Analista y Posición Femenina
Marcelo,
gracias por todos los escritos de la blog, y sus videos. Son de gran utilidad
para mi y el equipo clínico de formación donde nos formamos. Tenemos un par de
dudas con respecto a dos puntos. Hemos leído en muchos escritos suyos –y también
de otros autores- que el analista debe ocupar lugar de objeto, en su función.
Esto también lo ha relacionado Lacan con el lugar femenino. Ahora: primera
duda, por qué femenino?
Acaso no es que la mujer no existe? Y lo femenino, qué quiere decir en el punto que el psicoanálisis no se lleva bien con la cuestión del género? Segundo, hay alguna vinculación al goce femenino, implicada en esta cuestión? Le queremos decir que al momento de escribirle estamos escuchando tangos de la letra de Don Horacio Ferrer, que nos parece gran poeta. Específicamente está sonando ahora Chiquilín de Bachín…
Desde ya muchas gracias! Desde México: A. Lubo. / S. López. / N. Avila.
Acaso no es que la mujer no existe? Y lo femenino, qué quiere decir en el punto que el psicoanálisis no se lleva bien con la cuestión del género? Segundo, hay alguna vinculación al goce femenino, implicada en esta cuestión? Le queremos decir que al momento de escribirle estamos escuchando tangos de la letra de Don Horacio Ferrer, que nos parece gran poeta. Específicamente está sonando ahora Chiquilín de Bachín…
Desde ya muchas gracias! Desde México: A. Lubo. / S. López. / N. Avila.
Hola, bueno, gracias por seguir mis posteos. Vayamos por partes.
¿Por qué es necesario que el analista pueda ponerse en el lugar de objeto, lugar femenino -aunque no de La Mujer, que ya sabemos que no existe, ni de la Histérica que, al contrario, es el lugar fálico-? Porque, justamente, se trata de sostener el vacío. Vacío por donde recorrerá el discurso -y el fantasma- del analizante. Si un analista está mal analizado o su neurosis le juega una mala pasada, entonces simplemente no puede escuchar. Porque escuchar, para el psicoanálisis, es leer. Y para que un analista produzca la lectura del texto del analizante, es necesario que resigne su ser. Que produzca su des-ser, que se incline hacia el texto sin prejuicios y -sobre todo- sin su fantasma de neurótico.
Pongamos un ejemplo simple: un
analizante histérica (de las que sabemos que piensan sólo en ellas, un poco a
la inversa del obsesivo que -para pensar en él- debe pasar por la ofrenda hacia el
otro) comenta en el análisis que debe darle una mala noticia a una amiga, o
alguien que de algún modo le afecta, pero que esta persona se encuentra en
estos momentos pasando por una situación de mucha angustia y mucho dolor por
causas disímiles. Aún así -nos dice- ella está dispuesta a decir lo que piensa,
es ansiosa, no puede esperar, y así la ruta narcisistica conocida. Si el
analista que escucha esto no escucha (es decir: también es una histérica mal
analizada que sólo piensa en ella y que nada le importa del mundo circundante),
muy posiblemente responderá con un "ajá" o incluso ratificará
sutilmente la posición del analizante. Implícitamente hasta en una
identificación hecha y derecha. Ahora, si el analista escucha a partir de la
posición de objeto (y no de falo), posiblemente interrogará. Por ejemplo podrá
decir: "Y usted sabiendo que esta
persona está pasando por una crisis, de todos modos ¿le aumentará el dolor con
esa noticia? ¿No puede esperar un poco?"- O también, más
sarcásticamente: "Claro, lo
importante siempre es lo que usted necesita..."- ¿Se entiende?
El ejemplo es casi insípido pero creo que sirve para entender que la neurosis
mal analizada del analista puede tener consecuencias para el analizante. En
este ejemplo quizás alguien pueda argumentar: "Bueno, se trata de decir lo que uno piensa y el otro que se haga
cargo" pero, al menos particularmente, creo que el cinismo (que muchas
veces el analista mismo debe aplicar -Roberto Harari hablaba de maniobras
c(l)inicas-) debe tener un contexto y una coherencia y no debemos perder algo a
lo que siempre es prudente recurrir: la sensatez. Se trata, en última
instancia, de que el analizante escuche su posición fálica, su infatuacion
yoica y pueda castrarse por alguien que, según sus palabras, es importante para
él.
