La ruina del instinto / Senderos del análisis: Isidoro Vegh
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Con la ironía y el semblante afable que lo caracteriza Isidoro Vegh expone en estos párrafos que recorto, cómo el hecho de ser sujetos del lenguaje nos introduce desde el vamos al campo de la Pulsión y cómo el APREMIO que caracteriza a la Pulsión ("Llego a casa y de pronto abro la heladera y como aún fuera de las reglas sociales, de las reglas de la mesa, aprovechando que nadie me mira, y no puedo parar. Voy a dar un exámen y de pronto tengo que salir corriendo al baño.") hace que el Sujeto se afanise, perdiendo la brújula de su deseo en pro de un goce que también hace su impronta con la llegada del Significante.
Con la ironía y el semblante afable que lo caracteriza Isidoro Vegh expone en estos párrafos que recorto, cómo el hecho de ser sujetos del lenguaje nos introduce desde el vamos al campo de la Pulsión y cómo el APREMIO que caracteriza a la Pulsión ("Llego a casa y de pronto abro la heladera y como aún fuera de las reglas sociales, de las reglas de la mesa, aprovechando que nadie me mira, y no puedo parar. Voy a dar un exámen y de pronto tengo que salir corriendo al baño.") hace que el Sujeto se afanise, perdiendo la brújula de su deseo en pro de un goce que también hace su impronta con la llegada del Significante.
Es decir, cómo la Pulsión y la Demanda (del Otro) se juega en la dinámica que estructura el nexo del Sujeto con sus objetos y sus intenciones. Sabemos que los ejemplos que indican la brecha -el boquete abismal- que nos separa de los animales, son infinitos; pero sólo podríamos pensar -como aclara aquí I.Vegh- en un modelo preciso: la guerra: los Sujetos pueden morir entre ellos y no precisamente por un cacho de alimento.
Y justamente porque no es lo mismo alimentarse que comer, el sujeto puede -en determinados momentos de su vida- ver pero no mirar, oir pero no escuchar, tocar pero no sentir, juntar los labios pero no besar...
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¿Qué descubrimos nosotros? Que pasan cosas raras, que con la pulsión –cuando decimos la pulsión oral por ejemplo- hay una fuerza, un empuje, en alemán se dice Drang, que no funciona acorde con las reglas de una pura biología, comandada tan sólo por el orden de la vida. Yo planto trigo, pongo los fertilizantes necesarios, hay sol suficiente y el agua necesaria, el trigo crece, da sus granos. El ser humano come todos los ingredientes que necesita, una dieta balanceada, sabe que es necesario, termina de comer, ¿y qué hace?: -“¿Tomamos un cafecito?” –“¿Por qué, si ya comiste?” –“¿Y una copita de cognac?” –“¿Querés un cigarro?” –“¿Lemoncello?” –“Bueno, es el día de la madre, brindemos, champagne.” –“Yo traje una tortita.” Entre una cosa y la otra, ya son las cinco de la tarde. –“¿Alguien trajo factura para el mate?”. ¿Qué pasa con ese empuje que, a pesar de lograr su satisfacción, persiste? ¿Por qué persiste?
Vamos a otra. Se dice que la pulsión apunta a un objeto… Podemos hacer perfectamente una dieta balanceada. O si quieren tomemos otra pulsión para no aburrirlos con la misma. Por ejemplo, ingenuidad de pequeños burgueses, intelectuales honestos. Yo voy a votar a X –no digo el nombre para no ofender a nadie- porque X me da la garantía que siendo millonario ¿para qué va a robar? Se ríen… se ve que X les rompió bien el culo. ¿Y por qué va a robar X si ya tiene tanta plata? ¿Se puede comer con dos tenedores? Pongamos que querés ir todos los días, como acostumbraba Ives Montand, a Maxims. Sale caro, pero hay mucha gente que puede. Esos, ¿dejan de preocuparse por ganar más dinero? No, al contrario. ¿Para qué? ¿Para conseguir, como la duquesa de Alba, un tipo más joven? Con mucha menos fortuna lo conseguís. No hace falta tanta para eso. Yo tengo un amigo que me decía: “Y, yo junto unos mangos Isidoro, ¿sabés para qué? Cuando sea viejito, ¿cómo hago para estar con una piba joven?” Pero no hace falta tanta guita para eso. Hay bastante competencia. Aparte, ¿con cuántas puede estar por semana? Vamos, que diga la verdad. Por más que le dé al Viagra. ¿Por qué no se calma su codicia?
(…)
El genio de Freud nos dice que la pulsión, por ejemplo, oral, uno diría que se satisface con la panza llena; no, dice, se satisface con el borde de los labios, en el enclave de los dientes, no tiene nada que ver con el estómago, el esófago, la faringe, el intestino grueso, el delgado. Con la pulsión anal, lo mismo, ¿dónde está el disfrute? Cuando uno hace sus necesidades cada mañana, uno ni se entera lo que se está procesando en el estómago, en el intestino delgado, en el duodeno, el intestino grueso, en el momento de satisfacción cuando uno no quiere que lo interrumpan, cuando se concentra como si fuera un concierto, es el momento en que participa el borde anal.
Freud nos dice que el ejemplo extremo de la satisfacción –solo un genio como Freud puede decir eso- es un labio besando a otro labio. Piensen un poco con los términos de nuestros profesores de Harvard, ¿para qué sirve un beso? Sólo para intercambiar gérmenes, lo dijimos muchas veces; sin embargo, ¿quién de nosotros renunciaría a un beso bien dado con alguien que ama, que desea? Somos vivientes raros, no sé si lo advierten. Porque uno ve en National Geographic con esos lentes poderosos de aumento insectos con cuerpos inesperados y dice “¡Qué bichos raros!”. Es que lo mira con su mirada. Pero si ese bicho viera las cosas que hacemos diría: “Esta gente si que es rara, se enfrentaron, se mataron múltiples de veces, franceses con alemanes, está en riesgo su propuesta conjunta, y siguen postergando ponerse de acuerdo, lo más absurdo que cabe imaginar”. Sólo el ser humano hace estas cosas. ¿Por qué? La irrupción del lenguaje encarnado en el Otro arruinó el instinto. El lenguaje es la ruina del instinto.
ISIDORO VEGH
Senderos del análisis: progresiones y regresiones.
Clase 5 del 21 de octubre del 2011.
Escuela Freudiana de Buenos Aires.
Arte:
Beto Martínez / Buenos Aires
Sumergidos 2012 (1) / Pajaros negros / Ìcaro -Aguafuertes-