Poesía, Ma. E. Walsh
No hay tunel que dure cien años, mi vida. Mira
como se arruga la tiniebla, la procesión de pálidas
se desbarranca, los funcionarios inauguran ruinas.
Y vos y yo fundamos aires buenos.
Donde estará la plata de mi río, solo barro y olitas
de minué. En los camalotes cantan sirenas, pero
Ulises camionero no las oye, solo escucha la radio.
Llueve liquen en los decrépitos televisores, buenas
noches a todos, mariposas y difuntos. Transmiten
en cadena las cadenas.
El cemento se cansa de ser cobija de la Pampa. Por
los baches asoma la luz mala, resucitan cardos y
maíces, abran paso las luciérnagas curiosas que
verán.
Viento sur, olor a transparencia, silbo de la
calandria, madrecita cantora del primer rayo de la
aurora.
La sopa de los pobres llega al centro, y su vapor
al reino de los cielos.
Ventolina que barre tormentas, lavadero del alma,
nos deja serenitos, reciclando la pena en vasto
amor. Silbo de la calandria y vidalita de la
esperanza.
Darle cuerda al amanecer, empujar un poco al Sol,
al buen día meterlo en casa. Silba la calandria y
nos sorprende en vela, amuchados, con ganas de
seguir.
Estación claridad vamos llegando.
María Elana Walsh
[Argentina, 1930, 2011]
Viento sur, 1990.
Pintura:
Francisco Amighetti
Costa Rica, 1907/1998
La niña y el viento