punto.
Estimado Marcelo: sigo siempre tu Blog. Hace años. Muchas de las
cosas que escribís me sirven aunque no soy psicoanalista. Soy actriz y ejerzo también
como abogada a veces. Es la primera vez que me anime a escribirte porque el
texto que publicaste sobre Lo Efímero
me pego muchísimo. Parece una radiografía de lo que viví en mi última relación,
sobre todo cuando en el diálogo aparece la figura del egoísta. Y te quería
preguntar lo siguiente: para mí es muy poco ese adjetivo, egoísta. Lo que yo
viví, al lado de una persona que aún hoy me sigo enterando que no ha crecido
nada, que sigue siendo un perfecto mezquino y hasta cruel, se parece tanto a
ese diálogo que me preguntaba si en realidad más que egoísmo no es autismo.
Porque yo no puedo creer que un ser humano pueda no importarle nada del otro y
se acerque solo a las personas por su conveniencia. De hecho mi ex se ha
acercado a actrices cuando necesitaba entrar en algún casting (antes de estar
conmigo) y no tuvo tampoco escrúpulo en acostarse con alguna si la cosa
se ponía peliaguda para entrar... Pero eso no sería todo, sino el hecho de lo
que me castigó psicológicamente y los desmanes que tuvo sin importarle mi vida
privada, que es pública también, cometiendo lo que ustedes llaman actings que mas allá de la puesta en
escena, me angustiaban terriblemente porque también corría peligro mi trabajo.
Te reitero mi cuestión: ¿podríamos hablar de un simple egoísmo cuando se trata
de alguien que no le importó nunca más que su ego? Alguien ensimismado en sí mismo,
incluso -como también decís en ese diálogo- embadurnado de tatuajes y piercings
como si fuese una diva del teatro de revista. Yo entiendo –leyendo tu Blog
comprendí también estos temas- que la cantidad de tatuajes son directamente proporcional
a la histeria, que se unen la imagen con el cuerpo de un modo perfecto, incluso
tengo un sociólogo amigo que reivindica esta postura también psicoanalítica
donde el tatuaje se ha posicionado como un símbolo más de de-mostrar cierto
arte convirtiendo al cuerpo en objeto mismo (entiendo que aquí está el punto
histérico); y también yo, que soy actriz, se que tengo mi pequeña dosis de
histeria (he leído a Freud en personajes histéricos en teatro o algo así, no
recuerdo exactamente). Pero este tipo de personalidades que hasta mis amigos me
daban a entender que me podría estar usando (ya que sólo estaba en los momentos
buenos, nunca en los peliagudos; nunca sosteniendo una situación de crisis), me
resultan hoy demasiado nefastos como para catalogarlos sólo de egoístas.
Egoísmo, creo, tenemos todos un poco. Esto, ¿no va más allá del egoísmo?
Gracias, enormes saludos!
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Hola. Entiendo perfectamente lo que decís. Es muy triste caer en
la cuenta que uno ha convivido con alguien así. Sin ánimo de hacer una composición
“psicopatólogica”, podría decirte que autismo
no. Quizás una perversión, en el sentido más lato: de una estructura infantil cuyas pulsiones no pueden circunscribirse a ninguna Ley. Narcisismo
grave, si tal vez. De esos que son refractarios al Otro, y por ende a un análisis:
esa gente que no le dará nunca el asiento a una embarazada en el bondi, o que
vos percibís que todo le chupa un huevo, excepto -claro- aquello que lo puede
beneficiar directamente. Son personajes que no escuchan, “sorditos
estructurales”, les llamo. La bronca que uno tiene (la bronca siempre es con
uno) creo que se resume en este dilema neurótico: “¿Cómo pude enamorarme de alguien
así?”- Evidentemente ponemos nuestro narcisismo en diferentes lugares;
el tema es cuando no somos correspondidos como hubiésemos deseado. A veces
estos “sorditos” (y de ahí quizás tu énfasis en calificarlos de autistas) nos
sorprenden porque son “sordos” para lo que ellos quieren serlo: cuando, como
bien decís, necesitan algo de otro, no les tiembla el pulso para escucharlos en
un café por horas; como un caso que conocí que el tipo dormía todo el tiempo,
nunca registraba nada de su pareja pero se daba el lujo de ir a escuchar las
penosas desgracias de un supuesto amigo, religiosamente todas las semanas,
porque obviamente le convenía para pegar un salto que él buscaba: estar arriba del escenario. Triste. Triste porque todos tenemos el derecho a que nos tengan en cuenta, máxime en las crisis. Y
sobre todo triste, disculpa que te lo diga -va a sonar antipático-: triste lo que pudiste soportar por
quererte tanto y lo que hacemos los humanos por creernos imprescindibles. Cordiales
saludos, map. Pd. La obra de Freud a la que te referís se llama "Personajes psicopáticos en el escenario", es de 1904 y si mal no recuerdo está en el tomo 7 de Amorrortu.
ARTE:
Adrian Borda
[ Reghim, Rumania / 1978 ]