La mentira del neurótico: su YO.
Estimado Marcelo: Gracias por tus videos y
cuelgues en blog; me ayudan muchísimo. Soy de Ecuador: si bien aquí hay
psicoanálisis, es muy ecléctico y son poco claro en algunos conceptos en las exposiciones.
Leyendo un cuelgue de tu blog de hace un año sobre narcisismo, y relacionándolo
con otros escritos tuyos; pensaba –y quería preguntarte- qué ocurre con los
sujetos que toleran demasiado (pongamos lo oblativo del obsesivo) con respecto
a su narcisismo. Quiero decir: ¿tan grande puede ser la necesidad de ser amado
como para soportarlo todo? Creo que sí, pero igual me gustaría te puedas
expandir un poco sobre esto. Gracias nuevamente. Ma. K. O.
Hola María.
Gracias por tus elogios. Mirá; no sé si hay mucho que decir en torno a la
famosa oblatividad del obsesivo o a la potencial amable tendencia del neurótico
a la tolerancia incondicional. Y no hay mucho porque no hay tal. Quiero decir:
nadie hace nada sino por una “recompensa” narcisista. No hay castración sin un
goce concomitante.
Se escucha a
veces que el neurótico dice “no me
importa”, cierto; pero hay que pensar que nadie es un
angelito del cielo que puede tolerar estoicamente cualquier acto del otro. Se
escucha que los mismos sujetos que enuncian “me da lo mismo que mi pareja vaya a las fiestas con sus amigas” o frases
parecidas; terminan ellos mismos -muchas veces- chateando a las dos de la mañana a escondidas
de sus mismas parejas buscando una recompensa equidistante; o en un
Casino o en cualquier otra adicción.
Ningún sujeto
se castra sino es por otro goce. Por lo tanto no existe el “me da lo mismo” o
el “no me importa”. No al menos sinceramente; el sujeto se miente cuando lo
enuncia. Si un sujeto dice “no me
importa…” y después se come una heladera en dos horas; entonces sí le importa.
Eso no es castración. El tema es que el sujeto (se) lo dice (al otro) porque no
quiere perder(lo); sin saber que igual algo perderá. O lo enuncia porque no
tiene “tela” para sostener la escena de otro modo.
Estamos
también, me parece, en el contexto del principio del placer que, como sabemos,
es el del displacer: alguien que sólo besó sin estar enamorado; no puede
percibir que se siente besar cuando el amor lo toma; alguien que nunca fumó un cigarrillo
no puede saber que goce hay cuando otro sujeto enciende uno. Alguien que se conforma ha llegado a un punto de placer límite y no conoce más que eso. Obviamente que puede
añorar otro goce; que supone que hay un goce mejor; pero elige el status quo: conserva lo que hay para no
perder. Lo oblativo habla de esto: de no poder dejar de ser el falo. La necesidad de ser amado del sujeto es tan grande
como su narcisismo que –para ser amado- pretende aceptar sin aceptar: porque en
el fondo –como dijimos- no puede castrarse, sólo mentirse.Y si alguien (se) miente es porque la verdad es demasiado peligrosa (para su YO) como para aceptarla. Pero hay que acotar algo más: el YO está construido sobre una mentira. Cordiales saludos,
map.
ARTE:
Ana Ma. Méndez Salgado
Colombia / Australia