Síntoma y Real
El orden del sentido es propiamente sexual. El saber inconsciente es sexual poque trabaja en el límite del "no hay relación sexual", sobre el borde del agujero del saber sobre el sexo. Hay un goce sustituto del que no hay, un goce de palabras entretejido en el síntoma que llevó a Freud a decir que el síntoma es el goce sexual de los neuróticos.
De ese no saber sobre el sexo no podría hacerse un saber consistente, aún para quienes transitaron la experiencia del análisis y hasta para quienes eligieron ser practicantes. En el primer caso, porque el saber hacer con el síntoma no significa ninguna consistencia de saber y en el segundo, porque el saber del analista no pasa por el saber referencial. Es que si saber y verdad no coinciden, a lo que puede llegar la experiencia del análisis es a que la verdad se dice a medias y el saber está agujereado.
Si el objetivo de la lingüística es el lenguaje, no es el caso para el psicoanálisis, cuyo objeto resulta de lo que el lenguaje ciñe como indeterminado para el ser hablante en lo concerniente a lo sexual. Lo real -por más que se intente positivizarlo- es la imposibilidad de escribir la relación sexual o de establecer una proporción allí donde la indeterminación común del goce para el hombre y la mujer pone un límite. De esto solo sabemos por el síntoma, en la medida que afecta al cuerpo como nudo de goce.
Si el síntoma no cesa de escribirse es porque procede por cifrado. Si habla lo hace solamente de esa manera, ya que lo que trata de curar (para Freud el síntoma ya implica una curación), lo imposible, no puede ser dicho sino a medias con los restos-letras del naufragio del complejo de Edipo.
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Si el síntoma tiene la estructura de lo inconsciente vale la reserva, lo inconsciente tiene la estructura del síntoma. La relación del parlante con lo inconsciente es incurable, independientemente de las vicisitudes de los síntomas, por ende lo sintomático no es eliminable, salvo que consideremos la posibilidad de ser un sujeto asintomático. ¿Pero esa no sería una falsa normalidad?
El síntoma no cesa de hablar, pero la experiencia del análisis es también la experiencia de un tope a ese hablar, y ello es posible -que pueda existir el cesa de escribirse- porque hay escritura y porque ésta conlleva un límite.
El saldo de un análisis no es la obtención de un saber sobre el síntoma, que retomaría el goce de dar sentido, sino un saber hacer con lo que no cesa de escribirse.
Julio Fernández
La orientación real del síntoma
EN: laPsus calami Revista de Psicoanálisis
Nro. 2 Primavera 2011 / Letra Viva / Buenos Aires
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