Estadio del Espejo, Modelo Óptico, Creérsela y el Amor.
En la clase de los sábados, en donde mis
colegas me honran en permitir ordenarles un poco la teoría, estamos trabajando
el Estadio de Espejo y el Esquema del
Modelo Óptico. Para que no sea ni tan esquemático (paradoja mediante) ni
tan cargado de tecnicismos, y -a la vez- para que se entienda que el psicoanálisis
sin praxis, sin el cuerpo del analista y
del analizante, no existe; tratamos también de articular permanentemente
ejemplos de la vida cotidiana, ya harto nombrada por Freud como el único
espacio de la psicopatología, si es
que la hay.
Les pedí a mis colegas que preparen un
trabajo grupal oral y algo preocupados por ello, hoy sábado me dicen que están
pensando algún caso clínico para adecuarlo al plano teórico. Inocentemente no
se percatan que no hay caso clínico porque, como acabamos de decir, todos los
casos son de la vida cotidiana, y todos los ejemplos pueden servir y sirvieron para
las investigaciones de Freud y de Lacan. Por suerte el pedido que formulo –en posición
de barrado, es decir: de sujeto deseante- no ha angustiado demasiado, pero
seguramente algún abucheo pudo haber generado... Cuando Lacan expresó "ustedes buscan un Amo",
estaba recordándonos eso: aceptar una posible caída de uno es primero, y ante
todo, aceptarla en el otro. Que el otro ya está caído por estructura. Y prologo
así este escrito porque de lo que se trata es de caerse y levantarse.
Por eso, y como una colega me informó que
llegaba tarde porque tuvieron que internar a la abuela (de todos modos -nobleza
obliga que hagamos mención- llegó puntual), procedo a escribir un par de matemas en la pizarra y enseguida voy en
busca del caso que nos convocó en la pretarea,
mientras el café se calienta. La abuela en cuestión, Doña René, de ochenta y
piquitos, se cae por un pequeño/gran
esfuerzo que realiza. Vamos por la autopista (aunque enseguida retomamos por la
colectora): ¿Adivinen por que se cayó? Ayudita: no había obstáculo adelante
(aunque -vía Esquema- ya veremos cuál es el obstáculo), ni se quebró súbitamente
la cadera. ¿Adivinaron? Supongo que sí, porque estamos en el marco del
Narcisismo: se cayó por creída. Vamos al punto.
Resulta que la abuela tiene una falta y esa falta la cubre muy bien el abuelo, Don Ángel. Y resulta que el
abuelo se ha caído. Y resulta que el abuelo mide dos metros de alto y la
abuela, de contextura muy pequeña, ha intentado levantarlo del piso. Bien:
hasta aquí la escena. Escena que se une con otro ejemplo de otro colega del
grupo donde uno de sus analizantes ha cruzado el Rio de la Plata... nadando. Con el florido agregado que el
susodicho no sabía nadar y fumaba tres paquetes de cigarros por días. Ustedes estarán
pensando lo mismo que nos dijimos todos: ni un nadador profesional hubiese hecho dicha hazaña... Y justamente porque es un
nadador profesional es que no la hace.
Y aquí muestro las primeras cartas: cuando decimos que el sujeto se la cree es cuando traspasa los límites de una creencia -digamos lógica- que es la creencia en la que todos nos sostenemos para poder hacer cualquier cosa. Como dije en otro escrito (y siempre doy el mismo ejemplo, será que me gusta comer rico) si porque hago un huevo frito me creo Francis Mallmann, estoy más que perdido. No se puede prescindir del Yo, es decir que un poco hay que creer en lo que uno hace, pero caemos rápidamente en el goce supremo de creernos el falito, por eso Lacan ha dicho una y cien veces que el Yo no es nada más que un síntoma, la verdadera enfermedad es la pasión por el Yo. (Por eso no podemos jactarnos de nada: ni de la inteligencia, ni de la bondad ni de las buenas costumbres: son todos síntomas, vía pulsión.)
