Hablar = Demandar
Como vemos el circuito del discurso es coherente en lo que al amor se refiere: hablar es demandar. No importa qué se diga ni cómo ni cuándo ni dónde. Enviar una carta, un mail, un mensaje de texto; es ya pedir una respuesta, aunque no se exprese explícitamente. El pa(de)ciente que por primera vez golpea a nuestra puerta está ya en posición de demanda: quiere saber por qué sufre. Lo que el susodicho desconoce es que en ese padecimiento hay una doble implicación significante: queja y satisfacción; es decir, demanda y goce. Sabemos desde Freud que en todo síntoma hay goce (de ahí también que el síntoma se nos presentifica como una (mal)solución de la estructura) y por eso encontramos en Lacan que justamente estas dos variables (demanda y goce) son las que separan al Psicoanálisis de la Medicina, en su falla epistemosomática[i], variables que no existirían sin el a-premio del significante. Y aquí podríamos relacionar la otra cuestión derivada del hablar: se habla por amor a un Otro, se habla de amor y se habla porque “hablar es en sí un goce”[ii], goce ligado a la existencia de una falla -si hay inconsciente es porque hay falla- es decir que hablamos porque lo Inconsciente nos determina.
Marcelo A. Pérez
Fragmento de:
"¿Por qué de lo único que se habla (en un análisis) es de amor?"
de próxima aparación en:
Revista del Campo Grupal
Nov / 2013
Gracias Román Mazzilli