El otro y su castración






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En la isla de Vancouver, cuenta Ruth Benedict, los indios celebran torneos para medir la grandeza de los príncipes. Los rivales competían destruyendo sus bienes. Arrojaban al fuego canoas, su aceite de pescado y sus huevos de salmón; y desde un alto promontorio echaban a la mar sus mantas y sus vasijas. Vencía el que se despojaba de todo.


Eduardo Galeano 
Los Indios/4
El libro de los abrazos, 1989.-
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