Libertad







El hombre vivía solo. No tenía muchas expectativas de vida. Iba a su trabajo, volvía a su casa y se quedaba allí. No le gustaba leer ni tenia muchas aficiones.

En su casa tenia un gran jardín y desde su ventanal empezó a ver que en uno de sus árboles había hecho nido un pájaro grande, hermoso y multicolor. El mismo tenía un canto hermoso, volaba todos los días, buscaba su alimento, lo venían a visitar otros pájaros, era un ave grácil, inspiradora.

El hombre se fue hipnotizando todas las tardes con el, todos los fines de semana. Se la pasaba horas y más horas mirando aquella ave hermosa. De golpe se dio cuenta que su jardín estaba lleno de vida, y su existencia también.

Se dio cuenta que quería ese pájaro, necesitaba ese pájaro, y decidió que sería para él. De a poco lo fue alimentando, el pájaro fue tomando confianza al punto que no le tuvo miedo al hombre.
El problema para él era que no lo podía enjaular, era muy grande, y por otro lado verlo en su jardín caminar le llenaba el corazón de sensaciones y sentimientos.

De a poco se dio cuenta que quería tenerlo todo el tiempo a su lado, que cuando el pájaro volaba el se sentía solo, no era lo mismo, se pasaba el tiempo esperándolo.

Un buen día comenzó a temer que el pájaro se escapara, pensó que con tanta belleza y libertad se podría escapar, podría conseguir lugares mejores, jardines más lindos, gente más amable, comida más deliciosa, u otro pájaro que le invitara a hacer nido en otro árbol.

Con lo cual decidió cortarle un poco las alas, simplemente para que pudiera volar pero no muy lejos. ¡Pero Claro!, no muy lejos… con que se fuera a 100 metros para el seria lejísimos. Con que se fuera sería demasiado lejos.

El pájaro, estaba a gusto, allí tenia su jardín, un hombre que lo amaba, y elegía estar con él, quería estar con el. Era una mas de sus elecciones que lo hacía mas bello, como su canto, su vuelo, su plumaje.

Pero el hombre no podía permitirse semejante riesgo, pensar que se fuera su pájaro mas amado, aquel que todo lo tenía, inclusive su felicidad. Y siguió cortándole las alas, para que no pudiera volar más.

El ave, que amaba al hombre, y no quería verlo triste ni quería que sufriera, fue dejando a este que le cortara de a poco sus plumas. Y así, dejo de volar. Así dejo de ver el mundo con su perspectiva, dejo de ser visitado, dejo de brillar, dejo de cantar… Ya no era el mismo pájaro, pero al menos estaba con el hombre.

El hombre ya no estaba muy contento, el pájaro que amaba ya no era el mismo, ya no cantaba, ya no brillaba, ya no daba vida a su jardín. No entendía porque, pero seguía necesitando ver a su ave, no era como antes, no le transmitía la misma felicidad pero no se iría.

Con el tiempo, sin el glamour de su ave, dejo de ser lo mismo, ya no le atraía verla, estaba allí, echada en el jardín, como triste… como sin vida. Y se fue olvidando de ella. Y mientras olvido, las plumas de ellas crecieron nuevamente… y un día el ave voló nuevamente.

Cuando el hombre volvió de su trabajo, la vio revolotear, vio como el cielo cobraba vida con aquella ave hermosa, como los pájaros volvían, como el jardín se iluminaba de vida… Y vio, también, como el ave se marchó, para no volver.

Emocionado, confundido, aturdido, se pregunto:

¿Como pude dejar de ver su belleza?
¿Como pude arruinar su belleza?
¿Cómo pude quitarle el derecho a volar?

Y se dio cuenta, que la belleza del pájaro radicaba en su libertad, y en su capacidad de elegir, de elegirlo, que la libertad no era una amenaza sino una forma de vida.

Se dio cuenta que no se pude tener nada bello coartándole su libertad, y que no hay nada más bello que ser elegido por alguien que tiene la posibilidad de volar.


Sergio Alonso Ramirez
El derecho a volar

Arte:
Liptuan
Ave Imposible
Dibujo a lápiz, mano alzada.

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