Lo feroz del sujeto




Los niños hablan brutalmente, puramente, y expresan también ferozmente lo inconsciente más arraigado de la estructura. El narcisismo, que permite que un sujeto haga el amor y también haga la guerra, se estructura desde la infancia en escenas que luego los adultos evocaremos tamizado por un discurso más disimulado. Pero a veces el secreto se hace patéticamente nítido.

Nadie mas narcisista que un niño: su descansar (con todo lo que ya sabemos significa dormir: puro centramiento en sí mismo representado por los sueños en donde hacemos lo que se nos place, es decir: puro goce), sus juegos que lo aíslan de la realidad, su virtual espejismo por la indefensión e inseguridad en que se encuentran y -por ende- su consecuente abrochamiento a los significantes del otro, en fin... Sabemos que cuando un niño habla (cuando un neurótico habla) va a expresar en algún momento el leitmotiv que lo guía: eje que siempre nace y termina en el narcisismo; por eso -como digo a veces- si el psicoanalista no toca el narcisismo del sujeto, lo que menos hace es psicoanálisis.

Valgan estas tres breves viñetas para reirnos y reconfirmar la genialidad de Freud y de Lacan que escucharon en su clínica (de adultos) estas y otras brutalidades del discurso, aún con los artilugios neuróticos que a veces impiden que sean tan a cielo abierto.

El primer ejemplo lo trae una colega de un grupo de estudios. Nos dice que falleció la madre de su esposo y que su nietito se acercó al nuevo portarretratos de la bisabuela y, observando tiernamente el mismo y después de pensar unos segundos, va a enunciar -en una simple frase- lo que Lacan pudo articular no sólo cuando dijo que el discurso llega del Otro en forma invertida, sino cuando nos recordaba que no hay nada que haga movilizar al sujeto que no comience y termine en su narcisismo.  Entonces, y recordandónos también que frente al ataúd el sujeto que llora al muerto lo llora por él, y no por el muerto (al igual que toda castración es siempre por uno, no por el otro); el nietito enuncia: “Esta abuela... que tristeza... vos si que me querias mucho...”

El segundo ejemplo es de dos hermanas en plena discusión. No son dos niñas, pero como el sujeto habla sin saber lo que dice, y una de las hermanas es colega, me lo cuenta para reirnos de nuestras imposibilidades... Después de la discusión, la hermana - en fuerte rol victimizado y después de llorar bastante - seca sus lágrimas y por fin entra en tregüa.  Entonces mi colega observa que hay café hecho sobre la mesada y dice que va a servir un poco para todos... La hermana, que ya se había olvidado de la lucha y usufructuando de su victimidad y como corresponde a quien sólo piensa en sí mismo sin el por favor de rigor, enuncia entonces: “No. A mi preparame un té.”

Último ejemplo: se trata de una pareja en plena discusión.  Nos demuestra que con tal de querer "tenerla más larga", el sujeto es capaz de hacer (de construir un síntoma) o de decir ( de poner en acto su fantasma) lo que sea...

Uno de ellos sufre una semi parálisis lingual (posiblemente por una hipertensión concomitante y seguramente por la histeria estructural del mismo sujeto: brote que ya habla de cómo "necesitar" la atención se juega en la demanda misma y que en dicha demanda está ímplicito la necesidad de protagonismo) y pide reiteradamente que se acabe el debate.  El otro sujeto insiste en poseer el dominio fálico: sigue discutiendo, avanza más allá de todo y, como no hay narcisismo más puro que un masoquismo bien entendido (el nivel de narcisismo es tan grande que hasta la acción contra el propio cuerpo es válida si se trata de ser el protagónico), enuncia la triste frase que corrobora que no hay amor más auténtico que el amor a sí mismo: “Frente a esto que vos tenes... yo, ¿Qué tengo que tener?”

¿Hace falta agregar algo? ¡Y despues hay escuelas psicológicas y libros de autoayuda que tienen el CORAJE de hablar de baja autoestima! ¡Grosso Freud!

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Arte:
José M Capitán Del Rio
Granada, España
En sus sueños, con su mundo, a cuestas, despacio.
La luz nunca sirvió para esconderse,
   quien se roba a sí mismo.

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