Amores Frustrados, y de los otros... Goce/Castración/Amor







Estimado Marcelo (…) mi pregunta apunta pues a poder entender –por decirlo así- si mi pareja (que según me dice discute conmigo igual que discutía con su madre) de alguna manera no está en la posición de Hijo-de.  Es obvio que yo me instalo en el de Madre-de, verdad? Y por otro lado: ¿es un hijo que no termina de “adoptarme”? Como escuché de usted que alguna vez dijo que son los hijos quienes adoptan a sus padres… Gracias (…) G.L.P. / Buenos Aires.


HOLA; Sí  Gladys, es cierto, cada uno se instala en roles, pero ese no es un problema, de hecho no hay otra posibilidad que ubicarse en relación a esa díada; y -por otro lado- para discutir es necesario dos. Ahora:

Que un hijo discuta permanentemente con su madre no quiere decir que no la esté adoptando, sino incluso todo lo contrario: que -después de la alienación- necesita separarse... Es índice de que la relación está fortalecida, por eso el niño (que es siempre muy sabio) puede percibir con quien de los dos se aliena al imaginario... es muy común, por ejemplo, que el niño no discuta demasiado con el padre que siempre está fuera de casa: allí el niño percibe la necesidad de no perderlo, por lo tanto "cuida" y cede, no discute. En cambio es mas común que los niños discutan permanentemente con la madre o con las personas a quien ve mas, con quien convive mas afianzadamente; allí el niño percibe que el vinculo está mas afianzado y no tiene miedo a la pérdida. Ahora: de ahí a pensar que vínculos en permanente tensión agresiva son un standard, eso es otra cosa. Es obvio que la tensión agresiva es intrínseca de los vínculos, sobre todo si los sujetos se parecen sintomáticamente (recordemos el ejemplo de los boxeadores, donde para que exista la tensión (y la atención)  es necesario que ambos sujetos tengan las mismas características), pero esta obviedad que ya Lacan ha estudiado en sus dos escritos La Agresividad en Psicoanálisis y El Estadio del Espejo..., no significa que despliegue sus mejores augurios; de hecho termina desgastando la relación. Es decir pues: que un vínculo este inconscientemente adherido a un lazo imaginario fuerte, no quiere decir que simbólicamente sucumba a su sepultamiento. Aquí, creo, tendríamos que incorporar la variable amorosa: sólo a partir de la castración de cada sujeto será posible volver a elegirse. Una madre puede discutir muy fuerte con su hijo, enojarse, etc.; pero deberá castrar su narcisismo y, por ejemplo en el momento de que llegue la hora de llevarlo a la escuela, acompañarlo. (Doy este ejemplo porque justamente hace días una analizante lo dió hablando de la relación patológica que su hermana tiene con su hijo (el sobrino de la analizante). Sería rídiculo que los padres discutan y después prolongen la disputa y accionen en consecuencia... claro que acá hablamos de roles, de pareja.





Con respecto a tu pregunta: habría que ver que se está trasladando (desplazando) y demandando en esas "puestas en escenas".  Recuerdo que un analizante se quejaba de que su pareja le pedía ciertas cuestiones domésticas (que se encargue a veces de la limpieza, que saque a pasear mas seguido a la mascota, etc.) pero ella no podía ver lo que era realmente una demanda incosciente (ya que lo que le pedía su pareja era en si un pedido conciente). Ella en cada discusión se brotaba y no solamente terminaba rompiendo platos y platillos sino que se iba a la casa de su mamá... bien, rápidamente en análisis salió la demanda que, como todo demanda, es inconsciente: lo que ella reclamaba era que él la aloje. Así de simple. Porque nunca terminaron viviendo en una casa en común, sino que vivían en casa de su suegros. Lo que ocurría que -en función de estos mecanismos de ambos, intermitentes y repetitivos- su pareja tampoco podía sostener esa demanda puesto que la analizante siempre terminaba haciendo el mismo acting. Lo interesante de esto es que mientras ella decía que él demandaba (cuando en realidad lo de él era un pedido puntual), no advertía que en su acting (el de ella) estaba la verdadera demanda.


Otro ejemplo: un analizante cuenta que su ex le pedía todo el tiempo que le de la mano en la calle, que no tenga vergûenza, y –sobre todo- que le diga “te amo” (él nunca lo pudo decir en más de diez años de relación). En análisis el analizante advierte el desplazamiento de ese silencio: nunca había escuchado decir “te amo” entre sus padres; ni tampoco había percibido muestra de cariño entre ellos; pero lo más inconsciente es que entre él y su madre tampoco hubo lo que él, fantasmáticamente, podría considerar amor; sí cuidado, sí atención, pero no actos de afecto más directos. Entonces él desplaza en su ex esa renuncia que sintetizó diciendo: “cuando yo llevaba flores, escondía el ramo atrás y hacia abajo…”  dando incluso ejemplos de cómo miraba a los enamorados o cómo los escuchaba hablar mimosamente por la calle o por teléfono, subestimándolos. 

Es milagroso que hoy ciertos sujetos no sólo puedan admitir esto y querer cambiarlo, sino que a pesar de sus historias (frustradas) de amor primario (con y entre sus progenitores) se animen a llevar las flores orgullosos de ser amantes y de ser amados.  Por eso siempre cito los versos Borgeanos cuya genialidad e ironía aparece, a mi juicio, en el verbo final: "Dichosos los amados y los amantes, y los que puedan prescindir del amor". Saludos, map.



ARTE:
Oswaldo Guayasamín 
Quito 1919 / Baltimore 1999

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