La Verdad de la Falsedad
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Un enunciado tiene tres registros; uno llamado de la designación, otro de la manifestación (...) y otro de la significación.
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La significación sería del orden del razonamiento. (...) El psicoanálisis no cumple con esto por dos cuestiones. En el nivel de la designación si un tipo viene y dice que su mujer le envenena la comida, nosotros no mandamos un detective para ver si es verdadero o falso. No nos ocupamos del valor designativo de su enunciado. Le decimos: "¿Y desde cuàndo ocurre esto?"; y èl dirá: "Yo me di cuenta hace cuatro días". "¿Y cómo se dió cuenta?" "Bueno, porque el tarro de veneno estaba en la cocina y yo lo había dejado en el jardín." Y así él irá construyendo un aparatejo, verosímil, si es un paranoico. Entonces sabremos algo de él en relación al otro femenino que es quien lo quiere envenenar.
Supongamos que un tipo viene y dice que ama tanto a su mujer que ha decidido asesinarla; no le decimos: "¡Pero eso es absurdo!" Quiere decir que tampoco ahi cumplimos con esto que se llama coherencia.; no le decimos: "Sea coherente", le decimos "Diga lo que se le ocurra".
Entonces ¿qué nos queda? La manifestación. Dicho de otra manera, para el psicoanalista el referente es el sujeto mismo. (...)
Al menitr sobre la realidad digo la verdad del deseo. Por ejemplo, las modelos, para desmentir un mito popular que dice que las mujeres bellas tienen la cabeza hueca, responden así: "¿A usted que es lo que más le gusta?" ellas dicen: "Leer." "¿Y qué lee?", "De todo", "¿Se acuerda de algún libro?" "Y... ahora no". La modelo miente en el sentido designativo, pero como quieren responder al mito de que si una mujer es bella es tonta, al mentir dice una verdad, dice: "Nos gustaría que las mujeres bellas no seamos injuriadas por las feas". Yo soy sensible a estos reclamos de la belleza.
¿Se entiendo por qué la verdad es igual a mentira? (...) Lacan dice que el analizante empieza por querer engañar al analista y termina angustiado porque lo ha engañado. Plantéense lo siguiente: si un analizante los engaña, se va a angustiar a la larga; entonces no hay por qué preocuparse por saber la verdad. No hay porqué preocuparse por la mentira del paciente porque la mentira es suficiente articulación de verdad. Dice Lacan, citando a Freud, que si viene uno y dice: "Yo jamás tuve una fantasía homosexual", uno no tiene que decirle "La negación, Verniengung, Freud, etc..." Hay que decirle: "Sí, claro". Pero uno toma en cuenta que en el momento que dice "nunca tuve una fantasía homosexual" ya lo está diciendo.
Privilegiamos la manifestación, pero ¿con qué diferencia? Que en este esquema la manifestaciòn es la de un sujeto que enuncia, y nosotros decimos que es alrevés; que de la manifestaciòn del encadenamiento significante queda un resto que es el sujeto.
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Ahora, ¿saben cuál es el problema del psicoanálisis? El problema del psicoanálisis es un problema de amor, de deseo y de transferencia, no es un problema de nivel. Porque el nivel se adquiere pero el deseo no, no se vende ni se compra, y la transferencia no se manipula porque salta por otro lado. ¿Ustedes no saben topología? La aprenden mañana; pero si ustedes odian el psicoanálisis no pueden amarlo, si ustedes no tienen transferencia con tal cosa, no la pueden fabricar. Que la universidad sueñe lo que quiera, que sueñe con el nivel, que tomen examen, que los midan, que cuenten las palabras, que las multipliquen, que la dividan, pero no van a lograr con eso que la gente desee lo que no desea.
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Yo puedo saber que ustedes están aquí por amor, por odio, pero no están especulando con ganar ningún concurso, no hay diploma. Hay más posibilidad que haya una transferencia, un deseo, algo de amor hacia el discurso de Lacan aquì, en este lugar, que en la universidad.
Germán L. García
En torno de las identificaciones
Claves para una clínica
Clases del 13-jun-1987
Otium Ediciones
Tucumán, 2009.-