El Otro, el otro y la sal de la vida...
La Sal de la Vida; Tassos Boulmetis; Grecia, 2003
Martín Heidegger nos recuerda que la
filosofía habla en griego. En este film se juega mucho con las palabras y
hay una filosofía que empuja con su discurso: “Gastronomía es una palabra que encierra otra: astronomía” –
Así repite el abuelo de Fanis para que su nieto comience a vislumbrar
que en cada cosa hay un interior relacionado; y que el cosmos –como su
etimología lo indica- es un orden. Dicho orden puede hacerse generoso de
aromas y sabores.
El director cuenta una historia cuasi-real surgida a partir de los acontecimientos entre Turkía y Grecia. Divide la escena en tres: los platillos; el plato principal y los postres .
Y, como toda división, auspicia la disputa de otro orden –socio
político- en donde los sujetos se separan a costa de tributar un espacio
ideológico para un gobierno de turno, para un Ideal elevado –llamémosle
Jehová, llamémosle Alá- o (como lo piensa Eduardo Galeano ) para el dinero en juego del momento: esto es, para el robo.
Más allá del plano sociológico que podamos
analizar en esta excelente obra –harto más de novela poética que de
deslumbrantes actuaciones- podemos entroncarnos al plano freudiano de su
problemática. Hay varias; pero me gustaría tomar un único eje: el de la
agresividad; es decir, el del semejante.
Los platillos :
Estamos ante la cuestión imaginaria del otro: del prójimo. Un otro que
también está recortado, siguiendo a nuestro maestro J. Lacan, por las
tres pasiones del Ser: amor, odio e ignorancia. Otro, pues, que nos
enfrenta con nuestras mismas vicisitudes, con nuestras mismas
imposibilidades, con nuestros propios síntomas. Ese imaginario se anuda
con lo real del goce: la pulsión que subyace en las proximidades mismas
del Tánatos; y con lo simbólico de su palabra que otorga el lugar
significante para apoderarse de esto que llamamos Vida. Vida, en lo real; Cuerpo, en lo imaginario; Muerte, anudando a los dos registros anteriores: no llamó en vano Lacan Muerte al registro simbólico. No sólo por tratarse de la “muerte de la Cosa” – Das Ding -; no sólo porque la Palabra “mata” el cacho de carne y lo corpsefica ; sino porque es a partir del Discurso en donde la confusión comienza y en donde los Seres Parlantes
ya no saben qué demandan ni cómo. En el “cómo” se concentra la
problemática de este introito. La guerra es, sin más, una forma
inadecuada de abordar lo simbólico; es el triunfo de lo imaginario
golpeado por lo real. Pero lo real está oculto. “Lo oculto -el abuelo le enseña a Fanis- es lo que a la gente le seduce: como la sal de las comidas…” Griegos otra vez: Heráclito pronunció “ a la Naturaleza ( Physis ) le gusta ocultarse”. Heidegger nos enseñará qué es esto de la Alétheia –que juega con Idéa y con la koinonía - el des-ocultamiento que cualquier analista deberá producir por detrás del síntoma.
El plato principal : El Ser Hablante
construye su cuerpo, su imaginario, a partir de un trenzado
simbólico-real (por eso R. Harari en su último Seminario Oral nos
recuerda que el Cuerpo es un juego homofónico entre encorps y encords: es un encordado.) Pero este imaginario piensa desde lo simbólico. A diferencia de la Physis ,
la Idea –según los griegos- es lo que se ve. El sujeto, desde su
palabra, soporta un cuerpo, un espacio, una geometría, un país; que
–muchas veces- auspicia de enemigo. Como dice Lacan en la clase del 16 de marzo del Seminario sobre El sinthôme ;
al sujeto –le gusta mirar su imagen. Como propuso Freud –sin conocer a
Saussure-; pensamos con palabras. El lenguaje es re-presentación del
pensamiento. El lenguaje no es un órgano. Es la condición previa al
surgimiento del sujeto y, como tal, es lo que lo condiciona. Es también
el a priori de lo inconsciente. Ahora: la máxima del
Cristianismo: “amarás al prójimo como a ti mismo” –siguiendo a Lacan- se
funda justamente en este amor del sujeto para con su propia imagen.
Pero… el prójimo se construye a partir de una óptica imaginaria; es decir
que lo imaginario, como valor instituyente y estructurante, toma el
color del semejante como un mero espejismo. El estadio del espejo
de Lacan quiere decir que la formación de cada “yo” del sujeto es una
construcción que depende del otro y que, entonces, ese cuerpo se
proyecta y se sostiene en una superficie que no es propia: parafraseando
a Rimbau: “yo es otro” .
Ahora bien; en esta dialéctica –al mejor estilo Hegeliano del Amo y del Esclavo- se instituye la alienación y la expulsión (separación o –en términos de E. Levinas- exteriorización) en donde deben ¿adecuarse? las disyuntivas de la pulsión. El juicio intelectual ¡oh casualidad!, volvamos a Freud ; incluye un mecanismo de denegación adyacente. Como lo pronuncia Hegel: la síntesis es la negación de la negación. Pensamos con palabras; recordemos. Recordemos entonces que las palabras también nos ex – pulsan o nos invitan a presenciar la opacidad del ser.
