Vagamos en la inconsistencia,
pero hay ciertos abandonos en lo consistente, ciertos repliegues de lo neutro a
lo que no lo es, ciertas caídas a la densidad
que dormita en las cosas,
en que nos arrebata el vértigo de no ser nada.
.
Es entonces cuando nace
la más perentoria sensación
que puede experimentar un hombre: existe un hueco que hay que llenar.
.
Así suele cambiar a veces una
vida
y convertirse en su propio revés.
Hasta que surge en el hombre
una sensación todavía más irreversible: existe un hueco que hay que vaciar.