Lacan, Anamorfosis, Pulsión y otros Bellos Apetitos
El
desfallecimiento del amor: lo que se creía era otra cosa. En la
clase 11 del Seminario 7 y en la clase 7 del Seminario 11 –dictadas en el mismo
mes de Febrero con cuatro años de diferencia-, Jacques Lacan habla de la
anamorfosis. Ya sabemos que Lacan, siempre sensible al arte y
amigo de muchos artistas plásticos, gusta de utilizar la pintura como
base de apoyo a sus conceptos. En
la clase del 10 de Febrero de 1960, cuando Jacques Lacan dicta su Seminario
sobre la Ética del Psicoanálisis; presenta el cuadro que –en el año 1533- Hans
Holbein tituló “Los Embajadores”. También en la clase del
26 de Febrero de 1964, cuando dicta su Seminario sobre Los Cuatro Conceptos… -y
a fin de responder(se) ¿qué es la mirada?-
volverá sobre el tema (girando a partir de los conceptos de Maurice
Merleau-Ponty) circunscribiendo el mismo lienzo.
.
Entre un seminario y otro hay la pulsión y el amor.
Porque lo que trata Lacan de ajustar es la estrecha relación que la pulsión tiene
con el amor; puesto que –como sabemos- la pretensión de todo neurótico es unir
ambos eventos. Y puesto que “las pulsiones están
de rechupete (…) vienen del estómago” como él mismo nos recuerda en el
Seminario 11; no es del todo incoherente que el amor tenga que ver –deseo
mediante- con el apetito, y la lalengua lo
atestigua: “le
tengo hambre”, “me la (lo) quiero comer” , “es un bombón”,
etc.
.
Me parece bien interesante este “encuentro” (y ya se
sabe que no puede ser casual que el Arte –es decir, la Poesía- los reúna)
porque nos permite arribar rápido a uno de mis preconceptos (es decir, a una de
mis tesis) que suelo decirle a mis analizantes, por lo general después de un
divorcio cuando están duelando y casi a modo de consuelo (aunque como son muy
inteligentes; en realidad lo toman como un Destino Funesto).
Mi tesis reza: “Nos enamoramos de
aquello mismo que después hará que nos separemos.”- Parece una
obviedad, ya que –como también se sabe- amor y odio son dos caras de la misma
moneda; por tanto se podría argumentar: “Amamos primero lo que después
odiaremos.”- Cierto. Y si bien también es cierto que siempre nos juntamos por
la misma razón que nos separamos (es decir: por nuestro narcisismo), intentemos
dar una vuelta sobre esta disyuntiva anamórfica.
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Cito del Seminario 7 un párrafo de la clase en
cuestión: ”¿Por qué está allí esta anamorfosis?
Está allí seguramente para ilustrar mi pensamiento. La última vez hice una
especie de síntesis de algo que podría llamarse el sentido o el fin del arte en
el sentido común que otorgamos actual mente a este término: Las Bellas Artes.”
.
Y agrega el Maestro un poco después: “Y es esto lo que permite aproximarse
más, me parece, a lo que parece ser la cuestión irresoluta concerniente a
los fines del arte; todavía para nosotros, que como Platón nos hacemos la
pregunta: ¿el fin del arte es o no imitar?, ¿imita lo que representa? Cuando
entramos en este modo de plantear la cuestión, ya caímos en la trampa y no hay
ningún medio de salir, de no permanecer en el callejón sin salida en que
estamos entre el arte figurativo y el arte abstracto. Hasta cierto punto sólo
podemos simplemente sentir la aberración que se formula en la posición de un
filósofo, que es implacable: es Platón quien hace caer el arte hasta el último
grado de las obras humanas, ya que para él todo lo que existe sólo existe en su
relación con la idea que es real, ya es sólo imitación de algo más que lo real,
de un sobrereal. Y si el arte imita, nos dice, es una sombra de sombra, una imitación
de imitación. Ven entonces que vanidad hay en la obra de arte, en la obra del
pincel. Ahora bien, y en un sentido opuesto, les digo que no es menester entrar
en la trampa para comprender que desde luego, naturalmente, las obras de arte
imitan estos objetos que representan, pero que su fin no es justamente
representar estos objetos. Brindando la imitación del objeto, hacen de este
objeto otra cosa. Sólo aparentan imitar los objetos. Y es en tanto el objeto
está instaurado en cierta relación con la cosa, que está hecho para
circunscribir, para presentificar y autentificar a la vez, la Cosa.”
