El amor imposible
Ninguno de los dos quería
–inconscientemente- una relación estable: estaba comprobado, una y otra vez, por
los mismos desenlaces y los mismos reinicios.
El problema era que –concientemente-
sí querían. No sabían bien
porqué, no querían. Y sabían muy bien porqué, sí querían. De todos modos,
barajaban hipótesis.
,
No querían porque no creían en lo eterno. Y sí querían porque ese amor les parecía infinito.
No querían porque no creían en lo eterno. Y sí querían porque ese amor les parecía infinito.
.
No querían porque eran poetas,
voladores, surrealistas, incluso fieles emisarios de la traición. Y sí querían
porque cuando estaban juntos, panza con panza o panza con espalda, sólo
pensaban en ellos y podían incluso mostrar la peor alimaña si algún intruso
cercaba el vínculo.
.
No querían porque la rutina los
mataba; las reuniones familiares les parecían espantosas; y la salida con los
sobrinos respectivos les hacía pensar la locura de criar futura progenie. Y sí
querían porque cada vez que se besaban, cada vez que penetraban carne con
carne, sólo pensaban en juntar fluidos para quedar acuñados por siempre.
,
No querían porque ninguno de los dos
podía sostener al otro: ambos se impotentizaban con demandas fútiles y vacuas,
pero amorosas al fin; y mientras uno la impotentizaba negándole protección, la otra lo
impotentizaba negándole el hogar. Y sí
querían porque cada vez que levantaban sus copas para el brindis, sus miradas
tiernas y limpias potentizaban cualquier posible descuido. (Ambos sabían de su
síntoma: ni éste estaba dispuesto a seguir pagando el precio de ese amor; ni aquella estaba dispuesta a pensar menos en sí misma.)
.
No querían porque cada discusión
terminaba en riña, en escándalo, e incluso en resentimiento
infinito. Y sí querían porque cada vez que el sexo los unía, sentían que ningún
otro ser podría reemplazar esa piel, esos olores, esa frescura insolente, y ni
siquiera esos murmullos arrolladores mezcla de llanto y de goce.
No querían porque estaban cansados de
humillarse frente a parientes y amigos; cada vez que había que declarar el
divorcio. Y sí querían porque estaban orgullosos de exhibir tanta alegría y
tanto fuego cuando eran felices juntos.
.
No querían porque deseaban un
proyecto a largo plazo, y se pensaban inmortales. Y sí querían porque,
pensándose mortales, deseaban vivir el hoy.
.
No querían porque ella deseaba ser reina,
y terminaba siendo paje. Y sí querían porque él se sentía reinar cuando ella lo
esperaba.
.
No querían porque él deseaba ser rey,
y terminaba desvalorizado. Y sí querían porque ella era más que princesa en el
imperio de sus ojos.
.
No querían porque apostaban a la
pasión permanente. Y sí querían porque apostaban a la pasión permanente.
.
No querían porque sí querían. Y sí
querían, porque no querían.
.
.
.
map
el amor imposible
junio / 2013
ARTE:
Jeannie Lynn