bitácora embustera

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El día que presentiste mi mirada
La luna que me regalaste esa penumbra
Los verbos que cayeron de tu mano herida
Las caricias que pronunciaron tus frágiles ojos
El peluche con que enunciaste la puerta que se abría.
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Cuando llamaste a puños sólo para oír tus golpes
Cuando entraste sigiloso sólo para escuchar tus pasos
Cuando serviste el café y la sonrisa sólo para saciar tus miedos
Cuando cantaste en silencio volar la pena que empañaba el horizonte
Cuando gritaste sosegado en esas líneas virtuales que podía contar contigo.
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Verdades
Mentiras
Ficciones construidas para encontrarnos
En la sonrisa, en el vuelo, en la huida.

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El imprevisto crepúsculo en que me robaste un beso
La fiesta que sintieron mis huesos con el sésamo de tus labios
Los vorágines mares que soportaron incrédulos mi espantoso regocijo
Las místicas auroras en que el insomnio y el tropiezo carcomieron la vigía
El martirio insidioso y apelante de la mustia rosa que perforó al escorpión del otoño.

Cuando enunciaste la vanidad de darlo siempre
Cuando el vino y las lágrimas testimoniaron tu vacío
Cuando quebrado de océanos abrazaste una gota de gris pálido
Cuando pronunciaste que muere lentamente quien respira Neruda
Cuando no entierras tu dolor de rojos ni sangras la luna sobre el mar negro.

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Verdades
Mentiras
Ficciones que viajan sin bitácora ni héroes.
Y Lorca repitiendo: estrellas quieren ser hojas, todavía.
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