Relatos Breves












No entendía por qué no podía aullar como los amantes de la pared de al lado. No entendía que, de tanto oírlos, había aprendido a aullar como los perros, y como los locos que se miran la garganta en los espejos, y como los trenes cuando pujan los vientos de la noche, y aún como Vallejo cuando le pegaban duro con un palo y duro también con una soga, y sin embargo, sin embargo no podía aullar como los amantes de la pared de al lado. No entendía por qué los aullidos de ellos resonaban tan armoniosos y los suyos tan monocordes. No entendía que los amantes de la pared de al lado aullaban en dúo, como Tosca y Cavaradossi, Aída y Radamés, Andrea Chenier y Madeleine de Coigny.  No entendía que en los tenores solitarios la ausencia de soprano engendra sólo aullidos de dolor, es decir, de perro, de loco, de tren o de Vallejo. No entendía nada de aullidos de placer. No entendía nada de ópera. No entendía nada de amantes. No entendía.

Eugenio Mandrini
No entedía


Cuando usted sale de su casa obsesionado con la idea de comprarse un espejo, se puede decir que ha dado por primera vez un gran paso en su vida. Pero si además de dicha decisión descubre que no desea un espejo cualquiera, sino uno especial que se adapte a su temperamento, su carácter y su figura, se podría decir que usted sabe lo que quiere de la vida. Y si después de recorrer toda la ciudad, de pronto se descubre en un viejo barrio judío discutiendo el precio de un insignificante y carcomido espejo, usted pensará que la vida y el destino han sido pródigos al brindarles esa oportunidad. Y si al llegar a su casa con el espejo va directo al baño, lo cuelga, lo cuadra y luego se mira durante un largo instante en él, tratando de encontrar su imagen que no aparece por ningún lado, entonces usted tendrá que aceptar la realidad de su muerte.

Harold Kremer
Espejo



Qué pasó con usted. Por qué tan silencia. Tan sin ninguna palabra. Como si la iguana le hubiera comido la voz. Como si le hubieran puesto algodones en el esófago. Como si mis manos le estuvieran apretando el cuello. Como si le pusieran sobre la cara una almohada. Como si la fuéramos a enterrarla mañana.
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Guillermo Samperio
Silencia



Textos incluidos en:
Por Favor. sea breve 2
Antología de microrrelatos
Ed. Páginas de espumas
Madrid / 2009

ARTE: 
Till Rabus
[ Neuchâtel, 1975 ]

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