Los lugares simbólicos
Cuando un ser humano se convierte en padre, no está
subjetivamente en un lugar automático de padre frente al recién venido, sino
que debe conquistar ese lugar renunciando a su propio estatuto de hijo. Dicho de otro modo, debe morir en su
condición de hijo para cederla a su hijo.
Contrariamente a las apariencias, esto no es algo obvio; este balanceo
no puede cumplirse más que si ya su propio padre había cedido su lugar de hijo,
y así sucesivamente. Ahora bien, esto no
puede hacerse, y el lugar del padre no puede ser operante, salvo que el Tercero
social, como garante de todas las palabras intercambiadas, se declare, es
decir, enuncie cuál es la verdad de ese lugar, de ese puesto, poniendo en
escena precisamente la imagen institucional del Padre. (…) El juego de la
imagen fundadora se encuentra falseado cada vez que, para una nueva generación,
el padre no ha renunciado a su posición de hijo.
Para un padre, seguir siendo hijo significa, con respecto a
su propio hijo, dirigir a éste una demanda de hijo, o dicho de otro mlodo,
ponerlo en el lugar de padre.
Pierre Legendre
El crimen del
cabo Lortie
(Tratado sobre el Padre)
Extracto Cap. 2 / Ed. Siglo XXI / 1994