Credo de Poeta
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Los versos que recuerdo son los que en estos momentos les vienen a ustedes a la memoria:
Tú no has nacido para la muerte, ¡Inmortal pájaro!
No han de pisotearte otras gentes hambrientas;
La voz que oigo esta noche fugaz es la que oyeron
En los días antiguos el labriego y el rey;
Quizás este mismo canto se abrió camino al triste
Corazón de Ruth, cuando, con nostalgia de hogar,
Llorando se detuvo en el trigal ajeno. (*)
Yo creía saberlo todo sobre las palabras, sobre el lenguaje (cuando uno es niño, tiene la sensación de que sabe muchas cosas), pero aquellas palabras fueron para mi una especie de revelación. Evidentemente, no las entendía. ¿Cómo podía entender aquellos versos que consideraban a los pájaros -a los animales- como algo eterno, atemporal, porque vivían en el presente? Somos mortales porque vivimos en el pasado y el futuro: porque recordamos un tiempo en el que no existíamos y prevemos un tiempo en el que estaremos muertos. Esos versos me llegaban gracias a su música. Yo había considerado el lenguaje como una manera de decir las cosas, de quejarse, o de decir que uno estaba alegre, o triste. Pero cuando oí aquellos versos (y, en cierto sentido, llevo oyéndolos desde entonces) supe que el lenguaje también podía ser una música y una pasión. Y así me fue revelelada la poesía.
Jorge Luis Borges
Credo de Poeta
Arte Poética, Seis Conferencias
Editorial Crítica. Barcelona, 2001.
(*) John Keats / Oda al Ruiseñor
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