¿ M e n t a l ?

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Nada es más preciado que la salud mental. Conocemos la anécdota que relata
Freud en su obra El chiste y su relación con lo inconsciente de un pobre judío
de Viena, Hirsh, que toma el tren para Karlsbad y sus aguas termales. Está en
el tren y no tiene boleto. El guarda lo intercepta y le pide que baje del tren.
Lo hace y vuelve a subir enseguida a otro vagón. Lo agarran, el guarda le
pega y lo echa del tren. Sin embargo vuelve a subir, el guarda lo muele a
golpes, etc. Así continua durante un cierto número de estaciones. Al cabo de
algunas paradas agitadas, por el mismo episodio, se cruza con uno de sus
amigos de Viena que había logrado no ser descubierto por el guarda y que le
pregunta: “Pero ¿qué haces aquí?, y Hirsh responde: “Voy a Karlsbad a tomar
baños termales, ¡si mi salud me lo permite!”
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La salud mental, es un poco eso. Es permanecer en el tren si nuestra salud
mental nos lo permite. La relación entre Hirsh y el guarda nos señala algo
profundo: que indiscutiblemente la salud mental existe, pero tiene poco que
ver con lo mental, y muy poco con la salud. Tiene relación con el Otro, y con
el silencio. La salud mental es lo que asegura el silencio del Otro, así como la
salud es el silencio de los órganos. Jacques-Alain Miller situaba esto diciendo
que la salud mental es ante todo una cuestión de orden público. El Witz
freudiano señala esta relación al otro del control, decisivo en todas las
cuestiones de salud, mucho antes que nos agotemos en querer controlar los
presupuestos. Pero también es necesario tener en cuenta esto: en lo que
concierne a la salud, el orden público está desplazado por el nuevo estatuto
del amo. El nuevo amo está preocupado por las mediciones.
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Cada vez más los nuevos políticos se centran en la publicación de cifras,
índices y sondeos, considerando el resto como retórica y pequeñas frases.
Es un uso de las matemáticas sociales muy diferente al de las Luces, donde Condorcet
veía a la ciencia matemática esclarecer los impasses del proceso electoral.
El amo antiguo no estaba en absoluto preocupado por las cifras; él enunciaba
el orden del mundo. Si una mina de sal producía más de lo que habían
establecido los mandarines, urgentemente se la cerraba por el bien del
Imperio. Asimismo, el amo del Antiguo régimen no se preocupaba por los
sujetos y su salud, sólo se preocupaba por la suya, la del reino venía por
añadidura. Es con las Luces, luego con los Derechos del Hombre, que se
introduce la preocupación por la salud, y la salud mental. A partir de ese
momento el saber considera la organización social, la crítica y la cifra. Desde
entonces no deja de trastornar al amo.
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El saber hace surgir posibilidades -
posibilidades de vida y de sobrevida-, de las cuales nadie sabe la utilidad. ¿Es
bueno, es malo? Los comités de ética intentan apreciar, evaluar, dividir estos
efectos en tonos compatibles no sólo con el amo, sino con la vida. Es
necesario seguir detalladamente el embarazo de las definiciones con las que
el amo intenta utilizar la ciencia y sus procedimientos para ceñir lo que es
deber de Estado en la salud, es decir para legitimar su descompromiso.
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Éric Laurent
Extracto Artículo "¿Mental?"
Revista MENTAL, nro. 1
Junio / 1995
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