Y aquí muestro las primeras cartas: cuando decimos que el sujeto se la cree es cuando traspasa los límites de una creencia -digamos lógica- que es la creencia en la que todos nos sostenemos para poder hacer cualquier cosa. Como dije en otro escrito (y siempre doy el mismo ejemplo, será que me gusta comer rico) si porque hago un huevo frito me creo Francis Mallmann, estoy más que perdido. No se puede prescindir del Yo, es decir que un poco hay que creer en lo que uno hace, pero caemos rápidamente en el goce supremo de creernos el falito, por eso Lacan ha dicho una y cien veces que el Yo no es nada más que un síntoma, la verdadera enfermedad es la pasión por el Yo. (Por eso no podemos jactarnos de nada: ni de la inteligencia, ni de la bondad ni de las buenas costumbres: son todos síntomas, vía pulsión.)
Ahora, vayamos al plano técnico sin
olvidarnos estos ejemplos... porque la clase fue realmente ejemplificadora en
toda su extensión: quien se hace cargo de ella, creyendo que sabe; quienes se
hacen cargo participando y concurriendo, creyendo que algún día van a saber; e
incluso -siempre hay ejemplos de yapa- alguien que se levanta, me dice "Marce, voy a tirar un chicle",
le digo: "La puerta del cesto de
basura se rompió, no vas a poder" y me contesta anticipándose: "Ya pude". Mortal. Todo de un
realismo tan humano y todo tan englobado en lo mismo, que parece una puesta de
teatro ensayada desde hace siglos; desde Edipo para acá, digamos.
Para trabajar el Modelo y el Estadio lo hacemos conjuntamente con las clases tres,
cuatro y siete del Seminario X de
Lacan, además de haber leído previamente vastos capítulos del seminario I.
Coloquemos ahora los Grafo en cuestión que Lacan dibuja en la clase del
28/11/62.
Nos dice:
“Tal investimento de la imagen especular es un tiempo
fundamental de la relación imaginaria, fundamental por el hecho de que tiene
un límite y es que no todo el investimento libidinal pasa por la imagen
especular. Hay un resto.”
Es decir: la reserva operatoria
de la que ya Freud nos notificó, digamos que no pasa del lado del espejo plano,
donde el Sujeto se ve gestalticamente
unificado, Ideal para el Otro, es decir: para sí. No pasa quiere decir que
quedaría escondida. Y agrega:
“Ya he intentado, y espero haberlo conseguido en buena
medida, hacerles concebir cómo y por qué podemos caracterizar ese resto bajo
un modo central, pivote en toda esa dialéctica —aquí retomaré la próxima
vez y les mostraré en qué es privilegiada esa función, más de lo que he
podido hacer hasta ahora—, bajo el modo, digo, del falo.”
Bien: el Falo entonces es el significante de esa falta. Sigamos:
“Y esto quiere decir que desde ese momento, en todo lo
que es localización imaginaria el falo llegará bajo la forma de una falta, de
un [menos phi]. En toda la medida en que se realiza en i (a) lo que llamé la
Imagen real, la constitución en el material del sujeto de la imagen del cuerpo
funcionando como propiamente imaginaria, es decir, libidinalzada, el falo
aparece en menos, aparece como un blanco, El falo es sin duda una reserva
operatoria, pero ella no sólo no está representada a nivel de lo imaginarlo
sino que se halla delimitada y, digámoslo, cortada de la imagen especular.
Entonces: primero no olvidar que en este
seminario Lacan presenta formalmente el objeto-a, y por lo tanto está
tratando de diferenciarlo del falo
imaginario. Segundo, el falo es
el significante de la falta mientras que el a es la falta misma.
Tercero, el a es el objeto causa del deseo
(surge de la falta, del agujero que quedó) mientras que el falo es "la falta que me haces" del poeta tanguero. Se ve que
ambos se confunden rápidamente, incluso no está del todo incorrecto hacer de
ellos una sinonimia, pero por algo sabemos que Lacan los ha diferenciados:
mientras el a permite la travesía de la pulsión y la metonimia del deseo,
el falo imaginario es lo que va a
posibilitar, como todo imaginario, engañarnos un poquito. Es de hecho, el
pivote que juega en la triangulación edípica: basta que el infans se crea que completa al Otro para posicionarse siendo "el salame (falito) de mama". Si se quiere podríamos decir que el falo
imaginario es la imagen fálica. Es decir, el poder cautivante que tiene para el
sujeto, ¿adivinen qué vanidosa cosa? Exactamente: su Yo.
