Enamoramiento y Duelo
Hola Marcelo. Primero que nada, gracias por tus posts, me han ayudado
muchísimo a ampliar mi comprensión del psicoanálisis, de verdad,
gracias. Bueno, el post que leí se llama "¿Microeconomía del amor?" .
Allí hablas sobre esa demanda constante de amor al que estamos sujetos, y
también sobre lo difícil que es elaborar un duelo-amoroso, ya que el yo
del enamorado está revuelto y perdido en el del objeto. Mi pregunta es:
¿si el psicoanálisis busca darle palos al yo, cómo podría elaborar un
duelo-amoroso el enamorado en análisis, si su yo ya está "chiquito" (por
decir así), ¿aún hace falta que como analistas le apaleemos el yo?
Tengo entendido que uno puede estar bien "teniendola mas chiquita", y
que en análisis uno aprende a sacrificar algo de narcisismo para tener
algo mejor, pero ¿cómo podría dirigirse "la cura" en un análisis si el
analizado(a) ya "la tiene chiquita" en relación a su objeto de amor?
Saludos desde México. Neil Vizuett.
Hola Neil. Bueno aprovecho a postear tu
correo porque es muy interesante tu pregunta ya que suele caerse en esa
disyuntiva intelectual. Es que, justamente,
hay una cierta aporía, que se vislumbra de considerar que el Yo del
Amado en duelo esta chiquito porque el amante "se lo ha llevado" por decirlo así y según entiendo
interpretas de este párrafo que cito de mi escrito:
No
hace falta citar aquí a todos los filósofos y poetas que han versado sobre la
figura de lo Amoroso (desde “El Banquete” hasta J.Derridá o M.Foucault, pasando
por Shakespeare, Lorca, Whitman o Neruda); pero sería bueno recordar a un
semiólogo, Roland Barthes , cuando en su maravilloso “ Fragmentos de un
discurso amoroso ”, nos recuerda que el enamorado opera “sin redes”. Pensemos
que en inglés “fall in love” es bien significante: el sujeto ha caído, no tiene
garantías. Como diría Rusbrock “todo mi yo es sacado ”. O, en palabras de
Freud, “...la mayor parte de la libido se encuentra transferida al objeto y
este último toma, en cierta medida, el lugar del yo.” Es por ello, entre
paréntesis, que es tan difícil elaborar un duelo-amoroso. Siendo así: siendo
que yo no soy yo; siendo que no sé ni lo que digo ni lo que hago o soy capaz de
hacer: ¿cómo podría estar preparado con un arsenal de axiomas y premisas? ¿Cómo
si, en última instancia, lo inclasificable, lo imprevisible, lo a veces
patético, las imágenes que llegarán a mí; superan un real y me hacen entrar en
la locura misma? ¿O acaso nunca escuchamos decir “son el uno para el otro”? ¿O acaso el
enamorado no debe estar un poquito loco y, a la vez, incorporado a la locura de
su amante?
Bien: si bien en el enamoramiento los
sujetos "transfieren deseo" y sus yoes están alienados, el
trabajo del duelo es difícil, justamente, porque el sujeto en duelo no puede
aceptar esa pérdida agalmática (real)
cuando se retira el objeto (imaginario). Es decir, que como siempre, se trata
de aceptar la propia castración, de aceptar que uno no es ya imprescindible
para el otro, que uno no es todo para el otro. De ahí que las personas con patologías
celosas graves, están neuróticamente ancladas en ser el falo y no pueden ni siquiera pensar que la pareja pueda tener
amigos o compañeros de trabajo. En síntesis: el duelo por el falo es el
verdadero trabajo de duelo que -no solo los que sufren por ruptura amorosa-
sino todos los analizantes deben recorrer. Lo que suele sorprender en el
trabajo de duelo es que con el tiempo ya nos extraña no extrañar. Como se ve
siempre se trata de un conflicto con el narcisismo. Cordiales saludos, marcelo
pérez.
ARTE:
Gustav Klimt