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Si el fin del drama consiste en provocar “terror y piedad”, en producir una “purificación (purga) de los afectos”, como se supone desde Aristóteles, ese mismo propósito puede describirse con algo más de detalle diciendo que se trata de abrir fuentes de placer o de goce en nuestra vida afectiva (tal como a raíz de lo cómico, del chiste, etc., se las abre en el trabajo de nuestra inteligencia, el mismo que había vuelto inaccesible muchas de esas fuentes). A este fin cabe mencionar en primera línea, no cabe duda, el deshago de los afectos del espectador. Y el goce que de ahí resulta responde, por una parte, al alivio que proporciona una amplia descarga, y por la otra, acaso, a la coexcitación sexual que, según cabe suponer, se obtiene como ganancia colateral a raíz de todo desarrollo afectivo y brinda al hombre el sentimiento, que tanto anhela tener, de una tensiòn creciente que eleva su nivel psíquico.
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SIGMUND FREUD
Personajes psicopáticos en el teatro

Obras Completas; T. VII
Amorrortu, Bs.As.

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