Dice Lacan aquí mismo:
“He escrito [menos phi] porque deberemos traerlo la
próxima vez. [menos phi] ya no es visible, ya no es sensible, no es
presentificable allí como no lo es aquí, [menos phi] no ha entrado en lo
imaginario. El destino principal, inaugural, el tiempo—insisto— del que
hablamos reside en lo siguiente —y habrá que esperar a la vez que viene para
articularlo—: el deseo estriba en la relación que les he dado por ser la del
fantasma, $, le poincon,con su sentido que además pronto sabremos leer de manera
diferente, a---$.”
Es decir: el destino inaugural
nos lleva al fantasma, donde el sujeto hará proporción con su falta. Pero,
entonces, ¿por qué se cae la abuela René? Porque la falta está a punto de
faltarle. Y el sujeto sólo puede verse detrás del espejo plano, integrado
-falsamente integrado, yendo de la
insuficiencia a la anticipación, creyendo que puede- pero no puede ver que detrás,
incluso por debajo, está el real.
Y si hablamos de real hablamos de
goce y de angustia. Por eso es justamente en este seminario sobre La Angustia donde Lacan nos presenta este Esquema. Porque, además,
los sujetos no podemos ir angustiados todo el tiempo por todos lados, nos llevaría
a la muerte... Debemos engañarnos de vez en vez: creyendo que sabemos hacer
algo, por ejemplo dar una clase, creyendo que si el otro nos dice "hermoso" lo somos, creyendo
que un anillo o un diploma puede querer decir casamiento u oficio, etc. Pero el
sujeto, entonces ¿engaña al otro? En eso estamos: el sujeto necesita del otro
(del otro que esconde su falta) para engañarse él, para creérsela. Por eso las
relaciones no son entre a y a' sino que Lacan coloca el imaginario y - entre
paréntesis- la falta, dando la vuelta por el Ideal:
Cito: “Esto quiere decir que sería en la medida en que el sujeto podría
estar realmente —y no por intermedio del otro— en el lugar de I, que tendría
relación con aquello que se trata de tomar en el cuerpo de la Imagen especular
original i (a), a saber, el objeto de su deseo, a; estos dos pilares son el
soporte de la función del deseo, y si el deseo existe y sostiene al hombre en
su existencia de hombre, es en la medida en que esa relación, por algún
rodeo, es accesible, en que hay artificios que nos dan acceso a la relación
Imaginarla que constituye el fantasma.
Pero esto en modo alguno es posible de una manera
efectiva. Lo que el hombre tiene frente a sí nunca es sino la imagen de lo que
en mi esquema yo representaba —ustedes lo saben o no lo saben— por i' (a), que
la ilusión del espejo esférico produce; aquí en estado real, bajo forma de
imagen real, él tiene de ella la imagen virtual con nada en su cuerpo. El a,
soporte del deseo en el fantasma, no es visible en lo que para el hombre
constituye la imagen de su deseo.”
Es decir: el a no es visible, queda
encerrado entre paréntesis. La abuela René se nos cae porque va a buscar esa
invisibilidad que esta caída en el piso, esperándola... ¿para ayudar al abuelo?
Bueno, digamos creyendo en las buenas intenciones que sí, pero sabemos que en
realidad es para levantarse ella: si su falta
cae, cae ella. Lo levanta para salvarse. Si los neuróticos pudiésemos entender
esta axiomática narcisística, entenderíamos que toda castración es siempre por y para el propio narcisismo. Nadie
se castra por otro o por otra cosa que no sea su Yo. Por eso toda castración implica dejar un goce por otro. El
problema es cuando – por “salvarnos”- terminamos en el hospital.
