Demanda (de amor) y Deseo
Por mas que la madre afirme
poder decodificar los gritos o el llanto de su bebé, la necesidad, al
pasar al campo de la demanda, se extravía. Por eso Lacan habla de un
sujeto mítico de la necesidad. Al ponerle la cuestión en palabras, se
produce un desgarro respecto al objeto de la necesidad.
(...)
El
animal hinca el diente en su presa cuando tiene hambre; para el ser
hablante las cosas no son tan sencillas (...) El ser humano, por más
hambre que tenga, no hinca simplemente los dientes.
Podemos
tomar como ejemplo a una pareja, supongamos que ella es histérica y el
obsesivo, son parejas que habitualmente se forman. (...) Si el obsesivo
y la histérica se suelen encontrar es debido a como la demanda del Otro
toma función de objeto en sus fantasmas, pero los desencuentros también
vendrán por este lado; lo mismo que atrae puede tornarse insoportable.
Tomemos, entonces, una pareja como ejemplo. Se encuentran para salir
juntos, él no sabe adonde ir primero, ella propone ir a comer y en el
momento en que le entregan el menú comienza el dilema. Ella no dudará,
pedirá quizás lomo al Strogonoff o pollo al champignon, o... "¡mejor
hubierámos ido al cine!": la impotencia, mas que el postre de la cena,
será la entrada. Con esto mostramos el desajuste que muestra que la
necesidad ya no es tal, y que en la demanda hay algo que no entra.
Hay
un resto, algo no articulable en la demanda y es lo que llamamos con
Lacan objeto a. Permite comprender como en esa diferencia entre la
necesidad y la demanda se juega el deseo, cuya causa es precisamente ese
objeto a. Mas allá de esa dificultad paea satisfacer la demanda del
Otro, al procurar hacerlo eleva todo el asunto al rango del amor, la
respuesta puede considerarse una prueba de amor del Otro. Por eso la
demanda, además de procurar dar cuenta de una necesidad, también implica
una demanda de amor.
Luis Darío Salamone
Los tropiezos del deseo
Fuente: Actualidad Psicológica, nro. 418
Buenos Aires, mayo / 2013
ARTE:
Ernesto García Peña
Cuba