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Hay una suerte de “no-reparación” que tiene que ver
con la pérdida estructural y que Lacan intentará simbolizar con el escotoma que
la calavera del cuadro de Holbein representa. O, para decir con mayor
exactitud, la calavera escotimiza la fatuidad del YO. Como se ve, el genio de
Lacan ha hecho que “encuentre” una calavera (prototipo de un resto)
para explicar no sólo la configuración anamórfica del sujeto y de su objeto;
sino el cimiento narcisista de todo amor.
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El cuadro (el de Holbein o cualquier otro) habla ipso facto de la
Mirada. De la mirada del pintor, de la mirada del sujeto, de la mirada que
mira, del ser visto. Esto, ubicado en principio a nivel del imaginario (como la
transferencia amorosa imaginaria) viene de lo real. De ahí que el
imaginario tapona la falta, de ahí que en el odio, y en el proceso de duelo, se
revierte la cuestión y lo que antes era música, caricia, luz; ahora es mancha.
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En su texto “Cómo leer a Lacan”, dice Slavoj Zizek: “Tenemos que
distinguir entre el objeto a como causa del deseo
y el objeto del deseo: mientras que el objeto del deseo es el objeto deseado,
la causa del deseo es el rasgo por el que deseamos el objeto, un detalle o un
tic del que generalmente no somos conscientes y al que incluso a veces
malinterpretamos como un obstáculo a pesar del cual deseamos el objeto”. Y
agrega más adelante:
“Este objeto causa del deseo tiene el estatuto de una anamorfosis, la
parte del cuadro que, mirada de frente aparece como una mancha sin sentido y
que adquiere los contornos de un objeto reconocible cuando cambiamos de
posición y miramos el objeto de costado. El argumento de Lacan es mucho más
radical: el objeto causa del deseo es algo que, visto de frente, no es nada,
sólo es un vacío, que adquiere los contornos de algo, cuando miramos al sesgo.”
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No es casual que en el Seminario 7 Lacan verse sobre
el Goce: porque se llama justamente La Ética… es decir: la ética del
goce. Y menos casual que el Maestro presente para articular esto la
figura Heideggeriana del Das Ding.
Un Das Ding bifronte: vacío y reservorio de goce. Bifronte como la banda
de Möebius que representa al Sujeto, bifronte como la moneda que acuña el amor/odio
(Lacan la llamó odioenamoramiento),
bifronte –en definitiva- como la realidad: puramente fantasmática. Por
eso podríamos hablar del goce anamórfico bifaz; más allá que el
anamorfismo es un artilugio de la imagen; pero -como se sabe- también hay un
goce en la pulsión escópica. Un goce bifaz que, como un guante, se da vuelta
transformando lo Bello en Siniestro, y viceversa.
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Y de allí que la figura del Amor tenga tanta
relación con la sublimación pulsional de la que Lacan versa ampliamente en este
Seminario sobre la Ética. Porque Amor y Sublimación rondan un Vacío común. La
calavera o el Hueso de Sepia. Cito: “…porque el secreto de este cuadro
del que he explicado las resonancias, el parentesco con los vanitas, entre los
dos personajes engalardonados y fijos, todo lo que recuerda a la fatuidad de
las artes y las ciencias, el secreto de este cuadro se devela en el momento en
que alejándose de él, poco a poco, hacia la izquierda volvemos la mirada y
aparece la calavera, en lo que se creía que era un hueso de sepia”.
