Lacan: Topología y Matemáticas. Tercera Parte.
Cerremos esta Serie sobre Topologería (Topología no hay
como no hay Lingüística; hay pues Topologería
así como hay lingü(h)steria. No
hacemos matemática ni geometría; hacemos psicoanálisis.) Esta semana durante
una sesión, un analizante -que se plantea el conflicto entre hacer las cosas
por pasión y hacerlas sólo por deber- recordaba que en la película Particle
Fever, del director -físico teórico- Mark Levinson; se cita una frase de otro físico, Savas Dimopoulos, que
reza:
"Why do people do science? Why do we do art? The things that are least important for our survival are the very things that make us human.” (“¿Por qué la gente hace la ciencia? ¿Por qué hacemos arte? Las cosas que son menos importantes para nuestra supervivencia son las mismas cosas que nos hacen humanos.")
La enunciación tiene una
belleza especial, sorprende; y sin embargo es prácticamente un axioma bien
conocido: aquello que define lo humano es justamente el significante. Por lo
tanto, la pulsión. Por lo tanto, nada de lo instintivo queda: se ha perdido en
el ingreso a la Cultura.
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Hace poco, un amigo
licenciado en comunicación pero no por ello cuestionador e interrogador de la comunicación misma (y
por eso propenso a apasionarse por la obra de Lacan) me decía: “Qué bueno
que te interese Lacan, porque es una pasión inútil.”- Yo sonreí y agregue: "Igual que
cualquier pasión, máxime si se trata de poesía."- Ahora: la virtud de
la pasión (pathos quiere decir también sufrimiento) es su cara bifronte:
al igual que la banda de Möebius, al igual que el signo saussuriano, el
significante introduce "lo humano" -vía la pasión del Otro- y, a la
vez, lo mortifica, introduciendo la pulsión, siempre de muerte. De allí que
también sabemos que el lenguaje está agujereado (por dicha misma pulsión) y que
como tal “la Verdad no-toda existe”- No podemos decirlo todo, algo se escapa. Por
estructura, por estar sumergidos en el baño del lenguaje. Por estar sujetos al
deseo, que nos toma. Porque primero está el lenguaje, primero está el deseo, y
después el sujeto.
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Dice Jacques Lacan, en su "Breve
discurso en la O.R.T.F. (Radio y T.V. francesa)" de 1966: “El
deseo es, propiamente, la pasión del significante, es decir, el efecto del
significante en el animal al que signa, y en
el cual la práctica del lenguaje hace surgir un sujeto -un sujeto no
simplemente descentrado, sino condenado a sostenerse tan sólo con un
significante que se repite, es decir, a sostenerse dividido. De allí la
fórmula: el deseo del hombre (por así decir) es el deseo del
Otro. En el Otro está la causa del deseo, de donde el hombre se desprende como
resto. Todo esto se enuncia en una serie científica a partir del momento en que
hay una ciencia del lenguaje tan fundamentada y segura como la física: la
lingüística -así se llama esta ciencia- ha alcanzado este punto, y se la
considera ahora en todas partes en el campo humano como una ciencia piloto”.
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Por estas cuestiones a simple
vista paradójicas, es que Lacan se ve llevado a introducir -como dijimos en los
otros dos posteos sobre topología- las cuestiones que, como el bifronte Jano,
no pueden resolverse en un espacio binario ni ternario. La dimensión del consultorio
psicoanalítico es topológica. Esto quiere decir, pasión mediante, que el goce
se introduce en el dispositivo, vía el discurso, como ya el maestro francés nos
recordaba en su Seminario XX: "Lo inconsciente es que el sujeto,
hablando, goce."- Es decir: hablando. No rompiendo, no
escribiendo las paredes, no sufriendo, no haciendo síntoma o actings. Nuestros
analizantes lo saben y muchas veces lo expresan al levantarse del diván: "Qué
bueno es hablar."-
Bien, ¿cómo enganchamos la
pasión del significante con la falta misma y las cuestiones topológicas? Cito
nuevamente al maestro: (La significación del falo, 1958):
Partiendo
de esta apuesta -que asentamos como principio de un comentario de la obra de
Freud que proseguimos desde hace siete años- es como nos hemos visto conducidos
a ciertos resultados: en primer lugar, a promover como necesaria para toda
articulación del fenómeno analítico la noción de significante, en cuanto se
opone a la de significado en el análisis lingüístico moderno. De ésta Freud no
podía tener conocimiento, puesto que nació más tarde, pero pretendemos que el
descubrimiento de Freud toma su relieve precisamente por haber debido anticipar
sus fórmulas, partiendo de un dominio donde no podía esperarse que se
reconociese su reinado. Inversamente, es el descubrimiento de Freud el que da a
la oposición del significante y el significado el alcance efectivo en que
conviene entenderlo: a saber que el significante tiene función activa en la
determinación de los efectos en que lo significable aparece como sufriendo su
marca, convirtiéndose por medio de esa pasión en el significado. Esta pasión del significante se convierte
entonces en una dimensión nueva de la condición humana, en cuanto que no es
únicamente el hombre quien habla, sino que en el hombre y por el hombre
"ello" habla, y su naturaleza resulta tejida por efectos donde se
encuentra la estructura del lenguaje del cual él se convierte en la materia, y
por eso resuena en él, más allá de todo lo que pudo concebir la psicología de
las ideas, la relación de la palabra.”