Desde lo sociológico, como también nos
recuerda Eduardo Galeano, cuando algo difiere de la adecuación entre la
propia imagen y la del otro; algo también comienza a perder-se y –por
eso- el sujeto se asusta y comienza a pedir que todo se adecue a su
percepción egosintónica. Digamos, simplificando, que el sujeto agrede al
otro cuando el otro es diferente. Si el otro es diferente a mí, si la
Palabra del otro no coincide con mi batería de códigos; si el lenguaje
del otro no significa nada para mí; entonces el otro es un enemigo;
entonces al otro no lo amo, lo odio. Claro que, saltando umbrales; aquí
entraríamos al aspecto del planteo que la Ética nos acostumbra con sus
preguntas: ¿por qué matar al otro cuando el otro es diferente? Pero
incluso: ¿diferente de qué? No sin duda de él mismo; esto se percibe
desde el vamos. La diferencia comienza a marcarse en el radicalismo de
su intelecto; es decir, de su bagaje de palabras; y aquí volvemos
entonces al marco psicoanalítico.
Los postres : En el amor, el
uno y el otro afirman su existencia. El amante sufre cuando no puede
poseer la figura del amado (recordemos las palabras de R. Barthes o incluso las de S. Freud ) ¿Y en el odio? Sabemos que el Ser Humano
no sobrevive sin un Otro que lo reconozca en su existencia; no sólo que
lo cuide –esto es un mero artificio de enfermería que no sirve por sí
sólo- sino fundamentalmente, que le hable: que le dé la Palabra. Esto
llevado al plano político, socio-ideológico, y de este film; hay que
leerlo como epílogo paradójico. Fanis, el protagónico, se dá el permiso
de humanizarse pese a las demandas y pre-conceptos de sus pares: se da
el permiso de cocinar (aunque lo supongan homosexual y le cierren la
cocina con condados); se da el permiso de conjugar Nombres Propios en
vez de verbos (aunque su maestra lo delate ante su padre); se da el
permiso de mezclar cebollas con helio y frutillas con nubes.
Cuando la humanidad ya no permite que sus hijos vistan zapatillas y usen barba sino uniforme militar con sombrero alto; o cuando ha reemplazado el sentimiento de la risa por un revólver (en este film se nos recuerda otra connotación y se refiere al verbo “re-volver”) algo marcha mal en el orden de la semejanza-diferencia. Basta recordar al genial G.Tabori cuando en “Mein Kampf, una farsa” concluye con una ironía en forma de chiste (doble semantización) que nos habla de lo injusto, incoherente y doloroso que puede llegar a ser vivir sin humor; excepto –claro- que cuando uno quiera reírse; los clavos de la cruz le produzcan dolor.
Cuando la humanidad ya no permite que sus hijos vistan zapatillas y usen barba sino uniforme militar con sombrero alto; o cuando ha reemplazado el sentimiento de la risa por un revólver (en este film se nos recuerda otra connotación y se refiere al verbo “re-volver”) algo marcha mal en el orden de la semejanza-diferencia. Basta recordar al genial G.Tabori cuando en “Mein Kampf, una farsa” concluye con una ironía en forma de chiste (doble semantización) que nos habla de lo injusto, incoherente y doloroso que puede llegar a ser vivir sin humor; excepto –claro- que cuando uno quiera reírse; los clavos de la cruz le produzcan dolor.
Muchos autores filosóficos -Agamben, el ya
citado Lèvinas, Lyotard y otros tantos- han tomado el tema de la
diferencia antropológica, social y hasta discursiva. Sabemos, con
Lèvinas, que “la ética precede a la ontología” –esto es: la ontología
está pensada como borde de la metafísica-; y que la alteridad incluye la
Identidad y la diferencia. Esto nos lleva a pensar que la relación con
el Otro es la Interpelación: el Otro me convierte en responsable por el
solo hecho de darme la palabra; por el mero acontecimiento de golpear
–como huésped- a mi puerta. El Otro me in-voca ; me liga: recordemos que Religión viene de Re-ligiere .
Con Georgio Agambem aprendimos que holocausto (con su idea intrínseca
de culpa) no es lo mismo que Campo de Exterminio (término que él
prefiere) y también sabemos que la Justicia no va de la mano del Derecho
(en términos de Derecho siempre es poco para la sed humana de
Justicia). Sigmund Freud ha señalizado también que el Malestar de la
Cultura produce apetitos inmoderados e incluye la mirada del otro como
seductora y como intrusa. Esto se termina de organizar en la obra de
Lacan.
El otro –en definitiva- es, como también lo
piensa Lèvinas, aquel que me “autoriza” a poder matarlo o silenciarlo.
Pero Lacan nos dejó algo más: toda agresividad quiere decir “un golpe a tu prójimo es un golpe a ti mismo ”; y esto (que vuelve a reflejar al propio cuerpo -la propia imagen- proyectado en un otro-espacio) está en la base de la paranoia de autopunición : el asesinato no es mas que un suicidio proyectado.
Desde el Jesús de Palestina hasta hoy, la
cultura de occidente re-conoce una manera de relación existencial que
basa su operatoria en el accionar de la molécula Cristiana: “amarás al
prójimo…”; pero quizás el error –al menos desde la visión
psicoanalítica- siga en pie. Como nos recuerda Isidoro Vegh; la
corrección, aunque sutil, es necesaria y de orden ético, porque hace
condescender el goce al deseo: “amarás al prójimo como a tì mismo… por lo que no es, por lo que no tiene.”
Marcelo Augusto Pérez
www.psicocorreo.com.ar/sal.html
ARTE:
Alejandro Sordi
Alquimia
Lápiz color sobre papel
www.alejandrosordi.com.ar
ARTE:
Alejandro Sordi
Alquimia
Lápiz color sobre papel
www.alejandrosordi.com.ar