Verdad
Nació una leona con ojos celestes. Hasta
entonces los ojos de las leonas eran pardos o amarillos. El nacimiento de Liora alteró a la manada.
¿De dónde venían aquellos ojos desconocidos ? ¿Era realmente hija de sus
padres ? Exceptuando al rey, los leones cortejaban a Liora. Las demás leonas quedaron relegadas y
paseaban junto al río como si ya fueran viejas. El rey sabía que aquello no era
bueno para sus súbditos. Drecretó que Liora no tenía los ojos celestes.
Les fue prohibido a los machos y a las
hembras mencionar el color de los ojos de Liora. Y al río le fue prohibido
reflejarlos.
Los machos simplemente desviaban la mirada o
mentían ; las hembras estaban realmente convencidas de que el color que
veían no era más que una ilusión.
Muy pronto los ojos de Liora dejaron de ser
un impacto en la selva. La propia Liora
olvidó que alguna vez había tenido los ojos celestes.
Un león hermoso, joven y valiente le salvó
la vida dos veces –de los cazadores y de una pandilla de hienas-, construyó una
casa para ella y le ofreció compartir la vida. Liora aceptó y la manada se
preparó para una gran ceremonia.
La boda se celebraría por la noche, y
durante el día llovió en el mundo como nunca antes. El río creció hasta ponerse peligroso. Liora,
nerviosa por el gran evento de la noche, paseaba solitaria junto a la rivera.
La boda nunca se celebró.
Muchos años después, cuando ya era una vieja
leona, aún bella, aquel pretendiente volvió a encontrarla. Liora vivía en un desierto, muy lejos de la
selva donde había nacido, rodeada de oasis que le proveían agua y comida.
Su primer marido, al que conoció ya viejo,
había muerto.
El pretendiente abandonado, también ahora un
viejo león, había llegado hasta aquel sitio porque una terrible hambruna
azotaba su aldea. Pero cuando vio a
Liora supo que, más que comida, lo que allí encontraría sería la explicación a
aquel episodio desdichado de su juventud.
Quizás el más desdichado de su vida.
-¿Escapaste con uno más joven ?-
preguntó el león. ¿Más bello, que hizo más por ti ?
-Escapé con uno más viejo- dijo Liora-. Más
feo, y que no hizo nada por mí.
-¿Quién era ?
-No era de nuestra tribu. No conocía a
nuestro rey. Lo trajo el río, llegó subido a una gigantesca planta. Y
simplemente me dijo : tienes los ojos celestes.
-¿Y eso te enamoró de él ?
-No. Yo me enamoré de la verdad.
Marcelo Birmajer
Fábulas animales
Microrrelato,
publicado en :
Diario
Perfil, Bs. As., 23 / julio / 2006