Lo mismo ocurriría, por dar otro ejemplo, con un analista un poco maníaco-obsesivo sin trabajar este aspecto; y un analizante que, por ejemplo, dice con toda normalidad que él recurre a lavarse los dientes diez veces por día. El analista en cuestión que escucha esto, bien puede considerarlo lógico y dejar pasar la acción sintomática. Es claro que siempre nuestro fantasma está presente y, por lo tanto, debemos ponernos de objeto –en blanco, en vacío- para poder atravesarlo y leer el texto con apertura pero precaución. De ahí que es imposible que el fantasma del analista no influya de algún modo en aspectos incluso menores. Si el analista nunca se lava los dientes –digamos- la enunciación del analizante la parecerá un disparate. Creo que no deberíamos interpretar, señalizar o puntuar desde ningún extremo/prejuicio. Y mucho menos desde nuestro historial.
Seguramente muchas veces, cuando escuchamos el texto del analizante, hay cosas que nos parecerán exageradas o mínimas pero de eso se trata la Novela del Neurótico. Por eso cualquier Mito, cualquier Novela, no deja de ser un delirio, aunque sea del neurótico: mosquitos que transmiten hiv -como muchas veces nos reímos juntos con el analizante que lo enunció, vía sus miedos- o lo que sea... De hecho una simple fobia a los gatos o a la oscuridad, para nosotros puede resultarnos incoherente; pero ahi también radica la posición de objeto del analista.
Lo mismo ocurriría, por dar otro ejemplo, con un analista un poco maníaco-obsesivo sin trabajar este aspecto; y un analizante que, por ejemplo, dice con toda normalidad que él recurre a lavarse los dientes diez veces por día. El analista en cuestión que escucha esto, bien puede considerarlo lógico y dejar pasar la acción sintomática. Es claro que siempre nuestro fantasma está presente y, por lo tanto, debemos ponernos de objeto –en blanco, en vacío- para poder atravesarlo y leer el texto con apertura pero precaución. De ahí que es imposible que el fantasma del analista no influya de algún modo en aspectos incluso menores. Si el analista nunca se lava los dientes –digamos- la enunciación del analizante la parecerá un disparate. Creo que no deberíamos interpretar, señalizar o puntuar desde ningún extremo/prejuicio. Y mucho menos desde nuestro historial.
Seguramente muchas veces, cuando escuchamos el texto del analizante, hay cosas que nos parecerán exageradas o mínimas pero de eso se trata la Novela del Neurótico. Por eso cualquier Mito, cualquier Novela, no deja de ser un delirio, aunque sea del neurótico: mosquitos que transmiten hiv -como muchas veces nos reímos juntos con el analizante que lo enunció, vía sus miedos- o lo que sea... De hecho una simple fobia a los gatos o a la oscuridad, para nosotros puede resultarnos incoherente; pero ahi también radica la posición de objeto del analista.
Finalmente: femenino no tiene que ver con el género, por más que
sociológicamente está aplicado así. Para Lacan femenino tiene diferentes
localizaciones conceptuales, depende en qué contexto lo hallemos. El goce
femenino no es el masoquismo femenino freudiano ni este ni áquel es la posición
del analista; ni siquiera en este contexto podríamos decir que se refiere más la
cuestión pasiva, más freudiana. Creo que aquí –ya que se trata de la relación
transferencial- femenino aplica a
objeto –a castración-, como en la posición platónica del Banquete, donde se
trata de los amantes en juego.
Con respecto a Horacio Ferrer, sí
claro: un gran poeta que en diciembre del año pasado se fue a volar con los
pájaros perdidos… Chiquilín es un
tema hermosísimo, siempre recuerdo ese verso que dice: “un seis de enero con la estrella del revés, y tres reyes gatos roban
sus zapatos, uno izquierdo y el otro también”. Hay muchas versiones –la de
Goyeneche es muy linda- pero les recomiendo si pueden conseguir la de Amelita
Baltar (quien ha cantado con Piazzolla) junto a Fito Páez, interpretada
en portugués.
Cordiales saludos! map
Cordiales saludos! map
ARTE:
Luka Klikovac
[Serbia, 1988]