El YO amenazado...
El reconocido psicoanalista Gabriel
Rolón en un programa de televisión disertó sobre los celos. El entrevistador le pregunto: ¿Que es
lo que pasa por la cabeza de una
persona celosa?, a lo cual G. Rolón le respondió: "Muchas veces caemos en el error
de creer que celar es sinónimo de amor, o sea,
el que ama siente celos, y esto
no es tan así, sucede que cuando alguien cela en realidad de lo que carece es de
amor a si mismo (baja autoestima), entonces todas las demás personas se
vuelven una amenaza."
Este conocido psicoanalista nos
propone un desafío con su interpretación de los celos, al estilo de Descartes
nos podemos permitir dudar, inclusive de la certeza objetiva que enuncia cuando
dice: la persona celosa tal cosa…, ya que hay en las personas una
singularidad que los caracteriza y los hace únicos, y así también sus celos, lo
que celan y como lo celan.
Entonces tampoco podemos decir que la
estructura celosa es así, porque seria caer en una certeza objetiva y olvidar
lo heterogéneo de cada sujeto. ¿Pero podemos pensar que lo que le pasa al
celosa/a es una cuestión solamente de baja autoestima o poco amor a si mismo?,
cuando como psicoanalistas nos topamos en cada análisis con un exceso, o fuerte
espejismo narcisista, cuando sabemos que si de algo padece un sujeto es de su
yo (moi).
Si de algo se queja el sujeto celoso es de
cómo puede ser que el otro partenaire
tenga otro deseo por fuera del uno (sujeto celoso), o sea que en su fantasma
supone que de alguna manera con su única presencia amorosa ya alcanza. Si esto
es coherente en realidad estamos
diciendo que el celoso tiene un narcisismo enorme y una alta autoestima, porque
de alguna manera supone que con su presencia ya completa al otro, entonces el
otro ya no debería desear otra cosa por fuera de su amado.
En términos Lacanianos el amante supone que
puede llenar el vacío del otro, siendo así el falo, si llena la falta,
el amante se pregunta ¿Que necesidad tiene de desear otras cosas? A lo cual se
le respondería: ¡y si!, con uno no
alcanza, el vacío no se llena y por suerte el otro sujeto sigue deseando por
fuera de su amado.
En los fenómenos imaginarios el
celoso parece inseguro, con poco amor a si mismo, con una obsesión por
controlar a su partenaire. Supone que
Aristófanes tenía razón cuando decía que al encontrar la media naranja dos
sujetos se fundían en uno. Pero en el
plano de lo real reniega del hecho de
que el otro siempre esta fallido (en falta), vacío, y por consiguiente el
celoso mismo también, es una manera de renegar de su falta, renegando de la
falta en el otro.
Y aquí no hablamos de baja
autoestima, sino de todo lo
contario.
Sebastián Minuet
El (a)mante y sus celos.
Mayo / 2012