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Lo
que se creía era otra cosa... Aquí lo que antes era "una niña cándida y
soñadora de sonrisa resplandeciente" ahora es "una pendeja
relajada y provocativa que se come a cualquiera"; lo que antes era "un
gordito sexy de buen gusto culinario" ahora es "un bulímico
insufrible que ocupa todo el colchón y ni moverse puede"; lo que antes
era "un señor ordenado, organizado y previsor" ahora es "un
viejo obsesivo maníaco"... Y así -como diría Borges- el buen
diccionario de la Real Academia bien puede seguir ampliando la lista...
Podríamos preguntarnos: ¿es el otro quien cambió?
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¿Cómo
podría el sujeto jurar amor si no fuese engañado por esta anamorfosis de la
imagen (del otro)? ¿Cómo podríamos ver otra cosa que no sea bondad, ternura,
belleza, inteligencia, etc.; cuando estamos a punto de enunciar nuestro Des-Ser,
nuestra destitución? (Destitución que, también como un guante bifronte, nos
relanza nuevamente a la infatuación yoica, transformando a la Bestia -que
somos- en Bella.)
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Fermina
y Florentino (“El
amor en los tiempos de cólera”) declaran un amor eterno; ¿y qué amor no lo
es, mientras dura? ¿Puede declararse el amor si uno no lo pensara eterno?
¿Podríamos entregar nuestro Ser –y de ahí que escuchamos a menudo “le digo te-quiero
pero no te-amo”- si no creyéramos que ahí, en ese continente del
otro, se arroja toda nuestra vida, todo nuestro tiempo? Por eso Lacan ha
enunciado que el amor es el fracaso de lo inconsciente: porque lo inconsciente
divide al sujeto; y el amor –ilusoriamente, narcisistícamente- lo unifica. Pero
como el sujeto, en su impronta lenguajera, debe a-testiguar permanentemente por
su falta; todo amor se instituye bajo la Demanda que lo cuestiona y se re-funda
con la Escucha (y la Respuesta) que dicha Demanda solicita. Seminario 20
(Aún): “…el amor
pide amor. Lo pide sin cesar. Lo pide aún. Aún es el nombre de esa falla de
donde en el Otro parte la demanda de amor.”
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En
última instancia, qué pretende taponarse sino la muerte: esto es, la calavera.
Es decir -y por eso hablábamos de impronta lenguajera- zafar del significante
de la falta en el Otro: hacer de cuenta que no hay tal. Tratar de redimir lo
"no-reparable" por Estructura; o -para decirlo con menos énfasis- lo
reparable sólo ilusoriamente. Maravilla mediante, a veces engarzado a
perpetuidad.
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Marcelo Augusto Pérez
La Ilusión del Amor
-El goce anamórfico bifaz-
Agosto / 2013
ARTE:
Hans Holbein
Los embajadores
Epílogo: Buscando complementar la historia de la Obra Pictórica en cuestión, me he topado con un resumen cuya fuente es la Blog Cultural de Javier Peláez (http://aldea-irreductible.blogspot.com.ar/). Me he permitido corregir los muchos errores ortográficos y de construcción en la sintaxis y acotar el texto que con él concluyo:
Epílogo: Buscando complementar la historia de la Obra Pictórica en cuestión, me he topado con un resumen cuya fuente es la Blog Cultural de Javier Peláez (http://aldea-irreductible.blogspot.com.ar/). Me he permitido corregir los muchos errores ortográficos y de construcción en la sintaxis y acotar el texto que con él concluyo:
…Es una época crucial en la
Historia... En Francia, Francisco I, archienemigo del emperador Carlos V, busca
reforzar sus posiciones contra el imperio español. Para ello, mira hacia el
norte, a Inglaterra, donde nos encontramos con Enrique VIII inmerso en sus
problemas de faldas con su esposa española, la "Católica" Catalina de
Aragón.