Siguiendo la lectura de estos párrafos,
leemos que entonces la abuela René, yendo hacia el encuentro del imaginario abuelo Ángel, se aleja de su deseo,
porque, como es obvio, si YO camino hacia la derecha, lo que queda a la
izquierda se me aleja... Y como Lacan era un lógico, entendió perfectamente
esta problemática neurótica: el deseo es innombrable, la abuela va a levantar
al abuelo para no dejarse caer, pero eso que levanta es imaginario...
“Esa presencia por lo tanto en otra parte, más acá y,
como aquí ven, demasiado cerca de él para ser vista, si puede decirse, del a,
es el initium del deseo;
y de aquí obtiene su prestigio la Imagen i' (a). Pero cuanto más se aproxima,
cerca, acaricia el hom bre lo que cree ser el objeto de su deseo, en realidad
más desviado de él se encuentra, más descaminado, justamente por el hecho de
que todo lo que hace en ese camino por acercarse a él da siempre más cuerpo a
lo que en el objeto de ese deseo representa la imagen especular. Cuanto más
anda, más quiere preservar, mantener —escuchen bien lo que les digo— proteger
en el objeto de su deseo el lado intacto de ese florero primordial que es la
imagen especular, más se embarca por ese camino a menudo llamado,
impropiamente, el camino de la perfección, de la relación de objeto, y más
embaucado resulta.”
Es decir, tenemos:
a'...........$..........i(a) Más voy hacia la derecha, más tapono la
falta. ¿Eso está mal? Como se sabe, es una cuestión del caso por caso: es decir de la economía de distribución del goce: de
qué se hace con ese goce. Freud era cocainómano, pero inventó el psicoanálisis.
Alberto Castillo era médico, pero un día conoció a una paciente que le dijo que
ya estaba desvestida para que él la revise y le preguntó si él también se había
desvestido, y entonces Castillo supo que para la medicina no servía: se casó
con esa mujer y cambió un goce por otro: se dedicó al tango.
El analizante de mi colega cruza
nadando casi doscientos kilómetros durante 19 horas consecutivas para tapar una
falta. ¿Eso es una proeza? Para el psicoanálisis es darle mas pulsión a un
goce. Como dijimos en la clase: nadie que haga un deporte de riesgo lo hace
para sentirse bien físicamente, sino mas bien para gozar. Si ese deporte en vez
de parapente es el boxeo, se entiende que ese goce lleve rápidamente a una
conmoción cerebral. En el caso del analizante de mi colega, esa "hazaña"
lo aleja hacia la derecha, le hace
perder su brújula. Por eso ahora, años después que retoma su análisis, enuncia "Tengo que encontrar otro sentido para
mi vida". El imaginario nos da el sentido, pero se cae rápido sino se
sostiene en lo simbólico.
Cualquier ejemplo puede servir: una
persona que hace años no encuentra trabajo puede sentirse bien cuando lo
encuentra, pero si ese trabajo no coincide con su deseo, en un tiempo cae y el
sujeto queda vacío. Otra persona puede querer cojerse a otra porque imaginariamente
le despierta interés sexual, pero si lo simbólico
no se anuda, sólo tenemos una relación carnal. En los tiempos que corren tener
trabajo y un partenaire de coyuntura
no es poco, pero el verdadero síntoma lo anuda el otro registro, porque si el
goce esta desvinculado de la Ley, de la castración, es puramente engañadizo.
Lamentablemente hay sujetos que se conforman con la puesta en acto de un puro
imaginario (otros, por supuesto, no pueden pasar a más). Pero no por nada Lacan grafica su Modelo con un ramillete de flores: las flores simbolizan lo que Confucio ya había expresado perfectamente y también dijimos hace poco en otro escrito: "Me preguntas para qué llevo arroz y flores: arroz para vivir y flores para tener una razón por la cual vivir."