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El
FALO es el significante cero; el significante sin el cual ningún otro puede
hacer Serie; el significante de la falta. (No está de más aclarar que el objeto-a no es un significante: es la
falta misma.) Habíamos escrito en la parte II de esta serie de Topología en
Lacan; que el número de oro, o proporción aurea, tenía que ver con el FALO: Si partimos un
segmento DB en tres partes, nos queda un segmento DA, otro AE y otro EB.
En la clase del 1-3-67, del Seminario La Lógica del Fantasma, Lacan ha
llamado al segmento AB como UNO (1); mientras que al segmento EB como (F)alo y
al segmento AE lo nombrará (a). Como se puede observar en la pizarra,
FALO = 1-a = a al cuadrado. En la clase del 26/4/67, Lacan dirá 1+a = “sujeto
sexual”.
También la Primera Parte de esta Serie habíamos escrito que el
toro es la figura que le permitirá a Lacan demostrar de mejor modo la
articulación del FALO con la Estructura; más precisamente del deseo y la
Demanda (d & D). Así como la bande de Möebius simboliza el sujeto dividido
en su decir; no hay adentro-afuera, lo inconsciente no es lo profundo, etc.; el
toro entrelazado es una figura especial para representar el deseo y la Demanda.
Sabemos que el toro es una superficie generada por una circunferencia con
un agujero central y otro agujero interior, al que Lacan llamará ALMA. En La
Identificación la Demanda está representada por las vueltas en torno del
agujero periférico (del Alma del toro) y el deseo por el mismo corte girando en
torno del agujero central. Sin embargo cabría recordar que el Maestro francés
dirá que “Un toro no tiene agujero, central o circular, más que para
quien lo mira como objeto, no para quien es su sujeto...”. También vimos como, en el Seminario 9 sobre La Identificación, Lacan presenta la figura del toro para dar cuenta de las tres identificaciones:
Ahora bien: Lacan no sólo quiere demostrar
con la topología la intrincación del deseo con la Demanda, sino la problemática
en que el neurótico se encuentra y su relación con el goce. ¿Por qué, cuál es
el problema? El problema es el típico engaño en donde el sujeto cae.
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Estas superficies tóricas muestran como el
deseo y la Demanda circulan, repetitivamente. Y, como sabemos, el goce espera
de la repetición. Que, a la vez, está en la base del síntoma. Dicha
circulación, dicha repetición, es –como también dijimos en un video sobre La
Repetición- del calibre de un
número irracional no periódico (siempre es “con diferencia”). El
encadenamiento del deseo (del sujeto) con el deseo del Otro –representado por
los toros enlazados- incluye también el significante de la Demanda que se
repite describiendo un corte sobre el toro, que gira a la vez alrededor del
agujero circular y del agujero central. Esto hace al engaño neurótico mismo: la
Demanda parece girar alrededor de un objeto, pero se sitúa en el agujero
central: verdadero objeto del deseo. Demanda y deseo se sitúen de manera inversa
en el toro del Otro. El deseo del sujeto neurótico, representado en estos
toros, tiene como objeto la demanda del Otro; inversamente, lo que el sujeto
demanda es el objeto del Otro.
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A esto también hay que agregar –y no en
último lugar- el deseo del analista. Trabajar con la topología implica entender
que el goce es la variable con que los sujetos pivotean su fantasma y su
posición existencial. El cuadro famoso del Seminario XX sobre sexuación es, stricto sensu, el cuadro sobre la
posición de goce. Esto lleva pensar al
analizante más allá del imaginario; es decir, más allá –por ejemplo- de los
parámetros de Salud o Enfermedad. Un cuerpo, Lacan lo repitió muchísimo, está
hecho para gozar (el artículo lacaniano “Kant con Sade” gira sobre esta
problemátic también); ahora bien, como sabemos, el goce es también “lo que no sirve para nada.”- Podríamos
preguntarnos: ¿de qué puede servirle a un sujeto enfermarse? Sin embargo Freud
descubre que la enfermedad es goce. Por eso también Lacan dirá que si bien “no sirve para nada”, “sin él sería vano el
Universo.”
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Finalizamos como empezamos: la pasión siempre es inútil; pero qué sería del sujeto sin ella. A un animal no sólo de nada le serviría la pasión; sino que lo confundiría y lo llevaría a la muerte directamente. El animal, que se maneja por códigos y no por significantes (recordemos la famosa frase “La abeja no hace chistes”) no tiene permitido creación alguna. Todo en él es del orden de lo rígido. Quienes se arriesgan a una pasión también se arriesgan a la curva, a ir más allá de la superficie plana; y por ello pueden también escuchar su deseo, leer su inconsciente; que es, como sabemos, del orden de lo no-euclediano.
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Finalizamos como empezamos: la pasión siempre es inútil; pero qué sería del sujeto sin ella. A un animal no sólo de nada le serviría la pasión; sino que lo confundiría y lo llevaría a la muerte directamente. El animal, que se maneja por códigos y no por significantes (recordemos la famosa frase “La abeja no hace chistes”) no tiene permitido creación alguna. Todo en él es del orden de lo rígido. Quienes se arriesgan a una pasión también se arriesgan a la curva, a ir más allá de la superficie plana; y por ello pueden también escuchar su deseo, leer su inconsciente; que es, como sabemos, del orden de lo no-euclediano.
marcelo augusto pérez
topologería lacaniana,
III.