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Nos encontramos aquí un triángulo
de poder muy interesante: Francia, Inglaterra y España... una triada que se
convertiría en cuarteto con la entrada en escena de la Iglesia, mediante su
poder más visible: Clemente VII.
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En este convulso momento
histórico de alianzas de Estados, de intereses enfrentados y pactos
entremezclados, se enmarca nuestro cuadro de hoy: Los embajadores. Dos
personajes, dos enviados para un pacto...
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A la izquierda, Jean de Dintelle,
embajador de Francia en Inglaterra. A la derecha, Georges de Selve, Obispo de
Lavaur que también desempeñaba funciones diplomáticas ante el imperio romano
germánico y la Santa Sede.
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El año: 1533, un año marcado por
el matrimonio de Enrique VIII con Ana Bolena (…) el Tudor se distancia de
España haciéndole un feo y rechazando a su esposa española, y los franceses ven
en esto una ocasión para acercarse a Inglaterra.
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El pintor: Hans Holbein. El joven
inundó el cuadro de simbolismos, de significados ocultos, de objetos
sorprendentes y de guiños que han quedado para la Historia, muchos de los
cuales aún siguen desconcertando a los expertos.
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En el cuadro encontramos numerosos
objetos astronómicos que el pintor incluyó premeditadamente, incluyendo en
ellos numerosos datos y significados. El
globo terráqueo está centrado en Europa y en él se distingue la línea de
separación del Tratado de Tordesillas que dividió el nuevo mundo en 1494 entre
España y Portugal, se puede seguir también la ruta que Magallanes realizó en su
vuelta al mundo e incluso algunos trazos de la recién descubierta América.
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El globo celeste. A pesar de que
la reunión entre los embajadores tuvo lugar en Londres, es curioso que el cielo
que señala no corresponda al cielo inglés... La pintura indica una latitud de
unos 43º lo que indicaría el cielo visto desde lugares como España o como el
Vaticano...
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La estantería superior está repleta de instrumentos astronómicos, entre los que destacan, además del globo, los relojes solares y el torquetum... en ellos nos vamos a centrar ahora:
La estantería superior está repleta de instrumentos astronómicos, entre los que destacan, además del globo, los relojes solares y el torquetum... en ellos nos vamos a centrar ahora:
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- Relojes solares: En especial el reloj poliédrico que señala mediante sombras una curiosa fecha que aproximadamente se puede intuir entre el 11 y el 14 de Abril de 1533... Sin embargo, está constatado que durante estos días, el pintor no se encontraba en Londres pintando el cuadro. Este hecho ha desconcertado durante bastante tiempo a historiadores y expertos que aún no se ponen de acuerdo... La tesis más seguida apunta a que puede tratarse del 11 de Abril, ya que en ese año se celebraba el viernes Santo y podría unirse a la simbología de los libros y el crucifijo que también aparecen en la pintura.
- Relojes solares: En especial el reloj poliédrico que señala mediante sombras una curiosa fecha que aproximadamente se puede intuir entre el 11 y el 14 de Abril de 1533... Sin embargo, está constatado que durante estos días, el pintor no se encontraba en Londres pintando el cuadro. Este hecho ha desconcertado durante bastante tiempo a historiadores y expertos que aún no se ponen de acuerdo... La tesis más seguida apunta a que puede tratarse del 11 de Abril, ya que en ese año se celebraba el viernes Santo y podría unirse a la simbología de los libros y el crucifijo que también aparecen en la pintura.
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- Torquetum: El cuadro de Holbein
nos muestra la única ilustración histórica que existe de este singular
instrumento. Las primeras noticias que
tenemos de este mecanismo que convertía coordenadas, nos llegan de la mano de
Ptolomeo, pero durante siglos no se supo nada más de él, hasta la edad media
donde se realizaron algunos ejemplares... lamentablemente, ninguno de ellos se
ha conservado. Junto con la máquina de Antiquitera, el torquetum es uno de los
misterios más interesantes que se conservan de la antigua Grecia, a pesar de
que no ha llegado ninguno hasta nuestros días.