Enfrentarse con el deseo es un
proceso complicado. Hoy mismo un
analizante me decía que, enganchado en su imaginario y en la histerización
triangular, escuchó que un amigo le elogiaba a su pareja, entonces -después de
verla caída, de estar abúlico hacia ella- a partir de esta enunciación, su
deseo repuntó. Coincide con la situación paralela de este mismo analizante
donde decae el deseo por una actividad hasta ahora lúdica porque -según se analiza- no tiene "la ventaja" de tener verdaderos Maestros
para dicha actividad y, al tener meramente docentes, su configuración
imaginaria-simbólica decae. Es decir: nos es necesario la Demanda del otro. Y que ese otro, en lo posible, se configure como un Otro, vía transferencial. Por
eso los sujetos llegan a lo que llegan vía la transferencia hacia el otro; no
solamente hacia la materia en cuestión. Por eso es más fácil que una materia de
la universidad que no nos gustaba, nos guste ahora gracias al profesor; que
cursar con alegría algo que nos gustaba pero es arruinado por un mal docente.
Entonces: la Demanda es no sólo
necesaria, sino imprescindible; el problema es cómo poder responder a esa Demanda
sin chocarnos con una pared y que aparezca la pulsión arruinándolo todo. Al
preguntarle a mi analizante porque no buscaba Maestros en vez de profesores, me
respondió con total lógica lacaniana: "porque
soy un cobarde". El deseo asusta. Y asusta aún más, como diría Borges:
espanta, encontrarnos que después de
un duelo es posible que lo que fue nuestra falta, imaginaria, ahora sea un desecho, un resto. Por algo todos
pasamos por la misma frase cuando nos divorciamos alguna vez: ¿Que le vi? ¿Adivinen porque
preguntamos eso? Justamente porque no la/lo vimos. De ahí que magistralmente, como todo lo que
sale de la pluma de Freud, el maestro conceptualizó lo ominoso, como el velo
que se levanta detrás de lo que siempre fue familiar y ahora resulta siniestro.
(El texto de 1919 en aleman es «Das
Unheimliche», que -como sabemos- conjuga en un solo vocablo lo
(no)familiar.) De ahí también que el
otro genio, Lacan, finalizando su clase de este seminario sobre La angustia, anuncia su conocida tesis:
“La angustia se constituye cuando un mecanismo hace
aparecer en su lugar, que yo llamaré, para hacerme entender, simplemente
"natural", en el lugar corresponde al que ocupa el a del objeto del
deseo, algo, y cuando digo algo, entiendan cualquier cosa.
Les ruego que de aquí a la vez que viene se tomen el
trabado, con esta introducción que les doy, de releer el artículo sobre lo Unheimlich. Es un artículo que
nunca, nunca he oído comentar; y del que nadie siquiera parece advertir que es
la clavija absolutamente indispensable para abordar la cuestión de la
angustia.”
Es decir que la angustia se nos
presenta cuando el abuelo se cae, es decir: el abuelo, que se cae, hace caer a
la abuela (antes que literalmente se caiga). Es decir, cuando cae la falta. Es
decir, cuando desaparece la falta. De ahí que Lacan diga que la angustia
aparece, "cuando falta la
falta":
“Así como he abordado el inconsciente a través del
chiste, este año abordaré la angustia a través del Unheimlich lo que aparece
en ese lugar. Por eso hoy escribí: el [menos phi], el algo que nos recuerda
que todo parte de la castración imaginaria, que no hay —y con motivo— imagen
de la falta. Cuando allí aparece algo es, por lo tanto, si así puedo
expresarme, que la falta viene a faltar.”
¿Genial, no? Bueno, por algo Lacan refunda el
psicoanálisis.
Finalizando: la abuela René, en su caída,
trata de levantarse levantando al abuelo Ángel. Ambos caen. La abuela René no
advierte su insuficiencia, cree que puede. Sin embargo esto no la hace una
boluda -no al menos en este caso-. Cae para poder sostener un Ideal. Su Ideal,
imaginarizado en el abuelo Ángel. Cae -la castración le juega una mala pasada-
por creída, pero para seguir sosteniendo una relación amorosa. De ahí cuando
Lacan habla de lo cómico del
amor. Pero más ridículo, digamos, es un
tipo que se cree que puede levantarse a todas las minas en un boliche. Y también muchos caen a un vacio, o -peor aún- no se
permiten ni siquiera caer-un-poco por seguir sosteniendo la imagen. (Llevar un ramo de flores a la
vista del público puede ser, para muchos, una mortal caída. De ahí que nos resultaba tan conmovedor que el profesor Jirafales, con su porte de grandote y con su significante de "profesor"; revele su caída ante el amor hacia Florinda.)
