Nuestro bien amado Yo.
En 1894, en sus "Frases y filosofías para uso de la juventud", publicado en la revista Chamaleon, el dandy y sarcástico Oscar Wilde enunciaba que "Amarse a sí mismo es el comienzo de un idilio que durará toda la vida." Por la misma época también aseguró que "el único
amor consecuente, fiel, comprensivo, que todo lo perdona, que nunca nos
defrauda, y que nos acompaña hasta la muerte es el amor propio."
Me
han llegado últimamente, algunos correos en relación a la cuestión del
YO y de lo que comúnmente se conoce con el término psicológico de
"autoestima", y me sorprende que muchos de ellos sean de colegas que se
dicen psicoanalistas y que siguen dudando de que, como decía Lacan, si
existe una verdadera enfermedad en el sujeto, eso se llama YO. Que,
según nos recordó en su seminario, esta estructurado como un síntoma. Al igual que, hablando de la psicosis y recordando a Hegel, nos decía que el verdadero y único delirio es el de infatuación. Y
digo que me sorprende, no porque los analistas no podamos decir
boludeces o leer mal a Freud y a Lacan, sino porque creo que no entender esta
cuestión, nos aleja ipso facto de la clínica analitica, de la praxis del
real del goce. No entender que el gobierno del narcisismo es imperante
en el sujeto, implica no escucharlo y, por ende, no puntualizar o
interpretar esa formación y esa posición desde donde el sujeto apoya su
pivote-yoico, fálico.
Muchas veces los analizantes, a los cuales se les puntualiza desde
donde están hablando y sosteniendo la escena imaginaria, se
sorprenden al comienzo pero enseguida advirtien que no puede ser de
otro modo, es decir: que no hay nada que el sujeto haga sino por y para
él. Incluso escuchan con sorpresa que hasta en la melancolía o en
personas que, imaginariamente, se dejan maltratar o se colocan en una
posición permanente de víctimas, también es por narcisismo. Lo que
quizás al analizante le cueste es pegar la vuelta adyacente y
consecuente de este mecanismo: la castración también siempre es por uno.
Ya sabemos que la castración toma al sujeto, que siempre lo hace (es
decir: el sujeto siempre está perdiendo algo, y ganando algo) pero
cuando decimos "para ganar algo, algo hay que perder" o "no se puede
estar al mismo tiempo en la misa y en la procesión" lo que queremos
decir no es más que todo este aparato de goce que se juega en la
estructura (narcísica) del sujeto.
Si el analista no logra circunscribir
esto en la escena fantasmática, vamos a caer en el juicio,
como una vez expresó una colega supervisando un caso conmigo, que los
analizantes son "angelitos de Dios". Si un analista cree que la persona
que esta sentado frente a nosotros, más allá de que eso ya habla de un
reconocimiento de algo que lo aqueja y de cierta responsabilidad en la
misma (por eso a veces digo -abusando del concepto de salud/enfermedad-
que "ya está sana") es una pobre víctima (de los otros imaginarios
que trae en su discurso), creo que desestimamos de una la gran virtud
del psicoanálisis y lo que lo diferencia del resto de las psicoterapias:
que la castración siempre existe, que no hay castración sin goce
concomitante y que no hay goce donde no este implicada la castración.
Es importante que esto, más allá del analizante, lo sepa el analista para poder escuchar desde el lugar que nos enseñó Freud y Lacan, para no caer en la psicología-del-yo. Y para entender que, como en el Mito de Narciso (uno de los tres que tomó el Maestro Vienés), el YO petrifica al sujeto frente a su deseo: lo inhibe, lo sintomatiza, lo angustia. (Lacan dixit: "El Yo es el almásigo de la angustia") Y que cuando hablamos de YO, no hablamos más que de (el sostén de la) IMAGEN. (Por eso cuando el analizante calla, también es para no dejar caer algo de su imagen. Y de hecho, cuando ésta cae, suele acompañarse con una sonrisa o con un enrojecimiento: ¿será casual que lo que está afectado es el rostro? ¿Se escucha que el espejo es el índice concomitante a esto?)
En definitiva: que -como alguna vez también sostuve- el sujeto sufre, siempre, por creérsela; o -en términos menos enfáticos- todo lo que hace (lo "bueno" y/o lo "malo" según su significación) es porque se la cree.
Cito
aquí algunos de los tantos posteos donde he versado sobre estos temas:
El 26/agosto/2012 postié lo siguiente:
Lo feroz del sujeto:
El 3/agosto/2012 postié otro extenso párrafo bastante técnico referido al tema:
Estadio del Espejo y Modelo Óptico:
El 5/enero/2013 postié lo siguiente:
¿Autoestima en psicoanálisis?:
El 8/diciembre/2011 postié lo siguiente:
El Ambicioso Yo:
El 25/noviembre/2012 postié algo que escribí en febrero del mismo año:
El Pacto con el Narcisismo:
El 29/noviembre/2010 postié lo siguiente:
Lo Imaginario:
El 6/diciembre/2012 postié lo siguiente:
El Yo: síntoma del sujeto:
El 6/agosto/2013 postié lo siguiente:
Narcisismo y Pulsión:
El 5/noviembre/2013 postié una especie de resumen en relación a correos de lectores:
El culo no sólo sirve para cagar:
El 3/diciembre/2012 postié algo que escribió quien fuera uno de mis ex-analistas de control, hoy fallecido:
Poder y Narcisismo:
El 14/mayo/2012 un colega escribió unos párrafos sobre el tema:
El Yo amenazado:
ARTE:
Salvador Dalí
[España, 1904 / 1989 ]