Intenciones psicológicas y diagnósticas VERSUS escucha analítica.
...Se trata de un pasaje del Seminario 23, Le Sinthome, correspondiente al 13 de
enero de 1976. Ese día Lacan trae consigo el libro del Ulises de Joyce y juega
a dramatizar, en el espacio de la clase, el episodio escolar del segundo capítulo
en el que Stethen Dedalus plantea una adivinanza absurda a sus alumnos. Lacan la repite a su auditorio (Leyéndola
en ingles para no perder la rima):
The cock crew,
The sky was blue
The bells in heaven
Were striking eleven
Tis time for my pour soul
To go to heaven. (18)
-¡A que no adivinan cuál es la respuesta!, arriesga
a continuación. Y, en efecto, nadie parece capaz de encontrarle solución (igual
que los niños de la clase de Dadalus). Ante el calculado silencio, Lacan
prosigue: "Joyce nos suministra la respuesta: The foz burying his grandmother under the bush (el zorro encierra a
su abuela bajo un matorral)." Concluyendo con esta breve y muy citada consideración:
"Aparte de la coherencia de la enunciación -les hice observar que está en
verso, que es un poema y, de allí, que es una creación-, aparte de eso, el fox, ese pequeño zorro que entierra a
su abuela bajo un matorral, es verdaderamente una cosa miserable."
No es una novedad que, entre nuestros colegas, hay gente muy
respetable que se ha puesto a leer Le
Sinthome como si se tratara de un esfuerzo psicobiográfico de Jacques Lacan
para demostrar que Joyce estaba chiflado. En otras palabras, asumen que el
modelo de autor y de lector que el Seminario 23 nos propone es el del filólogo interesado
en la psicología de la intentio auctoris.
En consecuencia, toman el absurdo del enunciado de la respuesta a El gallo
canto/ el cielo estaba azul como un comportamiento que hay que colocar en serie
con los síntomas que la nosografía enseña a reconocer como patognomónicos de
las psicosis. A eso apuntaría el comentario de Lacan. Decididos por esa vía, no
encuentran (no pueden permitirse encontrar) ninguna diversión en el Ulises, sino ilustraciones de que eso no
se comprende, de que o se puede hacer empatía
con un autor así. E interpretan, consecuentemente, el episodio de la adivinanza
como si la escena novelesca de Stephen Dedalus con sus alumnitos fuera una misma y única cosa con la escena virtual que
une a Joyce con los que somos sus lectores. ¡No puede extrañar, entonces, que
tomen a los joyceanos, mas aun si son "estructuralistas", por
universitarios poco despabilados!
Dicho sea de paso, este vivo interés por la maniobra
diagnostica de comprobar los agujeros negros de la ausencia de sentido tiene,
frecuentemente, el serio inconveniente de distraer y hacer olvidar una distinción
no menos importante- la que demuestra la imposibilidad clínica de alcanzar un
diagnostico contando únicamente con un texto. Me refiero a la distinción entre
lo que es significativo para el lector-interprete y lo que es significativo
para el autor; diferencia que cobra particular interés cuando algo (un texto,
un fallido, un sueño, una fantasía) tiene algún o algunos sentidos para el
primero, pero ninguno para el segundo.
Jorge Baños Orellana
El escritorio de Lacan
Cap. 4: Los tres lectores del psicoanálisis
Joyce, el zorro.
Joyce, el zorro.
Editorial Oficio Analítico, Bs. As., 1999.
ARTE:
Louise Caroline Bourgeois
Esculturas
(18) La traducción casi literal de Salas Subirat es la
siguiente: El gallo cantó / el cielo
estaba azul: / las campanas del cielo / estaban dando las once. / Es tiempo de
que esta pobre alma / se vaya al cielo.
La versión de J.Ma.Valverde es, en cambio, atenta a la poesía (El gallo canta, / el sol se levanta: / las
campanas del cielo / están tocando a duelo. / Es hora de que esta pobre alma /
se vaya al cielo.); pero, como se verá, nos perjudica con una pequeña ayuda
(de duelo) que hace a la solución de la adivinanza mas verosímil.