Pero demos un palito final a la abuela René: cae
por ella. Sí, pero ¿cuál es el problema si dijimos que toda castración
es finalmente por uno? El problema es si esa caída es un pequeño o es un gran
esfuerzo para la Estructura del sujeto, como dijimos al comienzo. Y el problema virtualmente adherido lo relata justamente su nieta, mi colega:
Estando en estado de caída, pide ponerse coqueta ("Que me traigan mi sweater!-") para que no la vean caída.
Me recuerda, como les decía a los colegas del grupo que se aventuran en la
lectura de Lacan, a la madre de una amiga -Doña Norma- que hace diez años está con un accidente
cerebro vascular (apenas si habla) pero que no se le ocurriría ni
remotamente que la vean sin el peinado arreglado; y se pone extremadamente
furiosa si así no sucede. Y estamos dando ejemplos límites justamente para
recordar que del imaginario engañoso nadie está a salvo, ni siquiera los mas caídos.
Mencionemos que lo peor de todo esto puede ser cuando el vínculo con el otro comporta la
guerra entre los dos imaginarios. Porque una cosa es caerse cuando levanto la razón de mi deseo, y otra cosa es
patearlo o eyectarlo para que mi
imaginario gane. Una cosa es engañarse,
amando para ser amado, pensando en el otro, en el caído, y otra cosa es amarse
tanto que no podemos dejar de pensar en nosotros mismos y, al ver caído al
objeto de nuestro deseo, y sabiendo que sí podemos levantarlo sin terminar en
un hospital, huir o doblar la apuesta por quien la tiene más larga. Ciertos sujetos no tienen ningún inconveniente en enunciar con total enfásis: "Yo no voy a permitir que vos..." Es decir: "...que vos la tengas más larga" confundiendo Dignidad con Narcisismo, atrapados totalmente en el imaginario.
Un análisis implica inclinar el espejo plano para que el sujeto escuche su deseo, mas allá de su (i)maginario. Cuando dicho espejo se inclina, el (A)nalista se barra: eso implica angustia, ya que el Padre que le conviene al neurótico es el Padre Muerto, y -como sabemos- si el Otro se barra, es porque tiene un hueco, una falta, es decir, porque desea. Por eso siempre es ¿mas cómodo? lo carnal -vía el goce meramente imaginario-que recorrer el camino de la Ley. Si el otro no habla, está muerto; si habla, yo estoy en problemas. (De ahí que al comienzo prologué esto con la anécdota de Otro que pide, que se muestra barrado. Pero, qué alegría que –pidiendo- podamos entre todos compartir una clase tan divertida.)
Un análisis implica inclinar el espejo plano para que el sujeto escuche su deseo, mas allá de su (i)maginario. Cuando dicho espejo se inclina, el (A)nalista se barra: eso implica angustia, ya que el Padre que le conviene al neurótico es el Padre Muerto, y -como sabemos- si el Otro se barra, es porque tiene un hueco, una falta, es decir, porque desea. Por eso siempre es ¿mas cómodo? lo carnal -vía el goce meramente imaginario-que recorrer el camino de la Ley. Si el otro no habla, está muerto; si habla, yo estoy en problemas. (De ahí que al comienzo prologué esto con la anécdota de Otro que pide, que se muestra barrado. Pero, qué alegría que –pidiendo- podamos entre todos compartir una clase tan divertida.)
A la abuela René (y a su falta real) y a su
caído (su falta imaginaria) dedico pues estas líneas...
marcelo augusto pérez
El modelo óptico de Lacan y la abuela René.
Buenos Aires / VIII / 2013.
ARTES VISUALES:
Paul Gauguin
[ París, 1848 -Islas Marquesas, 1903 ]
Van Gogh pintando girasoles.