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Tanto en la estantería superior
como en la inferior, nos encontramos con un total de tres libros:
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Libro de Aritmética- Se trata de un ejemplar del libro "Eyn newe unnd wohlgründte underweysung aller Kauffmanss Rechnung in dreyen büchern" escrito en 1527 por Peter Apian y dedicado a las prácticas comerciales de la incipiente burguesía comerciante, una clase social que en aquellos años comenzaba a estar en alza.
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Libro de Aritmética- Se trata de un ejemplar del libro "Eyn newe unnd wohlgründte underweysung aller Kauffmanss Rechnung in dreyen büchern" escrito en 1527 por Peter Apian y dedicado a las prácticas comerciales de la incipiente burguesía comerciante, una clase social que en aquellos años comenzaba a estar en alza.
Libro ÆTATIS SVÆ 25- El libro es
un misterio aún, ya que sólo podemos verlo parcialmente... Además, el libro
aparece cerrado y con un cierre metálico que deja abiertas muchas incógnitas...
La inscripción en sus hojas podría equivaler a la edad de Georges de Selves,
que en aquellos días tenía 25 años.
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Libro de Cantos Religiosos- En
concreto el "Geistlich Gesangbuhli"
de Johannnes Walther, sin embargo y cómo podéis ver en el gráfico más abajo, el
libro aparece abierto por dos páginas que en el verdadero libro no son
consecutivas.
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La página de la izquierda corresponde
al primer versículo del himno Veni sancte
Spiritus de Lutero y la de la derecha la introducción a la Versión
abreviada de los Diez Mandamientos también de Lutero... La simbología asociada
a este libro y en concreto a estas dos páginas, elegidas a propósito por el
pintor, podría indicar el contraste entre la Ley y la Religión, ambas
encarnadas también en los dos personajes del cuadro.
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Junto al libro de Cantos al que
me he referido en el párrafo anterior, nos encontramos con una serie de
instrumentos musicales donde la perspectiva está realmente lograda.
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Tanto el Laúd con su cuerda rota,
como las flautas guardadas en un estuche donde falta una de ellas, abren las
puertas a múltiples teorías intentando explicar su significado. Alguna de ellas
apunta a la pérdida de armonía y vacío que comenzaba a sufrir la Iglesia de
aquellos años, y colocadas por el pintor en el ángulo inferior del cuadro,
junto a los pies del Obispo Georges de Selves, representante del poder
eclesiástico en esta obra.
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Pero si algo destaca realmente en
el cuadro de Hans Holbein es sin duda la calavera en la parte central de la
escena... Una calavera extraña, deformada...
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Muy unido al elemento de
perspectiva que comentaba antes, esta calavera ha sido uno de los motivos
principales para realizar este artículo.
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Se encuadra dentro de la técnica
de la Anamorfosis y es un prodigio de la técnica pictórica y la
perspectiva ya en aquellos años de incipiente Renacimiento.
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La Anamorfosis consiste en la
representación de figuras o elementos distorsionados, los cuales sólo pueden
ser contemplados correctamente desde una determinada perspectiva.
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El uso de calaveras como
representación de la muerte del hombre, de la fugacidad de la vida humana o el
rápido paso del tiempo, fue muy utilizado por los artistas del renacimiento.
Surgió así, una representación pictórica conocida como Vanitas y que encierra
todo este simbolismo en pinturas, esculturas y todo tipo de manifestaciones
artísticas. En el cuadro de Holbein, esta Vanitas ocupa la parte principal del
cuadro, deformándolo todo y confundiendo al observador mediante la inclusión de
esta fuerte perspectiva de anamorfosis.